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Especie de suicidio

17 de febrero de 2017

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litigio 14

 

Para nadie es secreto que las reacciones del carácter pueden afectar nuestra salud. Una emoción fuerte, motivada por una alegría o por una tristeza, puede producir una reacción psicosomática y provocar un accidente cerebrovascular o cardiovascular. Así de sencillo.

Resulta muy difícil controlar esas emociones, que provienen generalmente del mundo que nos rodea. Pero hay otras características de la personalidad que dañan por igual, y que propician, junto con el estrés y la depresión, un daño irreparable: la ira.

Sentimiento a veces incontrolable, no solo mina el carácter, sino que puede dañar las relaciones sociales. A pesar de su significación funcional, junto con la hostilidad, son componentes del patrón de conducta responsables de trastornos coronarios u otro quizás no tan dramático, pero no menos importante, como es la hipertensión.

Los escépticos niegan tal influencia en la salud, quizás porque sienten ese irreprimible estado habitual de ánimo. Personas que viven en ebullición constante, y ante cualquier situación que no sea de su agrado, explotan, y se convierten en seres rechazados o temidos en su medio.

Las investigaciones confirman que la ira alcanza la misma magnitud e intensidad que el estrés y el miedo, por lo que se llega a la conclusión, que las personas coléricas, incapaces de controlar su ira, corren el peligro de una irremediable situación física invalidante, y de no poderse controlarse, esas reacciones extremas pueden considerarse una especie de suicidio.

Una visita a tiempo al psicólogo les enseñará las vías indispensables para canalizar tales emociones negativas, de forma tal, que le permitan a domeñar su carácter, para encontrar la paz necesaria.

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