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Aprender a nadar contracorriente

27 de enero de 2017

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Ciertamente la adolescencia es una etapa de la vida en la que las emociones suelen ser cambiantes, extremas y hasta tormentosas porque no tienen la suficiente experiencia vital que les permita a estos jovencitos manejar su vida afectiva equilibradamente. Las razones son diversas, y una de estas ya la dije, que es la inexperiencia pero también influyen otros aspectos como son el que los adultos dan por hecho que todos los adolescentes van tener conductas emocionales descontroladas como parte del proceso de desarrollo, y cuando estos manifiestan por ejemplo, enojo ante la decisión de la familia de visitar a la abuela el domingo, cuando lo que quiere el adolescente es irse a la playa con amigos, y ante esta explosión se le toma como algo “normal porque es un adolescente”, lo que hace la familia es incentivar este descontrol y como consecuencia no se propicia el alfabetismo emocional. Lo que se debe hacer es estrechar la comunicación entre adultos y adolescente para darle participación en la toma de decisiones y –muy importante– que las conductas descontroladamente emocionales no son de ninguna manera la forma de expresar descontento e inconformidad.

Otra razón de esta emocionalidad excesiva es la necesidad de llamar la atención, aquí la expresión emocional se acompaña generalmente de conductas peligrosas, que incluso pueden atentar contra la salud, la vida, ya que en la escuela se puede ver que el estudiante tranquilo, estudioso puede ser centro de burlas o es alejado del resto, siendo más popular el que contesta, el que es castigado, el que se sube a la azotea para hacer peripecias, y he sabido que hacen cosas como competencias de velocidad en bicicleta en lugares céntricos sin respetar las regulaciones del tránsito, lo que les hace que la adrenalina los vuelva más audaces y por tanto con conductas más peligrosas.

El consumir alcohol y otras sustancias adictivas es otra conducta que les hace sentirse emocionalmente exaltados, y asumen la errónea creencia de considerarse superiores y al mando de su vida, y son estas actitudes las que ponen en peligro su salud y su vida. La ira, la ansiedad, la tristeza aparecen alternativamente, ya que un día puede estar escribiendo poemas de amor y llorando porque no es correspondido, al adía siguiente ponerse ansioso ante un examen o iracundos porque su madre no lo deja ir a una fiesta. Ciertamente que los cambios hormonales que este organismo está sufriendo tienen un lugar importante, pero de ninguna manera es justificación para creer que no es susceptible de manejar, de educar la vida afectiva de los jóvenes, ya que si nos sometiéramos a las leyes de la biología y no superáramos estas trampas que nos pone, estaríamos a nivel de los animales. La naturaleza no nos dio alas y para superar esto inventamos el avión, el submarino porque no podemos respirar debajo de al agua y así miles de ejemplos, y esto se ha logrado porque nos hemos educado y aprendido para enfrentar los retos que la vida nos impone, y si de emociones hablamos en la adolescencia no se puede dejar camino por vereda, o lo que es lo mismo, no se puede tomar al camino sencillo de esperar que la naturaleza haga el trabajo de aplacar y organizar la vida afectiva de ellos.

Si se adopta esta actitud de despreocupación, el camino de crecimiento en la vida de los jovencitos es muy problemático y el resultado son adultos analfabetos emocionales y muchos serán victimas o victimarios en eventos trasgresores que le traen enfermedades, no alcanzar metas loables, expulsión de escuelas, pérdida da amigos, de la confianza de los familiares, sufrimiento de padres e incluso cárcel y hasta la muerte. Por eso es que no me canso de decir que es imperioso estar atentos a la educación de los adolescentes y no olvidar que las emociones, su vida afectiva es parte de esta educación y es un factor que matiza sus conductas, las buenas y las malas y aunque es difícil, lo es más nadar contracorriente y si de salvar la vida se trata, lo hacemos, así que los adolescentes se merecen mayor esfuerzo.

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