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Israel Rojas: “Yo llegué tarde a la música”

25 de julio de 2016

TRANSCRIPCIÓN DE LA ENTREVISTA DE MAGDA RESIK A ISRAEL ROJAS, EN EL ESPACIO ENCUENTRO CON, EN EL MARCO DE LA FERIA ARTE EN LA RAMPA

 

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MAGDA RESIK. Este es un espacio que se titula Encuentro Con, como ustedes saben. Este espacio lo auspicia la Asociación Hermanos Saíz desde hace muchos años, y se dedica a la conversación, al diálogo con personalidades, con hombres y mujeres del arte y la literatura cubana; en el caso de la actividad de hoy, la realizamos de conjunto con la Feria Arte en la Rampa, que auspicia el Fondo de Bienes Culturales, y unimos fuerzas en función de que el tiempo dedicado al espacio sea un tiempo útil de reflexión y de diálogo.

Hoy está con nosotros alguien con quien ya hace muchos años también había conversado para realizar esta entrevista larga. Hay quien sabe que ese es un sueño de larga data y que hoy se viene a cumplir. Será un diálogo, como ustedes saben, de inicio, que abre la posibilidad después de que el público intervenga, así que en un momento determinado de esta conversación, de este intercambio, ustedes tendrán la posibilidad de interrogar a nuestro invitado de hoy.

Nuestro invitado de hoy no necesita muchas presentaciones. Es uno de los músicos cubanos que más fama y popularidad ha adquirido, pero muy bien ganada. La ha conquistado desde el momento en que llegó al mundo de la música, ha tenido un tránsito por ese universo muy estable, de una estabilidad en los niveles de popularidad y gusto de un público que lo sigue, increíblemente no porque es una música pegajosa, no porque se trata de una música que apela a ciertas claves facilistas del mercado, sino porque es una música que nos hace pensar y especialmente reflexionar sobre la vida cotidiana, sobre las esperanzas y los sueños de las cubanas y los cubanos.

Yo estoy muy complacida de recibir hoy a Israel Rojas (APLAUSOS).

ISRAEL ROJAS. Bueno, muchas gracias.

Yo estoy dentro de la categoría de hombres y mujeres de la cultura, no exactamente de personalidades, porque ahorita me comentaban las enormes personalidades que han pasado por este espacio, el más reciente fue el gran maestro Fabelo, y para nada, yo creo que ni siquiera me acerco a la estatura de las personalidades que han pasado por aquí. Es verdad que hemos hecho nuestro trabajo en los últimos años, estos últimos 16 años de mi vida los he dedicado a la música. Y yo te agradezco que me hayan traído, con mucho cariño he aceptado la invitación tuya y de los compañeros de la Asociación.

MAGDA RESIK. Una Asociación con la cual has tenido una relación de trabajo intensa, muy intensa.

ISRAEL ROJAS. Fundacional.

MAGDA RESIK. Bueno, has recorrido el mundo, has crecido, has caminado por ahí, por otros sitios, por otros lugares. Y a la altura de los años, después que te has confrontado en muchos escenarios, cuando miras hacia Guantánamo, ¿qué cosa es ser guantanamero en el mundo de hoy? ¿Qué ha representado para ti?

ISRAEL ROJAS. Ser guantanamero es ser esencialmente caribeño, y esto uno no lo entiende hasta que llega a La Habana. Porque el habanero cree –y con esto no quiero para nada ofender–, hay muchos habaneros que solo conocen La Habana, y el guantanamero está obligado a conocer el resto de Cuba si quiere llegar a La Habana (RISAS). Entonces descubre, entre otras cosas, qué cosa es lo que te diferencia, en primer lugar, del capitalino, y luego, según vas desarrollando tu trabajo, qué te diferencia del resto de las regiones del país. Yo creo que lo que más nos resulta identificativo a los guantanameros, y a los orientales en sentido general, pero sobre todo a los santiagueros y a los guantanameros, es justamente nuestra capacidad mucho más acentuada de ser caribeños.

