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Evolución histórica de la relación entre sostenibilidad social y Centros Históricos

18 de noviembre de 2016

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Antigua Guatemala

 

Desde los años treinta del siglo pasado se han redactado documentos internacionales (cartas, manifiestos) acerca de la preservación de los bienes patrimoniales. Entre todos ellos resulta oportuno destacar la Confrontación de Bolonia redactada en 1974. En ella se acotan una serie de presupuestos para reconocer la dimensión social de la recuperación de los centros históricos; la necesidad de garantizar viviendas y servicios a los sectores medios de la población y la permanencia de sectores de bajos ingresos; así como el control del precio de los alquileres. También se remarcó la importancia estratégica de la participación ciudadana y la conservación de los hábitos de vida, costumbres y tradiciones de la población local. Todo ello, apunta a temáticas importantes a considerar en el concepto de sostenibilidad.

También la Carta de Petrópolis, Brasil de 1987, destaca gran cantidad de observaciones en el ámbito social: incluir a la comunidad en la toma de decisiones sobre planificación; fortalecer a los líderes de la sociedad civil; crear una conciencia ciudadana acerca de sus deberes y derechos para con el patrimonio cultural; garantizar adecuadas condiciones de vida y de trabajo, así como reconocer la recuperación del patrimonio como un beneficio tangible para la comunidad.

A pesar de las declaraciones existentes, el patrimonio de los Centros Históricos, sigue siendo fundamentalmente el “patrimonio histórico” de los edificios y de los monumentos. Según el sociólogo René Coulomb se aprecia una escasa atención a la problemática social de los Centros Históricos reflejado en los escasos diagnósticos existentes y, sobre todo, en su carácter superficial. Agrega que los inventarios y catálogos de edificios, monumentos, mobiliarios y espacios públicos siguen teniendo el predominio sobre los mapeos sociales, e incluso económicos de las ciudades históricas.

Fernando Carrión considera que los Centros Históricos no son un problema técnico sino un problema político, por ser el espacio de mayor confrontación urbana. Sin embargo, los diversos patrimonios simbólicos han sido subsumidos por una simbología hegemónica que niega la heterogeneidad: lo colonial, lo monumental, la expulsión. En otras palabras, un discurso que plantea un retorno a los orígenes (cuando es el lugar que más cambia de la ciudad), un criterio físico-espacial de lo histórico y una visión de lo social como freno.

Por considerar lo social como un freno es, entre otras cosas, que no abundan los proyectos inclusivos sino de exclusión de la población originaria de estos espacios. En este caso, tenemos a Antigua Guatemala, dónde se ha perdido gran parte de la población originaria, han sido expulsados a la periferia, se ha dado un fuerte proceso de gentrificación. Este centro histórico se ha convertido en un centro de diversiones nocturnas. Este ejemplo no constituye una excepción.

La Dra. Patricia Rodríguez plantea que la consideración de la sostenibilidad social como una de las temáticas emergentes de la gestión urbana a desarrollar en los centros históricos se debe a que “se precisa resolver graves conflictos sociales involucrando a la ciudadanía y dar carácter de equidad al proceso de desarrollo.

Aplicado a las acciones que se realizan en los Centros Históricos el concepto se dirige hacia la sistematicidad que deben adquirir dichas acciones, puestas en práctica a través de programas y proyectos. Esto se apoya en la posibilidad de contar con elementos de evaluación que permitan decidir la adecuación o falta de sostenibilidad de determinada institución, política o acción.

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