Escultura de D’Iberville
18 de diciembre de 2017
|Parque de La Punta
Parque Pierre d´Iberville
Muy próximo al castillo de San Salvador de La Punta y frente a la entrada de la bahía de La Habana, se levanta en bronce la escultura de Pierre Le Moyne D’Iberville, conocido como el “Caballero de los Mares”. El emplazamiento de la obra se efectuó en el año 1999 y desde entonces a la fecha, viene desafiando las penetraciones del mar ante los eventos meteorológicos que nos han afectado.
Se inauguró durante la IX Cumbre Iberoamericana celebrada en nuestro país el citado año, marco propicio para tal acontecimiento, donde se dieron cita una importante representación del gobierno de Cuba y Canadá, junto al historiador de la ciudad el Dr. Eusebio Leal. El acto coincidió además con la conmemoración del 480 Aniversario de la fundación de la ciudad.
Escultura a Pierre d´Iberville
La estatua mide 2m 44cm de altura y fue donada por la alcaldía de Québec, réplica de la original allá existente, que se fundió en Europa y fue removida de su nicho para servir de modelo a la habanera, confeccionada en la fábrica L’Atelier du Bronce, perteneciente a Dublín, ciudad de Invernes en Québec. Se trasladó hasta nuestros predios por vía marítima, como correspondía a tan ilustre personaje. Por su parte, la Oficina del Historiador de la ciudad obsequió a la ciudad canadiense una efigie de nuestro Héroe Nacional José Martí.
D’Iberville nació en 1661 en Ville Marie (Montreal) y llegó a La Habana en el mes de mayo de 1706 con el objetivo de preparar una escuadra de buques para hacerle frente a la presencia inglesa en América, misión que no pudo cumplir, porque la muerte lo sorprendió en su barco anclado en puerto habanero. Cuentan que los restos del famoso navegante canadiense, héroe de la Nueva Francia y Capitán invicto de la Armada de Luis XIV, reposaron en la desaparecida iglesia Parroquial Mayor ubicada entonces en la Plaza de Armas.
Pierre d´Iberville, bajo un ciclón
Su presencia en nuestra isla ha sido enaltecida con la escultura que en honor a su memoria se levantó en la plazoleta inmediata al castillo de La Punta, en perfecta cercanía al mar que en más de una ocasión surcó en sus intrépidos viajes.
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