Yo me acuerdo de que cuando yo era niño, en mi propia cuadra, en mi propio barrio, tuve compañeritos en preescolar, en primero, segundo y tercer grados, que iban al aula, jugábamos en la calle, hablábamos por supuesto en español, dábamos la clase; pero en mi cuadra, cuando ellos llegaban a su casa, de la puerta para adentro se hablaba creole o se hablaba inglés. Yo pensé que eso era así dondequiera, y no es así dondequiera. Hoy la sociedad de descendientes de caribeños, en Guantánamo, es una sociedad que agrupa a muchas familias, incluso es una sociedad enorme, es una sociedad que hace ya muchos años que superó la sociedad de ex trabajadores de la Base Naval. Entonces hay un grupo de componentes caribeños que se te meten por los poros.

MAGDA RESIK. Incluso musicalmente.

ISRAEL ROJAS. Principalmente desde el punto de vista musical; en la música, esencial. Pero no sólo en la música: en la música, en la comida, en el gusto, en el habla. Nosotros, los santiagueros y los guantanameros, somos de una misma región georiental. Eso lo aprendí después con los años, que Cuba tiene varias regiones georientales.Y hablamos como hablamos, porque asimismo es como los francófonos caribeños hablan el francés, o como mismo los puertorriqueños hablan el español, o como mismo los dominicanos hablan el español, o como los jamaiquinos hablan el inglés; o sea, hablan de manera descuidada el idioma, porque es la suma de muchas georientalidades, muchas, por eso hablamos así tan mal, les decimos a las cosas lo que no es y formamos lo de nosotros cuando estamos en familia.

A mí me bastan dos días –dice mi mujer que yo el 30…–, porque para mí esos días son sagrados, el 31 de diciembre y el primero de enero para mí son sagrados con la familia; ya el día 3 yo regresé de Guantánamo, ya yo me pongo a hablar, y la gente me dice: “Oye, utiliza las eles, pronuncia bien” (RISAS). Entonces yo creo que esa conciencia uno no la tiene hasta que empieza a chocar con otras regiones, hasta que empieza a darse cuenta de cuáles son los elementos comunes. Y por otro lado, cuando empiezas a hacerte un guantanamero por convicción.

El que te abre la puerta, al menos a mí el que me abrió las puertas a ser un guantanamero por convicción, fue Regino Boti; o sea, es Boti el que desde su poesía, desde su interpretar ser guantanamero, nada más y nada menos que a principios del siglo pasado, te envuelve, te arrastra, te convence, y te hace sentirte muy orgulloso de haber nacido justamente en aquel hervidero de tantas culturas, de tantas maneras de ver el mundo, y sobre todo te dice: jamás te sientas con vergüenza de ser de aquí, porque tú deberías de estar orgulloso de ser de aquí no mesiánicamente: oh, estoy orgulloso de ser de aquí, porque el mar y la montaña, porque hay un salitre que te mata y un calor del cará, no es por eso; es por este grupo de cuestiones culturales que hacen de ese lugar un lugar mágico y maravilloso, si estás adentro y lo quieres ver. Y, bueno, pues para mí eso significa.

MAGDA RESIK. Bueno, un guantanamero convencido, reyoyo.

Bueno, en Guantánamo también tiene que haber, además de ese espíritu cultural, tiene que haber evocaciones, remembranzas, que te lleven al camino del hombre de la música y del arte que eres hoy. A lo mejor estuvo muy distante de tus momentos de la infancia, pero algo hay, porque Fabelo dibujaba con cualquier cosa, y a ti te puede haber pasado que la música te haya llegado de muchas maneras siendo pequeño.

ISRAEL ROJAS. La radio, fue la radio. Yo tenía un tío, que se pasaba el día entero con la radio, tanto en onda media como en onda corta. Él era muy fanático de la música de la salsa, siempre andaba buscando eso. Y justamente allí en Guantánamo pues confluyen todas las emisoras, las de Colombia, las de Venezuela, las de República Dominicana, bueno, las de todas las naciones que están cerca, nuestros vecinos. Y por supuesto, yo me vine a enterar que el rock and roll estaba prohibido porque me lo contaron los habaneros, porque yo tenía la Base Naval al lado ahí echándome rock and roll 24 horas por día. Entonces no tenía ese problema.

