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Ante amenaza de Trump

9 de marzo de 2018

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La caradura de Donald Trump se acaba de poner de manifiesto una vez más cuando después de reconocer la pasada semana que no hay necesidad de una guerra económica con China, volvió a expresar su descontento con lo que calificó de desventajas norteamericanas en el comercio con el gigante asiático, y amenazó con medidas represivas en este sentido.

Por el momento Estados Unidos elevó los aranceles a la importación de aluminio y acero, que solo constituyen el 1% de las exportaciones chinas a EE.UU., pero que ha golpeado al comercio con varias naciones europeas aliadas y siempre serviles cuando Washington les pide sanciones contra Rusia, que duran años, por cualquier tipo de pretexto y que perjudican también a quienes las imponen.

De todas maneras, el Presidente estadounidense causó indignación en el exterior al anunciar los fuertes aranceles, y luego amenazó con imponer “tasas recíprocas” a los socios comerciales de Estados Unidos que decidan responder con medidas similares.

A su vez, China amenazó abiertamente con tomar medidas de represalia por primera vez desde el anuncio de Trump. “China no quiere una guerra comercial con Estados Unidos”, apuntó Zhang Ysui, portavoz de la Asamblea Nacional Popular (ANP), el órgano supremo legislativo del gigante asiático. “Pero si toman medidas que perjudiquen a los intereses chinos, en absoluto no nos quedaremos de brazos cruzados”, recalcó ante la prensa previa a la sesión anual plenaria del Parlamento.

China es, de lejos, el principal fabricante mundial de acero y de aluminio, pero solo exporta una ínfima parte de su producción a Estados Unidos. Así, solo se vería afectado marginalmente por las nuevas tasas.

Y mientras Washington encadena las investigaciones y los derechos antidumping contra China en numerosos sectores, desde las lavadoras de ropa hasta los paneles solares, Zhang mostró su preocupación ante una tendencia incontrolable.

“Es crucial para todos percibir clara y objetivamente las intenciones estratégicas de la otra parte. Las decisiones fundadas en errores de juicio o en hipótesis erróneas […] pueden tener consecuencias que ninguno de los dos países desea“, insistió.

Beijing ya había advertido en varias ocasiones en los últimos meses que tomaría las medidas necesarias para defender a sus empresas frente a los abusos de las decisiones proteccionistas de Washington.

Las autoridades chinas abrieron una investigación antidumping sobre el sorgo estadounidense, un tipo de cereal, y no descartan apuntar contra las exportaciones masivas de soja de Estados Unidos.

Liu He, consejero del presidente Xi Jinping, visitó Washington esta semana para tratar de encarrilar las relaciones económicas entre ambas potencias. Pero los anuncios de Trump llegaron durante esta visita como un desaire para el gobierno chino.

Sin embargo, Liu y los responsables estadounidenses con los que se reunió “convinieron en que ambos países debían resolver sus diferendos comerciales mediante la cooperación y no con la confrontación”, aseguró la agencia estatal de noticias Xinhua.

Presionado por los occidentales, Beijing puso manos a la obra para reducir drásticamente sus capacidades siderúrgicas. Y, pese a una producción local al alza, las exportaciones chinas de acero cayeron un 30,5% el año pasado.

En cambio, los productores de acero canadienses, brasileños, mexicanos, surcoreanos y turcos dependen fuertemente del mercado estadounidense, que resulta vital para ellos. En ese contexto, las primeras reacciones chinas frente al anuncio de Trump parecieron mucho más moderadas que las firmes condenas de Europa o Canadá.

 

Las “armas” chinas

Beijing se limitó a instar a Estados Unidos a “frenar su recurso a instrumentos proteccionistas”. El ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, consideró que los impuestos sobre el acero y el aluminio en aras de la “seguridad nacional” carecen de “fundamento”.

Lo cierto es que las amenazas de Trump caerán al vacío ante las represalias que pudiera tomar China.

Los aviones civiles son la principal exportación de EE.UU. a China, por lo que Boeing podría ser el primero en la línea de fuego. Beijing respondería comprando menos Boeing y más Airbus (de Francia), Esa sería una gran pérdida de negocios para Boeing, que en los últimos años ha anunciado acuerdos por valor de decenas de miles de millones de dólares para vender aviones a China.

Aproximadamente un 7% de las ventas de Apple se realizan en China continental, cifra que aumenta a alrededor del 19 %, si se incluyen Taiwán y Hong Kong. Mientras tanto, China tiene compañías que compiten directamente cara a cara con Apple, por lo que la estadounidense ciertamente estaría preocupada por verse atrapada en el fuego cruzado de una disputa comercial.

En mayo pasado, EE.UU. y China firmaron un acuerdo para permitir la reanudación de las exportaciones de carne estadounidense a China después de 14 años. Sin embargo, hay requisitos específicos que las empresas norteamericanas deben cumplir.

Otra exportación clave de EE.UU. a China es la soja. Si Beijing decide optar por otras fuentes de suministro, eso perjudicaría considerablemente a la agricultura norteamericana.

El país asiático es el mercado de automóviles de pasajeros más grande del mundo, y también se encuentra entre los cinco principales mercados de importación de autos y repuestos automovilísticos de EE.UU., por lo que una eventual directiva del gobierno de dejar de comprar autos estadounidenses perjudicaría a los fabricantes norteamericanos.

Beijing es también el mayor consumidor mundial de semiconductores, que se instalan en una gran cantidad de productos electrónicos que se fabrican en el país asiático, por lo que un potencial arancel para esos elementos sería desastroso para gigantes como Qualcomm (QCOM) e Intel (INTC).

Finalmente, China es líder a nivel mundial como emisor de turistas, con más de 130 millones de ciudadanos suyos viajando por el mundo cada año. Mientras tanto, EE.UU. es el mayor beneficiario del turismo internacional: 75,6 millones de turistas visitaron el país en 2016 y gastaron allí 290 000 millones de dólares. Por lo tanto, Washington tendría mucho que perder, si Pekín desaconsejara a sus ciudadanos viajar a EE.UU.

Además, China también podría presentar quejas a la Organización Mundial del Comercio o vender algunos bonos de EE.UU., entre otras medidas. “Van a contraatacar y van a contraatacar duro”, asevera al respecto el especialista norteamericano Scott Kennedy, considerado el más avezado en asuntos chinos.

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