Edificio de la calle Obispo No. 163 entre Oficios y San Ignacio

25 de abril de 2018

|

Zenaida Iglesias Sánchez

Antes: Comercio.
Hoy: Taller de Costura y comercios.

 

 

La calle del Obispo, una de las más antiguas e importantes de nuestro centro histórico, fue cambiando su imagen desde la década del ’80 del pasado siglo XX, gracias a las obras de restauración llevadas a cabo desde entonces por la Oficina del Historiador; los mismos que comenzaron en este eje vial y que tomaron fuerza luego de la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982. Estos trabajos emprendidos en tan importante arteria desde la fecha a la actualidad, continúan a todo lo largo de su recorrido abarcando sus edificaciones, pavimentación, redes y luminarias.

 

 

Los primeros objetivos trazados para su recuperación, centraron su atención en la restitución de sus locales comerciales; de ahí que poco a poco se fueron rehabilitando para alojar las más disímiles funciones. Tal es el caso de esta edificación comprendida entre Mercaderes y San Ignacio, que sobresale por las peculiaridades de la fachada, únicas de su tipo en la vieja ciudad.

 

 

Desde entonces se destinó a taller de costura, a la vez que se rehabilitaban los inmuebles colindantes, formando un todo, para acoger al Centro de Desarrollo Artesanal. De tal forma, contiguo al taller se encuentra una tienda de ropa que pone a la venta los artículos confeccionados en el taller de costura, piezas únicas de un valor incalculable salen de las manos de las obreras que trabajan sin descanso, poniendo en cada confección lo mejor de su arte. Aquí no falta la entrañable “guayabera”, pieza de vestir de hombre que no pocos demandan. Así mismo se elaboran piezas para bebé y hermosas prendas de vestir de mujer.

 

 

Las fachadas se recuperaron y en el interior los espacios de los inmuebles se adaptaron para las nuevas funciones a desempeñar: taller, oficinas administrativas y comercio.

El aspecto desaliñado de las edificaciones cambió notablemente a raíz de la recuperación del inmueble y sus colindancias, las vidrieras de cristal con la muestra de estos artículos, obligan al transeúnte a detenerse para contemplar los modelos que se encuentran a la venta y no pocos son los que acceden al sitio, para obtener los más variados ejemplos de confección nacional.

 

 

Este año el taller de costura abrió sus puertas a las miradas curiosos de los transeúntes y desde horas muy temprana de la mañana, hasta bien avanzada la tarde se observan las obreras en su labor, acompañadas del rítmico timbre musical salido de las maquinas de coser.