Entonces, en mi casa se ponía la televisión, había dos canales, el seis y el cinco, que era como se decía allá, y un plus, que era el canal de la Base. Nosotros, los guantanameros, veíamos “La mujer maravilla”, “El increíble Hulk” todas esas cosas porque las ponían en el canal de la Base; si daban propaganda contra la Revolución, yo no me enteraba porque era en inglés (RISAS). No, es verdad, nosotros lo que veíamos eran las series y oíamos la música, sobre todo los programas musicales. Y por otro lado, la radio.

Entonces, desde niños se nos pegaban las sonoridades. Mi tío era muy dado a tararear las canciones que se le iban pegando y yo, desde chiquitico, lo imitaba, y entonces nunca me podía faltar la radio. No es por gusto que en el año 2013 nosotros hicimos un disco que se llamó “Dial”. “Dial” es como a una evocación a esa radio y a ese proceso formativo que para mí en lo musical, primero en lo musical, luego en el resto de las cosas, para mí definitivamente fue la radio.

Yo sigo creyendo que la programación de radio en Cuba es bastante buena, es muy completa, es muy informativa y muy formadora, sigo creyendo que se hace mucha mejor radio que televisión, y sigo creyendo que es una lástima que ya la juventud no escucha la radio.

MAGDA RESIK. Y la radio tiene su encanto.

ISRAEL ROJAS. Para mí tenía toda la capacidad de imaginar posible. Mi mamá me castigaba porque yo era un estudiante bastante travieso y, además de los pescozones que me daba –que menos mal que me los dio–, me castigaba: hoy no vas a ver las Aventuras, te vas para el cuarto, y eso para mí era una desgracia, hasta que descubrí que en el cuarto estaba el radio. Yo nunca se lo dije, pero fue así.

MAGDA RESIK. Calladito.

ISRAEL ROJAS. Me iba para allí, me ponía a imaginar, y ponía un trozo de ventilador que había allí, que era como el micrófono, y me ponía a soñar –contenidamente porque, si mi mamá me oía, probablemente me pasaba para otra parte–, a cantar ahí lo que se me ocurría. Guardo muy buenos recuerdos de esa época.

MAGDA RESIK. Tu mamá te debe haber querido mucho, pero si te castigaba porque…

ISRAEL ROJAS. No, porque yo también era de anjá. Yo siempre lo digo, y cuando yo digo estas cosas mi mamá se pone triste, se le humedecen los ojos; pero yo soy… Tú sabes que los escultores, a cincel y martillo, tatúan su obra, yo soy la escultura de mi madre.

MAGDA RESIK. Bueno, esa es la música, pero tú tienes una nota de cronista, y tienes un poeta que te acompaña, que te ronda, que te hace soñar, que nos regala los versos que todos tatareamos. Eso, o vino contigo, o es un don que se te dio. ¿Pero qué explicación le das a la poesía a estas alturas?, porque no es solo música. Yo creo que en el caso de la fama que ha recibido el dúo Buena fe, el peso mayor lo tiene lo que dicen las canciones.

ISRAEL ROJAS. Vuelvo otra vez a mi familia: mis abuelos eran iletrados, a mis abuelos los alfabetizó la Revolución; a mis padres, ambos, desde muy chiquitos, fue el proceso revolucionario el que los arrastró: los mandó a la beca, a mi papá lo hizo lo que es, a mi mamá también, y así pasó con mi tío también. Entonces mi familia yo digo que era una familia de ex becarios, eran fan a reunirse en la mesa, a conversar, a despalillar un discurso, la novela, todas esas cosas, y además mi mamá era profesora de Preuniversitario cuando aquello, y desde muy chiquitico andaba yo con ella de la mano, de aula en aula. Entonces esa manera de comunicarte, de siempre estar atento a lo que se dice, de participar y de meter la cuchareta, siempre fue muy orgánico en mi caso. Yo creo que eso fue tan consustancial, que un buen día, ya de adolescente, descubrí que se me daba bien aquello de hacer canciones, y empecé como un juego, con los amigos, como casi siempre ocurre con los adolescentes, y aquello se convirtió en un vicio. Las canciones trataban de que los amigos me quitaban las novias, del amigo que me ponchó en la pelota, cosas así. Y luego, cuando fui mejorando, fui ascendiendo académicamente, pues fueron reflejando mis preocupaciones. La canción, no la poesía, la canción.

