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A pesar de Trump

4 de enero de 2018

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Luego de variados intentos cercenados por Estados Unidos, el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, aprovechó la disposición al diálogo del líder norcoreano, Kim Jong-un, expresado en su discurso de Año Nuevo en Pyongyang, para proponer un encuentro a nivel gubernamental el próximo día 9 en la Zona  Desmilitarizada.

Acto seguido, Kim ordenó la apertura de la comunicación fronteriza, con lo cual subrayó la disposición norteña de conversar cara a cara, sin interferencia foránea, para discutir la participación de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) en los Juegos de Pyeongchang de este año, así como otros temas de interés mutuo para mejorar los lazos intercoreanos.

El objetivo inmediato de la reunión será abordar la participación norcoreana en los Juegos Olímpicos de Invierno que tendrán lugar en Pyeongchang, entre el 9 y el 25 de febrero venidero, y que podrían servir como punto de partida de una nueva relación, ahora que Corea del Sur es dirigida por un presidente que privilegia el diálogo frente a la vía militar y el Norte parece haber consumado su programa nuclear, lo que le ofrece una posición de fuerza a la hora de entablar conversaciones.

“Considero la oferta del presidente Kim Jong-un una respuesta a nuestra propuesta de convertir los Juegos en una ocasión para mejorar las relaciones entre Norte y Sur y restablecer la paz”, afirmó Moon mediante un comunicado citado por la agencia Yonhap.

“Espero que el Ministerio de Unificación y el Ministerio de Cultura y Deportes propongan las medidas necesarias para restablecer rápidamente el diálogo y permitir la participación de la delegación norcoreana en los Juegos Olímpicos”, añadió el líder surcoreano.

Sólo dos deportistas norcoreanos están cualificados para el evento: se trata de los patinadores sobre hielo Ryom Tae-Ok y Kim Ju-Sik, quienes no se han inscrito a tiempo, pero podrían participar con una autorización expresa del Comité Olímpico Internacional.

Es bueno especificar y subrayar los pasos que se están dando en este sentido, todo lo cual ha sido de conocimiento norteamericano, sin que Trump, tan dado a exabruptos, haya podido hacer nada para impedirlo, aunque no ha abandonado ese barraje antinorcoreano que llega hasta a incitar a una guerra contra la RPDC, porque apunta chapuceramente que su botón nuclear es más grande que el de Pyongyang.

Consciente de la actitud belicosa del presidente estadounidense, con lo cual aumentaría una tensión que podría disminuir la afluencia de público al evento, Seúl está negociando con Estados Unidos un aplazamiento de los próximos entrenamientos militares conjuntos para no provocar a su vecino del Norte

Si finalmente el encuentro se lleva a cabo, se trataría del primero entre delegaciones gubernamentales coreanas en dos años. La última reunión se celebró en diciembre de 2015 en la zona industrial conjunta de Kaesong, pero concluyó sin cosechar resultados: ni siquiera se hizo pública una nota que explicase los temas abordados.

Desde entonces, la relación entre los dos vecinos ha sido gélida y durante mucho tiempo se caracterizó por el intercambio de insultos entre la entonces presidenta surcoreana, la conservadora Park Geun-hye –destituida por corrupción y abuso de poder en el 2017–, y el propio Kim.

Luego ocurrió la victoria electoral de Moon, quien privilegia el diálogo con el Norte frente a la confrontación de su antecesora. El mandatario había propuesto celebrar un primer encuentro en julio, pero su iniciativa se encontró con el silencio de Pyongyang, cuyas autoridades ya habían experimentado la injerencia abierta de Estados Unidos para dar al traste con acuerdos intercoreanos para aliviar la tensión y establecer un natural camino hacia la desnuclearización de la península y el establecimiento de una paz duradera.

Ahora se emprende un nuevo y considero más serio intento por llevar la paz al dividido geográficamente pueblo coreano, a pesar de Trump.

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