ribbon

Centenario de “La hija del policía o En poder de los ñáñigos” (I)

6 de agosto de 2017

|

 

fot412

 

El 15 de febrero de 1917, el número cien de la revista Cuba Cinematográfica, publicaba fotografías de La hija del policía o En poder de los ñáñigos, la nueva película rodada por Enrique Díaz en su triple función de director-fotógrafo-editor. En búsqueda de un cambio en sus temas para probar fortuna, los productores Pablo Santos financiaron el tratamiento en tono de melodrama policíaco, con ambiente y tipos locales, acerca de un asunto en boga: una muy criticada sociedad secreta de origen africano. Al “ñañiguismo”, tildado de “nefasta institución, que vicia nuestras costumbres y produce sacudidas espantosas de indignación”, le imputaban supuestos raptos de muchachas para inmolarlas a sus dioses en ceremonias de iniciación. Según testimonios, estos ritos fueron filmados con rigor documental por el esmero puesto en todos los detalles.

La publicación anunciaba la cooperación de buenos artistas cómicos cubanos con el operador y mencionaba especialmente la actuación protagónica de Consuelo Álvarez, revelada como una gran actriz de notables condiciones que supo “imprimirle todo el gracejo de su rostro y la habilidad de su talento a las escenas”. La nota informaba que La hija del policía era: “de un realismo admirable. Una película cubana por artistas cubanos, en el ambiente cubano… […] [está] demostrado que cubanas por ahora solo resultan las producciones de Enrique Díaz, refrendadas por los Emperadores del Cinema”.

Mes a mes, antes del estreno, la revista emblemática del consorcio Santos, promovió informaciones sobre la película que hacía honor al operador cubano Enrique Díaz Quesada. En marzo explicaba que el argumento era lo de menos, reiteraba el temple artístico de la rolliza Consuelo Álvarez, joven artista de singulares atractivos y auguraba el éxito que tendría La hija del policía. La cinta fue rodada en locaciones de La Habana (Guanabacoa, Regla, Pogolotti, Carretera de Luyanó…) y de Matanzas, en una secuencia desarrollada en el Circo Santos, de gira en esa ciudad:

 

[…] el primer paso de Enrique Díaz por sendero distinto del que hasta el presente ha seguido, sin ampararse en la nota patriótica para vencer la innata propensión de nuestros pueblos a no encontrar nada bueno en lo que entre nosotros se produce, cuando a diario se nos ofrecen despropósitos insoportables, sin arte, sin gracia, en interminables series, fabricadas a manera de embutidos para hacer centavos… A esos esperpentos, hay quienes se contenten con aplicarles comentarios como éste: “No está mal. Esos corre corre resultan divertidos. Sus mismas barbaridades nos divierten”. Y guardan su ironía para cuando asoma modesta, tímida, la película cubana, la que al filmarse ha costado verdaderos sacrificios a Empresarios cubanos, la que ha dado y dará pan a muchos hermanos trabajadores y dignos.

 

A La hija del policía se le añadió el subtítulo para resaltar en sus situaciones sensacionales el “ñañiguismo” que “no pocas veces ha escrito con sangre horribles escenas en nuestra vida popular”. La edición correspondiente al 1º de abril, confeccionada en las oficinas de Manrique no. 138, publicó el argumento del “sensacional melodrama cinematográfico de aventuras policíacas”. Lo precedió un editorial dedicado a la película en la que dejaron su huella Santos:

 

[…] esos cubanos de carácter ejemplar y firmeza de voluntad que lejos de amedrentarse ante el “estado de perturbación porque desgraciadamente atraviesa el país, con una paralización absoluta del negocio cinematográfico en importantísimos lugares de la República […] matando grandes iniciativas, ahogando patrióticos proyectos e impidiendo el desenvolvimiento de una industria en la que comenzaban a revelarse operadores de excepcionales condiciones como Enrique Díaz y artistas de verdadero mérito”, proseguían “su patriótica tarea de producción nacional”.

 

El firmante insistió en que “es una película de excelente factura, que acusa un exquisito verismo en la reproducción de escenas típicas de nuestro medio, conocimientos técnicos y dominio de dirección”. La hija del policía o En poder de los ñáñigos ha sido conceptuado como el primer intento de acercamiento del cine nacional al folklore afrocubano.

Todo comienza al recibir el jefe de la Policía Secreta de La Habana una comunicación de la Secretaría de Gobernación en la cual advierte el disgusto por el incremento de las asociaciones de ñáñigos y recomienda que la institución extreme todos los medios de persecución para exterminarlos. El subinspector, detective Ramírez, informa a su superior que posee informes que confirman la existencia de nuevos juegos de ñáñigos y pide se le faculte para emprender una investigación personal sobre el asunto. Disfrazado de matón, el policía se dirige a un café del barrio de Pogolotti donde por las noches se reúnen los cabecillas de la potencia ñáñiga “Efore muna tanse”. Mediante el engaño, Ramírez consigue ser invitado a juramentarse con ellos. El día previsto para el bautizo del nuevo “ecobio”, la casa escogida para la ceremonia está vigilada por la policía de Marianao que aguarda una señal de Ramírez para atacar. Los tres ñáñigos que consiguen escapar del cerco juran vengarse del agente encubierto. El asesinato de Úrsula, la vieja criada de confianza y el secuestro de Estela la hija del policía, no se hacen esperar. Los secuestradores llevan su presa a la casa de la santera Ña Pancha, quien rehúsa los pleitos con la justicia. Su sobrino Luciano, opuesto a las prácticas fetichistas, contacta a Ramírez, pero cuando llegan, los ñáñigos han escapado con Estela hacia la casa de su aliada Rufina en Guanabacoa.

El encadenado de las situaciones es vertiginoso: nueva huida y persecución policial, salvamento por Luciano de Estela, asalto al automóvil en que escapan y recuperación del botín, descubrimiento durante una cacería del inanimado Luciano por dos periodistas que le instan a avisar a la Policía Secreta para reanudar la persecución de los ñáñigos, a la que se suman. Para despistar a la policía y no llamar la atención, en el trayecto a Matanzas, se mezclan con el público que entra en el Gran Circo Santos. Vuelven a evadir el acoso de sus perseguidores hasta que son vencidos. Por su valor y sagacidad, Luciano es premiado con el ingreso en el cuerpo de la Policía Secreta, a la cual presta importantes servicios. Su primera misión es detener a Riverón, el último secuestrador en fuga.

Galería de Imágenes

Comentarios