Hay amigos que me han dicho: caramba, ¿por qué no te dedicas a escribir poesías? Porque le tengo pánico, le tengo demasiado respeto. Yo me expreso con más libertad en la canción, o sea, esa palabra que viene acompañada ya de la melodía y de cómo me gustaría que sonara; o sea, que la melodía vaya contando el estado de ánimo que va diciendo la realidad.

MAGDA RESIK. ¿Pero cómo empieza?

ISRAEL ROJAS. No, por un motivo.

MAGDA RESIK. ¿Pero un motivo musical, un motivo de la realidad?

ISRAEL ROJAS. Puede ser musical, pero casi siempre es una idea. O sea, de pronto me conmueve una contradicción social, y yo arranco a cantarla, mi cabeza comienza a cantarla; tus hermosos ojos me llegan al corazón, y de pronto ya yo la estoy cantando por dentro de mí. Y así va naciendo.

MAGDA RESIK. Es algo que te inspiró un detalle, o una idea sobre algo.

ISRAEL ROJAS. Es correcto, de alguna temática. A veces es el resultado de la reflexión, a veces es pensando, dándole vueltas: caramba, ¿por qué pasa esto?, debe ser por esto, debe ser por aquello. Y de pronto, descubres un resumen, una tesis que te cabe en una canción.

Lo más difícil en este oficio para mí, en mi caso, es ser capaz de tener la voluntad. A ver, yo siempre, a algunos amigos, les pongo como ejemplo que por cada canción –al menos en mi caso–, por cada canción que nosotros editamos, que yo me atrevo a sacar al público, que Yoel y yo decidimos que le vamos a hacer un arreglo y que la vamos a promover, por cada una de esas canciones hay un promedio de 30 o 40 que fueron quedando en el camino, intentos que no llegaron a ser eso, en los que te va la piel.

Lo más difícil en este oficio, en mi caso particular, es tener la voluntad, cada vez que voy a emprender el intento, de no dejarme derrotar por saber que va a ser un acto fallido, sino tener la esperanza de que esta sí va a ser buena.

MAGDA RESIK. O sea, que lo que más disfrutas es este proceso de desechar.

ISRAEL ROJAS. No, te estoy diciendo que lo más difícil es no sucumbir a ese proceso, o sea lo más difícil es agotarte. Es decir, tengo una buena idea, me siento en la computadora o cojo un cuaderno. ¿Para qué me voy a entretener?, si lo más seguro es que esto no va a llegar a canción. Eso es lo más difícil, porque es algo caótico; es algo caótico terminarlo, dedicarle dos días a un texto, y luego ponerte a mirarlo y decir tú mismo: “¡Qué clase de mierda!” Eso es lo más difícil, porque eso te pasa con más frecuencia que pararte y decir: “Esto vale la pena, esto voy a tener la vergüenza de pararme a defenderlo en público.”

MAGDA RESIK. ¿Cuándo vale la pena? ¿Cómo te das cuenta?

ISRAEL ROJAS. Bueno, me doy cuenta a veces porque el sentido común me dice que sí, que está bien, que eso necesito decirlo porque, si no, reviento. A veces es Yoel el que me dice: “No, ¿pero cómo tú vas a hacer eso?”, o mis músicos, que me dicen: “Pero si eso está buenísimo.” Y yo: “No, todavía no.”

Yo te digo: yo me dedico a este oficio, pero yo tengo un miedo escénico de pararme ahí a cantar tremendo, porque yo vivo con el complejo real –que no es un complejo, que es real– de que yo no soy cantante; o sea, a alguna gente le gusta como yo canto, pero realmente…

MAGDA RESIK. Que tú no eres cantante.

