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Vivir del cuento

6 de noviembre de 2017

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No hay que decir que el agua es una de las cosas fundamentales para la sobrevivencia humana. Pero la escasez provocada por continuas sequías, la mala administración y la explotación que de ella hacen los monopolios internacionales acercan la muerte a gran parte de la humanidad, en lo que se incluye el chantaje al respecto.

Podría parecer risible hacer caso a quen difunde que el agua del mar es potable y cura el cáncer, si no fuera porque muchos empezaran a repetir la mentira

También movería a asombro que una mujer suiza de 50 falleciera de inanición a causa de no ingerir alimentos ni agua, cuando Suiza es considerado uno de los países más prósperos del planeta. La mujer había visionado previamente el documental Vivir de la luz, que trata la historia del químico suizo Michael Werner, de 62 años, y su experiencia con el yogui indio Prahlad Jani, de 83, que aseguran poder vivir a través del respiracionismo y la luz solar, sin ningún tipo de alimentos sólidos y líquidos.

Por supuesto que todo lo anterior no encaja en la  inmensa propaganda que inculcan las grandes multinacionales vinculadas al sector alimentario y al embotellamiento del agua para que compren sus productos.

Precisamente, el instrumento del agua utilizado por los representantes del Imperio, tiene en ascuas a gran parte de los habitantes de la Tierra, como demuestra el caso reportado desde Addis Abeba por el corresponsal de la British Broadcasting Corporation (BBC), de Londres:

“Sema Kedir, madre de tres niños, decidió suicidarse colgándose de un árbol. La explicación del enigma estaba cerca, en un pote de agua quebrado. Ella estaba a punto de terminar una caminata de 12 kilómetros desde el pozo más cercano, cuando un accidente la dejó sin el suministro de agua de sus hijos para los próximos dos o tres días. La historia de Kedir es la de 1 200 millones de personas en el mundo en que vivimos”.

 

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Muchas veces hemos recurrido a ejemplos en países como Puerto Rico y otros donde no escasea el producto, con el fin de explicar por qué hombres y animales padecen sed y hambre, cuando hay tierras magníficas para el cultivo y recursos hídricos suficientes.

De México comentamos frecuentemente sobre el narcotráfico, la delincuencia, la violencia y la corrupción en todos los niveles, y pocas veces sobre el agua, “Un bien mal repartido”, un título de hace algún tiempo en este portal, pero que aún permanece indeleble, porque nada bueno se hace.

En este aspecto, México presenta una larga y triste historia, equivalente a la del narcotráfico, incoada en su aspecto más peyorativo durante el mandato de Vicente Fox, un hombre “hecho a sí mismo” con el concurso de la Coca Cola, y que no hace mucho recomendó sin desenfado resignación a los familiares de los  estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.

Fox triplicó las concesiones otorgadas a las empresas embotelladoras de agua, especialmente a subsidiarias de Coca Cola y Nestlé, y coadyuvó a que su país ocupe desde hace años el segundo lugar en el mundo como consumidor de agua embotellada.

Por lo menos, hay doce millones de personas sin agua en 30 000  comunidades, donde se pueden observar niños que acarrean el líquido en la espalda y mujeres que tienen problemas de columna, por cargar cántaros de agua en la cabeza; y miles de menores tienen manchas en los dientes por los excesos de minerales en el líquido que toman.

El actual gobierno avala la fórmula de privatizar, nada nuevo, porque desde 1969 se transfirieron los distritos de riego público a la gestión directa de los agricultores, además de que existe la participación del sector privado en el suministro de agua potable y saneamiento, y el tratamiento de las aguas residuales se subcontrata en gran escala en todo el país.

Pero no se dice que, al final, ello es controlado por entes que dicen buscar la mejora de la eficiencia en un sector como el agua, que es un asunto de seguridad nacional, mientras no se cumplen los presupuestos estatales al respecto y no se entregan completos los recursos.

Empresas como Vindenis, Tex Wather y Sue se aliaron con los grandes consorcios mexicanos Tribasa, Peñoles e ICA, con el fin de presionar al gobierno de turno a fin de que existan mayores concesiones y privatizaciones para el manejo y cesión del agua.

Ni que decir que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, bajo sus políticas de desregulación, están interesados en la eliminación gradual de los subsidios al líquido y la entrada de capital privado.

Es decir, el modelo neoliberal impuesto al país sugiere que en materia de agua las empresas trasnacionales y las instituciones financieras internacionales sean las que conduzcan estos servicios, y este tipo de privatización está avalado lamentablemente por las modificaciones al artículo 27 de la Constitución.

Mientras tanto, la propaganda oficial asevera que se está mucho mejor así, todo un cuento del que viven y se aprovechan los culpables.

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