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El bárbaro del ritmo (I)

13 de marzo de 2018

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Otro grande de la música cubana falleció, como Lecuona, hace 55 años, y no puedo dejar de comentar sobre un artista que fue bautizado como “el bárbaro del ritmo” por su extraordinario talento para interpretar cualquier género musical: Benny Moré.

No me detendré en datos biográficos que todo el mundo conoce, ni en su humilde entorno familiar, en San José de las Lajas, donde nació y comenzó a dar sus primeros pasos en la música, sino en algunos aspectos importantes de su trayectoria profesional que evidenciaron su genialidad y lo convirtieron en un artista universal.

Bartolomé Maximiliano Moré (el Benny) no tuvo el apoyo de un tío, que vivía en La Habana, para “abrirse camino” aquí, como músico, y vendiendo frutas ganó el dinero suficiente para comprarse una guitarra. Deambulando de un lado a otro, conoció a Luciano (Chano) Pozo y otros versátiles congueros, al tiempo que escuchaba por radio los boleros de la época, picarescas guarachas, danzones, y a Ernesto Lecuona y Rita Montaner, sin olvidar el estilo de cantar denominado filin, lo que unido a sus conocimientos de la música afrocubana, adquiridos en su pueblo natal, conformó su universo sonoro, inigualable e irrepetible.

Muchos fueron los avatares que golpearon a Benny Moré en los inicios de su carrera, que comenzó a estabilizarse un año después de haber llegado a la capital cubana, cuando se incorporó a diferentes grupos musicales, despertando la admiración del público por su bien timbrada voz y su estilo personal. Pero el motor impulsor de su carrera fueron sus presentaciones en las emisoras RHC Cadena Azul y Mil Diez, como integrante del afamado Septeto Cauto, que impresionaron a Miguel Matamoros y le motivaron a contratarlo para grabar con la poderosa firma discográfica norteamericana RCA Victor, en 1944 y, un año después, a viajar a México, ocasión que aprovechó para quedarse allá, donde Bartolomé Maximiliano Moré, adoptó el nombre artístico de Benny Moré, inspirado en el del célebre clarinetista Benny Goodman, a quien tanto admiraba.

Apoyado por varios músicos importantes que conoció en la capital azteca (algunos cubanos) el Benny empezó a ganar espacios en los principales escenarios, respaldado por importantes agrupaciones musicales cubanas y mexicanas. A finales de 1948, la RCA Victor Mexicana, lo vinculó con el recién llegado Dámaso Pérez Prado, pianista, compositor y director de orquesta. Es bueno aclarar que Benny nunca fue cantante del creador del mambo, porque ambos tenían individualidades artísticas diferentes, aunque entre ellos había una gran química musical, lo que les permitió componer y llevar a disco dos excelentes obras musicales: el mambo “Batiri RCA” y la guaracha “Guajiro”. Realizaron una gira corta por Panamá, durante unos carnavales, pero luego de algunas diferencias entre ellos, se produjo la ruptura.

México marcó pautas importantes en la trayectoria profesional de Benny Moré, pues allí maduró su manera de cantar, que le permitió  participar en algunas películas. Pero la vida nocturna, avivó su adicción por el alcohol.

Aún debo añadir algunos aspectos importantes de la trayectoria profesional del Benny, por lo que continuaré mi comentario en el próximo.

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