ISRAEL ROJAS. A ver, cantante de bodega (RISAS). No, es la verdad, cantantes son los grandes cantantes de este país. Yo defiendo con dignidad las cosas que se me ocurren; digamos, si a mí alguien me propone un día interpretar un disco de otro compositor, yo no podría. Yo puedo cantar una canción por respeto a ese compositor, porque lo quiero, porque respeto esa pieza, porque creo que está en mi tesitura y me va a quedar bien, pero ya, defender la obra de él, no podría, porque sé que no tengo para eso; pero la mía sí, porque en esa me va la piel, me va la vida. Cuando no es así, me muero de la vergüenza, ¡me muero de la vergüenza! Es la verdad.

MAGDA RESIK. Bueno, es un dúo. Yo sé cómo piensan, el dúo perfecto; es decir, es un dúo al que tú no has renunciado. Hay personas incluso que, por la preponderancia de tu actuación en el escenario, porque sí cantas aunque tú digas que no, porque la música, porque la poesía de los textos, porque nos retratas como somos los cubanos, en fin, hay personas que, por ejemplo, cuando he conversado con ellos, cuando he entrevistado a alguien, siempre pulso la opinión, y piensan: no, pero Israel solo podría. Tú mismo, cada vez que das una entrevista, estás apuntando a tu compañero de siempre, de viajes, y a tu grupo. Y tienes una filosofía de creación más bien de la participación, aunque hay un liderazgo, crees en la creación colectiva. A mí me gustaría que eso lo expresaras aquí, un poco también porque siento que hay alguna juventud que piensa que sola puede, y yo creo que cada vez más los procesos de creación tienen que ver con la colectividad.

ISRAEL ROJAS. Sin duda alguna. Yoel y yo somos hermanos por parte de la guitarra. Este proyecto sería impensable sin que Yoel me hubiese propuesto un día por qué no hacemos algo. Ya te digo: a mí me hubiera dado una vergüenza tremenda haberme dedicado a esto que me dedico, si no fuese porque Yoel me compulsó y me convenció. Y no solamente por eso, sino que realmente hay un proceso de creación colectiva agudo y de verdad serio.

Hay autores, hay creadores que son autárquicos, son capaces de producir, de hacerse sus videoclips, hacerse sus arreglos, y yo eso lo aplaudo tremendamente; los conozco y los adoro y los envidio sanamente. Yo no, yo no soy así, no lo creo. Yo sé cuáles son mis limitaciones en este oficio; yo llegué tarde a la música, yo me vine a dedicar a esto ya con 27 años, cuando un músico casi siempre ya está consagrado, y me trajo aquí la canción, pero la canción que es capaz de no atrincherarse, la canción que es capaz de decirle a otra gente: embellézcanme. Y entonces es lo que he hecho, es lo que he hecho junto con Yoel Martínez.

Yoel no es uno ahí que te hace la pala, no, no; yo soy el más jaranero y eso, y el que más la gente coge para estas cosas, pero, honestamente, sin Yoel este proyecto sería impensable. Esa es la verdad.

 

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MAGDA RESIK. Tú eres un hombre agradecido, te ayuda también eso. Martí decía que la ingratitud de los hombres es la gran pena del mundo, y yo sé que eres martiano, y es un tema que le debo a mi amiga Beatriz. Quiero que nos expliques en qué se ha convertido Martí para ti.

ISRAEL ROJAS. El pensamiento martiano es más que válido.

Yo tuve una profesora en la Universidad, que ya falleció, a quien yo siempre la consideré como mi segunda madre. Uno en la vida tiene muchos nacimientos; Teresa fue una de esas gestoras de esos nacimientos. Ella nos enseñó a un grupo de estudiantes, cuando estábamos en la Universidad, en la Academia Superior del MININT de Santiago de Cuba, nos enseñó a amar el pensamiento martiano, a encontrar en el pensamiento martiano brújulas existenciales para la vida, desde para partir una cebolla hasta para afrontar la educación de los hijos. Esta frase yo la he dicho otras veces, y yo la tomé de ella, un día conversando con ella se lo dije, y me dijo: “Ay, eso que me has dicho es el halago más bello.”

Una vez le dije: “Profe, usted sin querer ha hecho que para mí, que soy un ateo convencido, Cuba sea mi templo y Martí sea mi religión.” Y realmente es así, o sea, Martí es para mí hasta esa consulta cuando no me salen bien las cosas, cuando no hago bien las cosas, cuando me enfrento a procesos personales o de cualquier tipo.

