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Acuerdo, no rendición

29 de abril de 2017

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El asesinato de varios de los primeros guerrilleros amnistiados por el gobierno de Juan Manuel Santos en cumplimiento del Acuerdo de Paz firmado con las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) es un eslabón más de la larga cadena de incumplimientos de Bogotá al convenio, hoy más que nunca en peligro de que se rompa y eche al traste con años de conversaciones con varios países como garantes para terminar con una guerra civil de más de cinco décadas.

En este contexto no se han detenido los crímenes de activistas sindicales y campesinos, que suman más de un centenar y medio sin que se haya detenido a culpable alguno, al tiempo que bandas paramilitares prosiguieron la ocupación de las regiones abandonadas por las guerrillas, y siembran hoy el terror entre los pobladores.

Todos recordamos como el gobierno tampoco cumplió con las garantías logísticas en las zonas veredales donde se acantonaron las huestes revolucionarias, sin que se haya ofrecido un lógico presupuesto para tal fin.

No le ha hecho falta a la reacción encabezada por el expresidente Álvaro Uribe emprender campaña alguna para birlar al pueblo una paz que Bogotá la va convirtiendo en inoperante, al incumplirla no solo con las guerrillas, sino también con el pueblo colombiano y la comunidad internacional.

Lo más triste de esto es que las FARC-EP si ha hecho de tripas corazón y mantenido los pasos requeridos por el documento, que además del desplazamiento a zonas veredales, incluye el comienzo de la entrega de armas, que, a mi entender, es algo que se antoja crítico, porque a los combatientes se les ha estado situando en un plano de rendición, cuando no lo es.

Hay muchos ejemplos de incumplimientos que han causado decenas de miles y hasta millones de muertos, debido a trucos montados por potencias imperialistas, principalmente Estados Unidos, para aparecer como agredidas y atacar a pueblos más pequeños y aparentemente indefensos.

 

 

No todo está perdido

Hace falta recapitular sobre lo hasta ahora acaecido:

Los acuerdos de paz firmados entre el gobierno colombiano encabezado por el presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC, es uno de los hechos más importantes acaecidos en Colombia en el último medio siglo, y se convirtió en la esperanza del pueblo colombiano de poder acabar con la guerra interna vivida por más de 52 años, y así lograr que las nuevas generaciones nazcan y vivan en medio de una vida digna, incluyente y en paz con justicia social y duradera.

Estos acuerdos tienen tiempos, condiciones y responsabilidades compartidas por las partes que los firmaron, y queda claro que cumplir los acuerdos es cumplirle a Colombia. Desde diferentes puntos del territorio nacional, miles de hombres y mujeres pertenecientes a las FARC, iniciaron lo que debe ser su última marcha en condición de organización político militar hacia las Zonas Veredales Transitorias de Normalización, la misma marcha que los guerrilleros consideran como la primera de la esperanza hacia la concreción de la paz.

Muchos de los frentes, comisiones y bloques guerrilleros se movilizaron durante días por tierra, agua, a pie, en camiones o camionetas 4×4, debido a las difíciles condiciones de acceso a los lugares donde deben estar concentrados por seis meses. Allí, según se lee en los acuerdos firmados, la guerrilla continuara su formación política, económica, cultural y social, con miras a enfrentar su reincorporación a la vida civil.

Formación que no ha sido posible llevar adelante y se complicará, porque las aproximadas 5000 unidades de la guerrilla más antigua de América Latina se encontraron con la sorpresa que los lugares a donde llegaron a cumplir su compromiso, no contaban con la mínima condición de vida digna. El gobierno no cumplió con su parte, y lo único que tenía listo era el terreno, aunque en ninguno existían condiciones de habitabilidad, carecen de alojamientos, baños, del servicio de agua y también de energía, aunque los acuerdos indican que tendrían incluso centros médicos, lugares como canchas de futbol, en conclusión: condiciones suficientes para la estadía de las personas que allí se concentraran, no solamente de la guerrilla, sino de las comisiones de verificación.

A estos lugares determinados conjuntamente entre el gobierno y las FARC, llegaron comandantes guerrilleros que pertenecen al Secretariado, entre ellos Joaquín Gómez y Pablo Catatumbo, quien manifestó: “las FARC cumplimos nuestra palabra, aquí no se trata de creer o no, es que firmamos un pacto, firmamos un acuerdo de paz ante el país y la comunidad internacional, y estamos obligados a cumplir, y estamos diciendo, las FARC cumplen como queda demostrado hoy, y vamos a exigir al gobierno que cumpla la parte que le corresponde”.

No solo hay que arreglar esta situación, sino los graves problemas antes indicados, por lo cual el presidente Santos debe asumir una posición digna, y no la que tuvo hace algunos días, cuando criticó al gobierno de Venezuela, un GARANTE IMPORTANTE del Acuerdo de Paz, afirmando que el Gobierno Bolivariano era todo un fracaso, haciéndole el juego a la OEA y a los planes golpistas del imperialismo

Es justo el momento para que Santos se ponga al frente de esta situación, porque el incumplimiento puede entorpecer los tiempos y alargar el proceso de desarme y reincorporación de los alzados en armas, e igualmente dar alientos a quienes no creen en la paz para insistir en que el proceso es tan frágil que si ellos llegan al poder en el 2018, podrían tumbarlo o cambiar abismalmente las condiciones.

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