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El Engañador

6 de enero de 2017

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Las decenas de ruptura de la tregua para buscar la paz en Siria pone al descubierto una vez más la colusión del imperialismo norteamericano con el Daesh o Estado Islámico, pese a la extensa e intensa propaganda en contra, encabezada por los más potentes, importantes y mentirosos medios de comunicación en el mundo.

Armas norteamericanas en las manos de los “nuevos” terroristas, quizás asesoría de la inteligencia estadounidense para golpear en los puntos más críticos y una continuación de las acusaciones contra el ejército ruso tratan de ocultar los enormes crímenes del Imperio en la región, que solo en Siria, en cinco años, han hecho perder la vida a más de 400 000 personas, casi todas civiles, y obligado a millones de personas a huir de sus hogares, desplazadas a países vecinos o jugándose la vida en el cruce del Mediterráneo, a fin de carenar en tierra de los aliados y cómplices de Estados Unidos en la agresión.

Algunos han regresado a sus hogares y ciudades semidestruidos, y han vuelto a ser objeto de agresión de aquellos que no se resignan al triunfo del Ejército sirio, con el apoyo solidario y decisivo de Rusia y fuerzas progresistas libanesas, además del aliento iraní.

Es mucho para un mal perdedor que toda la vida ha engañado a la humanidad, y en el caso de Siria ha tratado de ocultar que en su inútil dirección de una coalición aliada, y reaccionaria, lo que hizo fue destruir metódicamente la infraestructura económica siria, sin molestar ni con el estallido de un petardo el saqueo del petróleo de las instalaciones petroleras del país árabe usurpadas durante mucho tiempo por los terroristas, que así, entre otras fechorías, sufragaban en parte el armamento asesino, sin contar con la “generosidad” saudita y de sus aliados de las satrapías del Golfo.

Algo que pensar ofrece este panorama del que se presenta como víctima del terrorismo, Estados Unidos, cuando en realidad lo propicia con su terrorismo de Estado y disfraza con autoatentados la justificaciónpara sus represalias.

Es más, todo ello ayuda a hacer desaparecer las dudas de que esté detrás de los más recientes atentados a países considerados como sus aliados, como Alemania, Francia y Turquía, a fin de buscar el mayor respaldo de Berlín y París, y castigar a Ankara por haber seguido en los últimos tiempos la política antiterrorista de Moscú.

Quizás un mérito de Putin es hacerle comprender a Erdogan –por lo menos en estos momentos– que sus verdaderos enemigos son los terroristas, que comete errores al respaldar la política de sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en la región y que no trate de aniquilar a los kurdos que en territorio sirio, incluso con sus batallones femeninos, han hecho morder el polvo de la derrota al Estado Islámico, incluyendo la muerte de sus dos principales jefes bélicos, porque los políticos parecen que están bien resguardados.

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