Estudio la obra martiana casi siempre, no dogmáticamente, pero sí de vez en cuando. Tengo las Obras Completas, y no hay un año en que no pueda decir que por lo menos dos tomos los estuve hojeando, los estuve releyendo, revisando. Sí, definitivamente para mí Martí es muy importante.

MAGDA RESIK. El puerco es Mamífero Nacional (RISAS). Lo digo ahora porque es la manera de explicarles a ustedes como auditorio de qué va el tema que quiero tratar ahora.

Hay algo en tu música, además de ese lirismo y esa espiritualidad del cubano que aflora en tu música, hay algo que nos traduce en lo que de humoristas somos los cubanos, en lo que de reflexivos, pero a la vez provocando la hilaridad sobre nuestras propias circunstancias; yo creo también que del fenómeno de la sobrevivencia, tú debes tener muchas explicaciones. Pero sin dudas hay muchos tópicos, incluso cuando hablas de amor, del amor a una pareja, hay un toque de fina ironía, de humor, de algo jocoso que te acompaña en la observación de la realidad. Háblame del humor para ti, lo que representa, esa mirada tuya qué representa.

ISRAEL ROJAS. Es que la vida es eso. O sea, la vida es saber pasar por los charcos más hondos con una sonrisa en el alma, no en los labios; una sonrisa en el alma. Ser capaces de reírnos de nosotros mismos. Doime, que es un tipo al que yo admiro mucho, decía que eso ha sido un bálsamo y a veces también una desgracia porque a veces reírte de ti mismo no te permite autovalorar bien y aquilatar bien cuáles son tus defectos para poder superarlos. Es cierto, Doime yo creo que también tiene razón en eso. Pero yo pienso que la vida no siempre me trató amable, la vida no siempre fue conmigo digamos bondadosa. Y creo que ser capaz de no perder el buen humor me mantuvo cuerdo y me mantuvo siempre con la esperanza de que mañana va a ser mejor.

Yo creo que lo he trasmitido así en mi trabajo, he buscado siempre la manera de tocar con elegancia y con humor, con picaresca, esa temática a veces más sorda, más difícil y más compleja. Y a veces lo hemos logrado, a veces no tanto. Desde “Psicología al día”, que fue el tema digamos más en esa cuerda, de aquel primer disco que se llamó “Déjame entrar”, que fue el primero que nos puso en el mapa, aquello de que te atraparé por el cuello y te lo voy a apretar, que era justamente eso, como una ironía, desde entonces hasta hoy siempre, en algún que otro disco, siempre asoma esa mirada digamos simpática, divertida, jocosa, de poner a pensar a la gente también con una sonrisa en los labios.

MAGDA RESIK. ¿Te sientes responsable? Mira el auditorio, la gente joven. Uno va, por ejemplo, al Carlos Marx a ver un concierto de Buena Fe ahí con los compañeros de la EGREM y Mayito Escalona ahí, y entonces uno llega, ve el teatro repleto, se admira de una juventud que llega a la convocatoria de Buena Fe, te ve a ti en tu despliegue en el escenario y generalmente –como tú dices: yo soy el que más hablo, doy mi muela y eso, ¿no?– trasmites mensajes, una sabiduría. Yo a veces, desde el público, digo: Israel se siente responsable.

ISRAEL ROJAS. Sin duda.

MAGDA RESIK. Cuando sube al escenario, se siente muy responsable de la juventud a la que convoca. Cuando estás allí, Israel, no solo como cubano, cuando estás ahí con ellos, ¿qué piensas?

