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Escupir hacia arriba

13 de marzo de 2017

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Volviendo al refranero popular, tan útil y sabio, recordemos un viejo adagio que advierte: “No se debe escupir hacia arriba”. Evidentemente al realizar tan desagradable acción se corre el riesgo inevitable de que su autor se convierta en el más perjudicado y sorprendido.

Tal refrán nos vino a la mente cuando examinábamos las informaciones de prensa relacionadas con la manera inhabitualmente discreta y casi silenciosa con que el Departamento de Estado de los Estados Unidos acaba de dar a conocer su más reciente “Informe Anual sobre derechos humanos”, que no incluye al país imperial pero se atribuye el derecho de enjuiciar a su antojo a todas las demás naciones del mundo.

Si tenemos en cuenta las propias denuncias y mordaces críticas del candidato Donald Trump durante su campaña electoral respecto a la situación de inseguridad ciudadana generalizada que se vive dentro de las principales ciudades de Estados Unidos, sumidas en constantes tiroteos y sus secuelas de represión e incertidumbre, no es de extrañar que la actual Administración trata de evitar “escupir hacia arriba” y mantener al otrora sobre dimensionado Informe en un perfil más bajo, que pueda eludir un mayor ridículo mundial en el ejercicio de tales documentos infundados y selectivos, basados en el interés geopolítico del Imperio.

No es casual que el secretario de Estado recién designado, el magnate petrolero Rex Tillerson, dijera ante el Senado en su audiencia de confirmación que “no es razonable esperar que la política exterior se conduzca solo por consideraciones de derechos humanos”.

Otros analistas, sin embargo, atribuyen el hecho a un premeditado propósito del nuevo presidente por restarle relevancia y protagonismo al Departamento de Estado, cuyos funcionarios no ocultaron un abierto rechazo a Trump durante la campaña electoral.

Se aprecia claramente que, desde su llegada a la Casa Blanca, el mandatario ha concentrado la dirección de la política exterior estadounidense en un reducido grupo de asesores personales que lo acompañan desde los días de candidatura, le son incondicionales e incluye a varios familiares.

Especialistas en el tema, desde diversos países, coinciden en que el controvertido informe –con pretensiones de convertirse en una suerte de “Biblia” de los derechos humanos en el mundo según la visión imperial– ha recibido ahora un duro golpe desde la misma Casa Blanca, aparentemente rehacia a levantar un tema en el que salen bastante mal parados y desprestigiados por acción y omisión.

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