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Turcios Lima

24 de enero de 2018

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El decenio del 60 del pasado siglo XX es de intensa actividad dentro del movimiento revolucionario, tanto en América Latina, como en Asia y África. Varias naciones se desprenden del azote del colonialismo y emprenden el camino de su independencia, desmoronándose los antiguos imperios coloniales en el continente negro,

Un joven comandante es el jefe supremo de las Fuerzas Armadas Rebeldes en la pequeña Guatemala enclavada en Mesoamérica. Se llama Luis Augusto Turcios Lima y su nombre alcanza resonancia. Nacido el 23 de diciembre de 1941, la situación familiar desahogada le permitió acceder a una educación en colegios privados, de los cuales pasó a la Escuela Politécnica Militar de Guatemala, a los 15 años. Por su carácter y entereza, dotado de autodisciplina y arrojo, siempre tuvo como bandera la justicia social.

Entonces se produce en Guatemala el alzamiento militar del 13 de noviembre de 1960 contra el régimen del presidente Ydígoras Fuentes, que es sofocado. A partir de ese momento, Turcios y otros compañeros de armas organizan el movimiento 13 de Noviembre, que paulatinamente va tomando un sendero progresista hasta convertirse en movimiento guerrillero y en el cual ocupa el grado de segundo jefe militar.

Al constituirse las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), Turcios es designado comandante del frente guerrillero Edgar Ibarra. Las dotes de organizador y los conocimientos militares los pone al servicio de la lucha insurreccional, que se enriquece con la participación popular  y la experiencia dejada por los primeros enfrentamientos.

Elegido jefe militar de las FAR, la participación de Turcios Lima es efectiva en el ajusticiamiento de importantes jefes de la policía conocidos por sus  maltratos y atropellos a la población, amén de que comandó las acciones de la toma de la termoeléctrica de Río Hondo, la toma de Panzos y más de una emboscada a las fuerzas del ejército regular.

A La Habana llegó en enero de 1966, con motivo de la Conferencia Tricontinental, a la cual asistió y donde se acordó la creación de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAL). Dispuesto y con palabra elocuente, sorprendió a algunos la profundidad de sus ideas y el carácter decidido que las respaldaba, por lo que resultaba impensable que solo unos meses después —el 2 de octubre de 1966— muriera en un accidente.

En Cuba se le recuerda en escuelas, centros laborales y otras instituciones políticas que llevan su nombre. También el Ministerio de Comunicaciones emitió sellos de correos con su retrato, y el 4 de octubre de 2004 se le confirió con carácter póstumo la orden El Mehdi Ben Barka, de la OSPAAL.

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