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Impunidad y silencio

9 de noviembre de 2017

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Ejercer el periodismo en América Latina, en cualquiera de sus modalidades, constituye actualmente un peligro mortal, según evidencian las estadísticas más recientes.

El mejor ejemplo es México, donde fueron asesinados, desde el año 2000 hasta la fecha 104 periodistas y otros 25 están desaparecidos, aunque sus colegas ya los dan como muertos.

El año pasado fueron asesinados once periodistas mexicanos, la mayor cifra durante este siglo, aunque lamentablemente 2017 ya rompió ese macabro récord.

En marzo siete de ellos fueron baleados y tres murieron, asesinados en sus casas, en sus autos, saliendo de un restaurante o mientras trabajaban, por hombres armados que desaparecieron sin dejar rastro. Quizás por eso un colega mexicano dijo que en su país era muy fácil matar a un periodista.

Motivos; la posible acción de matones de los carteles del narcotráfico molestos por una cobertura en su contra, también por interés de funcionarios públicos que quieren silenciar a sus críticos. En fin, esas y muchas otra razones los convierten en víctimas de la violencia, y no solo en México. Le siguen Honduras, Guatemala, Perú República Dominicana y Brasil en el acápite de estos crímenes.

En los últimos seis años más de 187 periodistas de la región fueron asesinados, la mayoría en las naciones mencionadas, según reveló el chileno Ernesto Carmona, secretario ejecutivo de una comisión de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap) en informe donde caracteriza la situación como “una mortífera guerra encubierta del poder político corrupto contra los comunicadores de la prensa, fotógrafos y locutores”.

Una guerra donde los muertos solo los pone el gremio y únicamente trascienden entre sus familiares y compañeros de los medios donde laboraban, de hecho, potenciales nuevas víctimas.Según estadísticas de 2016  el promedio anual de fallecidos ascendió a 38, incluidas cuatro mujeres, con edades promedio de 41 años.

La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó hace cuatro años una resolución, en la que proclamaba el 2 de noviembre como Día Internacional para poner fin a la inmunidad de los crímenes contra periodistas.

Octubre fue un mes trágico. Carlos Oveniel Lara Domínguez camarógrafo de la televisión recibió tres disparos el día 23 al salir de su casa en Honduras. Quince días antes, en Colombia fue asesinada Efigenia Vásques Astudillo mientras que el día 6 fue secuestrado, torturado y asesinado en México Edgar Daniel Esqueda Castro fotógrafo de temas policiales.

El 90 por ciento de los crímenes quedaron impunes, nadie vio nada, nadie sabe nada. Mientras, los asesinos andan sueltos.

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