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Servilismo al por mayor

6 de marzo de 2017

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Regímenes serviles hay en todo el mundo, y América Latina no escapa de ellos, por el contrario, cuando se encuentra viviendo en una etapa donde las fuerzas de la derecha han logrado avanzar en países que han tenido gobiernos con políticas favorables para los pueblos.

Pero la propaganda desinformadora, la compra de conciencias, la corruptela imperante, hace lo suyo, y para mal, y he ahí que el actual gobierno de Honduras, no obstante querer parecer democrático –a lo occidental, claro–. no ha podido evitar el escándalo en que está envuelto desde el asesinato hace un año de una de las más importantesluchadoras por los derechos civiles y el medioambiente, Berta Cáceres, con demostrada participación de agentes de inteligencia y policiales, a algunos de los cuales no les ha quedado más remedio que aprehender.

Berta, líder de la mayoritaria etnia indígena lenca, se había convertido en un dolor de cabeza y estorbo a planes de transnacionales que pretenden envenenar aguas y tierras de una amplia zona hondureña para explotar el rico subsuelo nacional.

Honduras no es la excepción en la representación de una élite criminal. No piensen que son palabras peyorativas dichas al calor de la justa indignación por crímenes de toda laya que permanecen impunes, por mucho que se trate de disfrazar.

Hay que estar conscientes del servilismo de los regímenes que desgobiernan el país, luego del golpe de Estado al presidente Manuel Zelaya en el 2009. Y es que tales gobiernos, como el actual, tienen sus beneficios. Aunque incompleta, porque es mucho más alta, veamos una buena muestra de lo que decimos:

Después del golpe del 2009 se han otorgado más de 300 concesiones para proyectos de extracción, sin hacer los procesos de consulta previa, libre e informada que establece el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo. Los beneficiados son una élite empresarial de este país, el capital trasnacional -en su mayor parte- y funcionarios públicos que son diputados, pero a la vez empresarios, como accionistas de esos programas.

Honduras ha sido un país ocupado históricamente desde la década de los ‘70 por ser el lugar donde operaban los grupos contrainsurgentes de los denominados “contras”, que atacaban los procesos revolucionarios de liberación en los momentos de los conflictos armados más serios en Centroamérica.

Desde entonces es un país estratégico para hostigar a los procesos revolucionarios y liberadores de otros países. Actualmente, se utiliza para subvertir a países como Venezuela, Bolivia y Ecuador, como poco antes hizo con Argentina y Brasil.

Fue un laboratorio de nuevos golpes de Estado, de los “golpes blandos” como les llaman. Es un experimento que luego se puso en marcha en todo el continente, y ahora se viven sus nefastos resultados. El golpe en Honduras fue un golpe a la democracia de todo el continente.

Todo eso responde a intereses económicos donde no importa la vida de las personas, especialmente de los pueblos indígenas y de los seres que habitan los países del llamado Tercer Mundo. Todo gira en torno del capital. Por eso hay que seguir condenando a este sistema capitalista, racista y patriarcal, como expresaba la asesinada Berta Cáceres.

Infinito sería el trabajo para acotar todo este servil desmán, pero veamos un último examen por el momento sobre la situación judicial en torno al crimen y la denuncia que hizo Berta sobre el proyecto denominado Agua Zarca:

Hasta ahora, lunes 6 de marzo del 2017, los autores intelectuales no han sido ni siquiera investigados, muchos menos encarcelados. Las 33 denuncias que interpuso Berta en el 2015 por amenazas de muerte, de violación, de secuestro de sus hijos y su nieto, ninguna de ellas fue escuchada. Ella tenía medidas cautelares otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos A pesar de eso, el Estado hondureño no hizo nada para protegerla y, por el contrario, fue cómplice de su asesinato.

Es algo conocido por muchos, no por todos, lo cual es bueno recordar como una muestra de las miles que hay del servilismo al por mayor de la elite criminal que ocupa el poder en Honduras.

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