ISRAEL ROJAS. La verdad es que cuando ya estoy allí en el Carlos Marx, pienso sobre todo en que cada uno de esos momentos puede ser inolvidable para el que está allí, y trato de que ese momento pueda ser único. No te imaginas. Nosotros hemos hecho veintitantos conciertos en el Carlos Marx, y no te imaginas la cantidad de gente, cubanos nuestros, que luego hemos visto regados por el mundo, y la gente se te devuelve como: “yo estuve en el concierto en el Carlos Marx en el lanzamiento del disco tal, y nunca se me va a olvidar cuando dijiste esto, o que pasó tal cosa”: Y eso a uno le da una alegría tremenda. Y cuando llegamos justamente a esos conciertos grandes, llego con la absoluta convicción de que tengo que tratar de que ese hecho artístico nos quede musicalmente bien y sin grandes pamplinas escénicas ni artísticas así, de esas de comer fuego, malabarismos, de poner pantallas demasiado rimbombantes, sino tratar de llegar al corazón de la gente. También soy muy duro cuando nos equivocamos, soy muy duro conmigo mismo y con los muchachos, porque nos lo tomamos realmente muy en serio. Sí, es cierto que soy muy responsable.

También pienso –y ya esto lo pienso casi siempre después– en la gente que no cree en nosotros, porque en la vida tú vas generando gente que cree en lo que tú haces y también gente que no cree en lo que tú haces.

Ayer mismo yo conversaba con unas amistades y me decían que qué triste que muchas veces en nuestro país –no sé si en otro lado, hablábamos de nuestro país, que es el medio que conocemos–, hablábamos de un muchacho que es Licenciado en Deportes del Fajardo, que es presentador de televisión, el de La Jugada Perfecta, Héctor Villar. Y yo hablaba con admiración de Héctor Villar, y decía: a mí me parece admirable lo que ha hecho ese chamaco, porque él llegó allí verdecito, que todo el mundo le cogía la costura, y con el tiempo, un tipo que viene del Fajardo –que dicen que la gente del Fajardo son toletes– (RISAS), con mucho tino, con mucho espíritu de superación, con mucho compromiso con su canal, con su audiencia, con su gente, fue capaz de ir logrando un programa deportivo distinto, fresco, agradable. Y entonces cuando tú le dices eso a alguna gente, te dicen: “Sí, bueno, pero también es porque se lo han permitido”. Y a mí me entristece. ¿No es mejor decir que él se lo ha ganado?

MAGDA RESIK. Y que es mejor para la juventud eso, reconocer que se lo ha ganado y que lo ha conquistado.

ISRAEL ROJAS. ¿No es mejor decir que se lo ha ganado? ¿No es mejor pensar que ese tipo fue capaz, con su equipo, con su eso, de ir a España y pudiendo hacer lo que podía haber hecho, coger un micrófono e irle para arriba a un futbolista famoso, y decir: “Aquí estamos grabando, díganos algo para mi público.” Porque yo estoy convencido de que el ICRT no tiene ni un puto peso para mandar a Héctor Villar a entrevistar a Casillas. ¿Es verdad o mentira? Sabemos que no tenemos ese recurso. Pero él llegó allí con las características que fuera, y no se olvidó de su público, no se olvidó de su gente, no se olvidó de su canal. Me parece tan hermoso, me parece tan ejemplar. Y entonces viene alguien y por desgracia, como para quitarle quilates a su brillo, dice: “No, claro, lo han dejado hacerlo porque es hijo de no sé quién o porque es primo de quién sé yo, o porque le cayó bien a Fulano, o porque fue novio de quien sea.” ¡Y a mí eso me entristece tanto! Porque no conozco a Héctor Villar a fondo, pero, conversando con los amigos, decía: “Coñó, el tipo es millonario, el tipo llegó allí… Verdad que le ayudó un poco la cara, el físico, está bonito el hombre (RISAS), pero a fuerza de trabajo se lo ganó.

