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Carteles en Concurso: maximizar el concepto de cine

12 de diciembre de 2016

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Es costumbre en los días del Festival que en la galería del Cine Chaplin se exhiban los carteles que acompañan a las películas, cortos y documentales que optan por el Premio Coral: es la manera encontrada por los organizadores de la cita cinematográfica para ampliar o maximizar el concepto de séptimo arte.

En cada edición del Festival –esta no es la excepción–, se realizan una serie de acciones culturales  –inauguraciones de exposiciones de pintura, fotografías, carteles, presentaciones de libros y realizaciones de conciertos– que completan la mirada hacia el cine; ello muestra, sin dudas, el interés marcado de los organizadores del Festival por incrementar la educación visual en torno a este arte.

A diferencia de años anteriores, lamentablemente, no podemos decir que es una muestra amplia: solo fueron seleccionados 24 carteles y de ellos, 9 son realizados por diseñadores cubanos.

Comparativamente, encontramos calidades disparejas si se compara el cartel producido en Chile, Brasil o República Dominicana, por ejemplo, al que se produce en la Isla: los primeros, casi todos, van por el trillo de informar sobre el largometraje –función primera del cartel–; pero uno percibe que no pasa de ahí. Es decir, no se aprecia una búsqueda, una indagación profunda, una sugerencia, una insinuación y, en muchos casos, están realizados siguiendo los cánones impuestos por la cartelística norteamericana, que es muy válida y funciona a nivel comercial, pero no es la nuestra.

La entrega cubana incluye carteles realizados por Víctor López Fuentes (Esteban), Javier A. González Borbolla (La costurera), Fabián Muñoz (Manos de padre), Juan Carlos Cendán (Ya no es antes), Víctor Junco (La cosa humana –dos versiones), José Pepe Menéndez (Sharing Estela), Marian Quintana (Los caminos de Centeno) y Claudio Sotolongo (Vivir bajo la lluvia) y Alejandro Rodríguez Fornes (Alucho) y Alberto Nodarse (Tinti) (El camino de la vida).

Sería muy provechoso que la producción de carteles fuera mayor y más representativa. De ahí, las siguientes inquietudes: ¿será que los responsables de enviar los carteles junto a las películas no lo hacen?; ¿será que en Latinoamérica no se está produciendo el cartel cinematográfico de manera sistemática y ordenada?; ¿será que los diseñadores no están motivados por realizar carteles?; ¿será que hay pocos encargos?: habrá que buscar razones y respuestas.

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