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Enrique López Alarcón

10 de febrero de 2017

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Enrique López Alarcón trabajó el periodismo, el drama y el verso. Hoy día no es muy recordado en Cuba, pero el autor malagueño fue conocido en los cenáculos literarios de su país y de algunas naciones de América Latina, por las cuales se movió en su largo exilio republicano.

Fue hallándose en La Habana donde publicó el poema en que establece orgulloso su condición de español: Luzco del mundo en la gentil pavana, / sobre el recio tahalí de mi tizona, / una cruz escarlata, que pregona / mi abolengo de estirpe castellana.

López Alarcón es personalidad interesante de las letras españolas y disfrutó de popularidad entre los lectores de las primeras décadas del siglo XX, cuando su producción literaria abarcaba diversidad de géneros.

Nació en Málaga el 22 de junio de 1881, en la Universidad de Granada hizo estudios, aunque no llegó a graduarse y en el Madrid de los inicios del siglo, hacia 1903, publicó sus primeros trabajos periodísticos. Escribe para La Época, La Tribuna, El Nuevo Evangelio, El Mundo, El Intransigente y La Mañana, funda La Gacetilla y el periódico literario Gil Blas. Se le envía como corresponsal de guerra a Marruecos y de la experiencia bélica extrae el material para su libro Melilla en 1909, crónica de un testigo de los sucesos allí vistos. Ya antes había publicado su volumen de versos titulado Constelaciones (1906). López Alarcón ronda los 30 años cuando se le conoce ya en la Península.

La obra para el teatro lo ocupa bastante: Golondrina, Con mujer y sin mujer, La sal de Madrid, Voy a ser cocota, Vivir, La Dictadura, Romance caballeresco, Los majos del Perchel… también escribe obras en colaboración con otros autores. El drama romántico, la comedia picaresca, la lírica y la zarzuela, manejados con gracia y diálogos acertados le confieren el beneplácito de los críticos y espectadores.

Tras la guerra civil en España, embarca hacia América. Primero se detuvo en Panamá y en República Dominica. Llegó a Cuba a mediados de 1940. Impartió conferencias en la Institución Hispano Cubana de Cultura, trabajó para la radio los temas de la política internacional, dirigió puestas en escena, dio clases, publicó en la prensa. Los periódicos El Mundo, Ataja, El País, Diario de La Marina, las revistas Bohemia, Lux y otras acogieron sus colaboraciones.

Escribió el prólogo para el libro Lecturas criollas, del periodista Manuel Cuéllar Vizcaíno y publicó varios libros, entre ellos Soy español. Madrigales y otros sonetos, de 1940; el poemario Martí, Reflejos del Sur, de 1953.

En Cuba permaneció hasta su muerte, el 28 de noviembre de 1963.

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