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Guerra que pierde dentro y fuera

31 de julio de 2017

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Hace tres años se declaró formalmente cumplida la retirada de las fuerzas militares norteamericanas que ocupaban Afganistán, pero todo fue un sofisma, como las anunciadas victorias de George W. Bush contra el Talibán y la resistencia afgana, la de Obama al ser “liberada” mediante bombardeos, desde el aire, extensas zonas limítrofes con Paquistán, y la que, pienso, hará el actual mandatario Donald Trump, si logra apuntalar a un régimen que, como los anteriores, circunscriben ocasionalmente su mandato a Kabul y otras ciudades.

Hasta el propio derechista periódico español “El País” ha reconocido lo fallido de los numerosos anuncios de victoria de EE.UU. y los aliados que le apoyan en la injusta y sangrienta aventura en territorio afgano, donde el pueblo se ha visto constreñido a ser un vagabundo en su propio país, o huir hacia otras latitudes, tratando de llegar a la Europa que lo desprecia.

Pero la resistencia afgana, integrada por varios grupos, no solo el Talibán, todos sindicados por Occidente de terroristas, ha vencido todo tipo de vicisitudes en gélidas zonas y la muerte por hambre, para mantener su presencia en lugares donde el invasor no se atreve a llegar o bajar.

La anunciada retirada fue solo un anuncio verbal, sin fundamentos, porque la presencia militar estadounidense continuará allí hasta el 2024 y seguida por otros cuatro años de las tropas de otros aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Pero, realmente, con los más recientes acontecimientos en Kabul y otras zonas donde los ocupantes pensaban que se habían hecho fuertes, todo podría salir distinto, con una guerra interminable, para beneficio de la industria armamentística norteamericana, o el incremento del rápido regreso de los agresores… en ataúdes.

Solo observemos que acciones rebeldes, siempre achacadas al Talibán, han hecho mella en el Palacio Presidencial, tres bases militares norteamericanas, sedes legislativas, campos de entrenamiento del ejército y policía, con disparos dirigidos a eliminar a los instructores estadounidenses. A ello se agrega las altas bajas causadas al Estado islámico, que EE.UU. dejó penetrar en Afganistán para enfrentarlos a sus enemigos talibanes.

Si esta debacle imperial se está produciendo en estos momentos en Afganistán, en Estados Unidos, aunque acallado por la gran prensa, ocurren hechos acerca de los soldados que logran regresar del conflicto afgano, que se suman a los de otras crueles guerras de Estados Unidos en otras latitudes.

Un diario, “The Hill”, volvió a escribir sobre un recurrente hecho que sigue abandonado en gran parte por el establishment: la situación caótica de los veteranos estadounidenses de las guerras en Afganistán, Iraq y otras latitudes, cuando intentan reincorporarse a la vida civil.

Aunque esto tiene sus precedentes históricos, la composición actual de las fuerzas armadas y las misiones que estas cumplen hacen que las dificultades sean mayores en comparación con otras épocas, agrega el texto, firmado por Adin Dobkin, analista de temas de seguridad nacional.

El estrés postraumático y las lesiones cerebrales severas son algunos de los padecimientos que más afectan a los excombatientes, y el tratamiento que se les aplica deja mucho que desear, a pesar de los avances científicos de los últimos años, añade Dobkin.

Aproximadamente uno de cada cinco veteranos de Afganistán o Iraq sufre algunas de estas dos enfermedades y los exmilitares por lo general tienen un estado de salud deplorable, padecen de depresión y dolores crónicos.

Los efectos de esas y otras dolencias tienen consecuencias mucho más graves, por las dificultades que encuentran estas personas para reincorporarse a la sociedad, lo cual hace que se preoduzcan como promedio 22 suicidios diarios de ex miembros de los servicios armados, agrega el autor.

Recuerda Radio Habana Cuba que la revista Reporte Mensual de Vigilancia Médica, editada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos, informó recientemente que entre los militares en activo y retirados estadounidenses el suicidio es actualmente la principal causa de muerte, por encima de las víctimas fatales que ocurren en combate.

El Departamento de Asuntos de Veteranos (DAV), agencia federal que atiende a los excombatientes estadounidenses, estuvo en el centro de un escándalo tras la muerte de 40 de ellos en un hospital de Phoenix, estado de Arizona, debido a demoras sistemáticas para recibir atención médica oportuna.

Una auditoría realizada a dicho Departamento mostró que más de 120 000 exmilitares en todo el país se veían obligados a permanecer en listas de espera por largos períodos antes de recibir la atención médica que requerían.

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