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Aprovechando la división

2 de octubre de 2017

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Cualquiera pensaría que a poco más de año y medio de un gobierno que hace aumentar la indigencia en casi un 7%, despide por problemas políticos a decenas de miles de personas y otras tantas a resultas de la política de privatización y entronización del neoliberalismo, no debe contar con muchas simpatías y debe estar viviendo su último tiempo de supervivencia.

Pero no es así en el caso de Mauricio Macri, de familia oligárquica y con millones de dólares bien resguardados en el exterior, quien sigue indemne, burlándose de todos y hasta liderando comicios en los que el centro y la denominada izquierda acuden divididos y con la batalla perdida desde el comienzo, independientemente de que el engranaje del conteo de votos gira generalmente hacia la derecha en Argentina.

En el llamado país de la carne, de la gran agricultura, de los recursosilimitados, se padece hambre en muchos hogares, en tanto familias enteras viven a la intemperie lo en las calles de las principales ciudades del país.

Hoy son comunes las marchas de protestas de obreros y profesionales contra las condiciones laborales y bajos salarios, sin que en ocasión alguna se hayan podido poner de acuerdo las diversas centrales sindicales que se dicen de oposición, facilitando la labor de zapa gubernamental.

La cuestión es que el kirchnerismo, que tanto bien hizo al país, ha visto desaparecer sus logros, y los esfuerzos de la ex presidenta Cristina Fernández por volver a la palestra política está corriendo dificultades, principalmente por esa quintacolumna que oculta celos, maledicencia e intereses, convirtiéndose en el principal cómplice del macrismo.

Y, lamentablemente, todo este grave problema para la nación que representa Mauricio Macri ocurre desde su primer día de mandato, aprovechando los largos descansos parlamentarios.

Todo lo malo ha sido gestionado bajo el hipócrita manto del diálogo y la contención política. Así, llamó al Congreso a practicar el arte del acuerdo, y ya en la Casa Rosada convocó a ex rivales electorales y a gobernadores como muestra de esa expresada voluntad en busca, dijo, de consenso y escuchar sugerencias y diferenciarse de su antecesora.

Pero la diferenciación con el kirchnerismo no fue solo gestual o formal: el macrismo impuso en un mes un nuevo rumbo mediante los llamados decretos de necesidad y urgencia.

Macri dictó 50 medidascon las cuales renombró, modificó y creó ministerios, designó jueces a la Corte Suprema, enmendó leyes, intervino y cerró instituciones, implementó un ajuste financiero e inició una ola de despidos de trabajadores estatales que aún continúa.

Eso fue al principio, pero los decretos se mantienen y el país vive bajo cuatro declaraciones de emergencia: económica, energética, de seguridad y estadística, todas destinadas a permitirle al Ejecutivo adoptar decisiones excepcionales y la última en particular para no divulgar información sobre el estado de la economía.

Mediante esos decretos, la administración macrista liberó el mercado monetario, eliminando los controles sobre el dólar, lo que hizo disparar aún más los precios, y eliminó o rebajó los impuestos a los grandes productores de granos.

Esta medida significó un regalo de 3 685 millones de pesos para el conjunto del poderoso sector agroindustrial, a un alto costo fiscal.

El analista de política internacional argentino Marcelo Ramírez advierte sobre otra disposición ordenada por decreto: el nuevo megacanje, todo un gran negocio financiero en el que transformarán la deuda pública en bonos negociables que entregará a inversores internacionales a cambio de dólares frescos.

Eso servirá para que las corporaciones giren al exterior sus dividendos, como se hizo durante la dictadura, la etapa de Menem y el gobierno de Fernando de la Rúa.

Y explica Ramírez: “La broma nos va a salir en 27 000 millones de dólares a pagar solo en intereses por un canje de 65 000 millones de dólares, con el agravante de que los acreedores ya no serán el Banco Central de la República Argentina o la Administración Nacional de Seguridad Social, sino un especulador internacional”.

O sea, Macri hace y deshace. ¿Y la variopinta oposición? Dividida, como es costumbre.

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