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“Amistad Funesta”: la única novela escrita por José Martí

21 de octubre de 2016

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Con el título de “Amistad Funesta” José Martí elaboró una novela en 1885 que no fue recogida inicialmente en forma de libro sino que salió reflejada en nueve partes en el periódico el Latinoamericano que se editaba en Nueva York.
En el prólogo de esta novela, él especificó cómo nació la idea de crear la citada obra al exponer: “En una hora de desocupación, le tentó una oferta de esta clase de trabajo: y como el autor es persona trabajadora, recordó un suceso acontecido en la América del Sur en aquellos días, que pudiera ser base para la novela hispanoamericana que se deseaba, puso mano a la pluma, evocó al correr de ella sus propias observaciones y recuerdos, y sin alarde de trama ni plan seguro, dejó rasguear la péñola, durante siete días, interrumpido a cada instante por otros quehaceres, tras de los cuales estaba lista…”
Martí explicó además que en la novela había de haber mucho amor; alguna muerte, muchas muchachas, ninguna pasión pecaminosa; y nada que no fuese del mayor agrado de los padres de familia y de los señores sacerdotes.
Algunos personajes de la novela revelan matices autobiográficos como las similitudes de don Manuel Valle y doña Andrea con sus padres, Mariano y Leonor.
También las características del protagonista, Juan Jerez, se asemejan a las del joven Martí.
Es muy interesante el drama pasional mostrado en esta obra que se desenvuelve dentro de un ambiente hispano americano. Martí pone, por ejemplo, en la voz de Ana, joven buena que está próxima a morir, frases llenas de gran contenido.
Una de dichas frases se refiere a que conoce dos clases de fieras, una que se viste de pieles, devora animales y anda sobre garras y otra de trajes elegantes, que come animales y almas y anda sobre una sombrilla o un bastón.
Y en relación con esto en la novela Martí plantea: “No somos más que fieras reformadas.”
Con respecto a esta novela, que también suele ser identificada como Lucía Jérez, el personaje principal, Martí se refirió en un poema que le enviara a Adelaida Baralt en el cual significó:

De una novela sin arte
La comisión ahí le envío:
¡Bien haya el pecado mío,
Ya que a usted le deja parte!
Cincuenta y cinco fue el precio:
La quinta es de usted: la quinta
De cincuenta y cinco, pinta
Once, si yo no soy rico
Para alivio de desgracias
¡Sea!: de lo que yo no quiero
aliviarme es del sincero
deber de darle las gracias.

Aunque Martí sólo escribió una novela, si le interesó este género literario acerca del cual ofreció algunas consideraciones. Incluso tradujo novelas de autores de gran prestigio a nivel internacional, como fue el caso de la obra Mis hijos del creador literario francés Victor Hugo, a quién lo catalogó en forma metafórica como “cabeza universal” que contaba con una inteligencia que va más allá de los idiomas.
Con respecto a lo que sentía al traducir, y mucho más una obra de Víctor Hugo, Martí llegó a afirmar: “Traducir es transcribir de un idioma a otro. Yo creo más, yo creo que traducir es transpensar; pero cuando Víctor Hugo piensa, y se traduce a Víctor Hugo, traducir es pensar como él, impensar, pensar en él.”

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