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Brasil: entre lo “legal” y lo moral

29 de mayo de 2017

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Definitivamente esclarecido el hecho de que el golpe de estado parlamentario-judicial-mediático contra la presidenta constitucional Dilma Rouseff tuvo el origen más espurio y viciado hasta el tuétano, con hechos de corrupción y soborno desde el principio a fin de lograr la programada destitución, se abre ahora ante el poder judicial brasileño – particularmente el Supremo Tribunal Federal – que tendrá que dilucidar y decidir acerca de cuestiones vitales para el probable futuro de ese país, una difícil disyuntiva entre lo “legal” y lo moral.

Todos coinciden en que una vez cumplido el rol que la oligarquía y el imperialismo le otorgaron para aparecer como cabeza visible del complot contra Dilma, aprovechando su condición de vicepresidente y sustituto reglamentario, Michel Temer pasará al basurero de la historia junto con su socio de fechorías Eduardo Cunha, ambos con los bolsillos repletos para ir a disfrutar a los Estados Unidos o a Europa.

A las poderosas clases dominantes brasileñas y a Washington resta ahora por encarrilar y conducir prudentemente el proceso que garantice sin sobresaltos el tránsito entre Temer y un sucesor de semejante ideología pero con una imagen algo más pulcra y aceptableque la del predecesor defenestrado.

Los poderes fácticos – incluidos los más influyentes medios oligárquicos de comunicación – no pueden permitir que la situación se les vaya de las manos y en medio de un notorio estado de efervescencia protestas y movilización social puedan generarse situaciones imprevistas, que obligarían a una represión generalizada y echar por tierra el carácter “constitucional de todo el mecanismo echado a andar.

En una nueva situación quedaría por definir la fecha de las esperadas elecciones presidenciales directas, que la mayoría de la población pide sean inmediatas, pero los procedimientos “constitucionales” establecen como indirectas e incluso otros prefieren aplazar hasta el 2020.

Otra incógnita importante a definir sería el futuro electoral de Luiz Inácio Lula Da Silva, convertido en un verdadero fantasma diabólico para la oligarquía, ante la posibilidad de que pueda ser el candidato presidencial ganador en caso de comicios limpios y transparentes, tal como reflejan las encuestas.

Los numerosos escándalos, falsedades y actos corruptos sin precedentes en que se ha visto envuelta la clase política brasileña, en especial la que se ubica dentro de los partidos tradicionales del sistema como el PMDB, el PSDB y otro socios menores eclipsan y convierten en fallidos buena parte de los intentos para enjuiciar a Lula y, lejos de ello, ensalzan su figura dirigente y la consolidan.

Por otra parte, resultó curioso y no poco relevante que en medio de los actuales acontecimientos Temer haya debido – menos de 24 horas después del desesperado decreto – anular su llamado urgente a la militarización de Brasilia, donde proclamaba un virtual estado de sitio en la capital. Si damos crédito a rumores reflejados por la prensa local, ello se debió a que los comandantes militares expresaron su desacuerdo con tal decisión, considerándola una función policíaca.

La corrupta oligarquía brasileña y los políticos y jueces a su servicio han destapado una peligrosa caja de Pandora y ahora acuden presurosos a evitar consecuencias que los involucran a todos por igual.

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