Y eso mismo pasa con nosotros. O sea, hay gente que dice: “Él dice todo eso porque él venía de la Seguridad del Estado (RISAS), él defiende esas ideas porque se lo permitieron.” Y después te ven y dicen: “Sí, claro, desde ese carro, cualquiera.” Y la gente lo que no sabe es que cuando Yoel y yo llegamos aquí a La Habana, pasamos más trabajo que un forro de catre. Yo siempre digo que nosotros tenemos la licenciatura en pobreza con un post grado en miseria (RISAS), que pasamos realmente muchísimo trabajo para ir logrando lo que fuimos logrando, que no todo fue fácil, que tuvimos incomprensiones como casi todo el mundo, que tuvimos un director de Carlos Marx que hoy es nuestro hermano, pero que en un momento se paró y nos dijo: “No pueden cantar esta canción de Frank Delgado” y le jugamos cabeza y la cantamos bien. Y el tipo se encabronó con nosotros y no nos quiso hablar hasta tres años después, que comprendió que lo que hicimos no estuvo mal. O sea, nosotros también nos arriesgamos a hacer lo que tenemos que hacer y así lo tenemos que hacer. Y a correr el riesgo. Yo decía: “Yo sé que no estoy equivocado, yo sé que esto que dice Frank es una verdad como un templo”, y me va la piel en eso. Porque Frank Delgado estaba en su casa pasando tremendo trabajo pudiendo haberse ido para el carajo. Entonces yo voy a defender lo que él defiende porque me está dando una lección de honestidad. Puedo incluso no compartir lo que él dice, hay aspectos de su zona de pensamiento con los que no coincido, pero en lo que coincido me va la piel. Y eso mismo es lo que pensé de los Galiano, lo que pensé de Raudel, lo que pensé de la gente que, cuando nos hemos acercado, les hemos dicho: “¿quieres hacer un trabajo? Mira, coincidimos en estos puntos de vista. ¿Quieres hacerlo? Vamos a hacerlo. La patria es de todos, vamos a hacerlo. Si hay algún punto en el que luego tú solo te alejas, ese es tu maletín, yo no; yo te abrí mi corazón, vamos a trabajar. Ahora después viene la gente: “Ah, claro, sí, porque seguro te mandaron”. No me mandó nadie, yo fui y le toqué la puerta al tipo: Tigre, ¿podemos hacer esto? Sí, vamos a hacerlo, vamos a meterle, sin fanfarronería, sin lío. Mi revolución soy yo; yo la hago todos los días. Y lo que me gano está bien, y los líos en que me meto, ya veré cómo los resuelvo. Lo que pasa es que cuando me meto en líos con alguien, no pienso que con ese que me meto en el lío es mi enemigo; ese es mío, ese tan mío, pero tan mío como aquel que cree que yo le estoy haciendo… No sé si me entiendes.

MAGDA RESIK. Ese es más tuyo o debería ser más de todos.

ISRAEL ROJAS. Pero hay quien dice que no. Yo le creo al que me dice que no por convicción, porque cuando me diga que sí me lo va a decir por convicción. Pero aquí hay mucha gente que te dice que no, no por convicción; te lo dice por conveniencia. Esa es la verdad también. Te toca combatir el fenómeno, no al hombre. Los hombres pueden ser perfectibles.

MAGDA RESIK. El tema viene que se cae solo, se cae solo… Nosotros generalmente, cuando dialogamos aquí con un hombre de tu mundo de la cultura, tratamos de acercarnos a esa zona de la cubanía, del amor a tu país, de las razones por las cuales estar y transformar. Venías diciendo que no hay que… Siempre se dice lo que es, se lucha, se enfrenta, se asumen las consecuencias. Y ciertamente, hemos visto determinadas reacciones en determinados jóvenes que a veces no nos complacen. La gente de más edad dice: “Mira, se fue para no sé dónde, no valora lo que tiene en su país”. Es decir, las razones de Cuba, las razones de por qué estar en Cuba, las razones de hacer en Cuba, que Israel nos puede dar.

ISRAEL ROJAS. Magda, yo ahorita te comentaba de cuál es mi origen familiar. Yo lo he dicho muchas veces, lo he dicho en Cuba, lo he dicho fuera de Cuba. Un buen día aprendí a golpe de cuestionamientos de ese tipo, políticos, que yo no sé con quién voy a quedar bien, pero yo sí sé con quién no quiero quedar mal. Y no quiero quedar mal con mis abuelos, no quiero quedar mal con mis padres, con mi origen social no quiero quedar mal. Yo no quiero que mis nietos regresen al estado de mis bisabuelos. Y he comprendido, o creo comprender que eso es perfectamente posible. En la medida en que he ido a Centroamérica, a América Latina, que he visto a nuestros países pobres, me doy cuenta de que si Cuba pierde, que si esta pelea de Cuba contra los demonios –que cada día es más grande, más difícil– se pierde, si Cuba pierde, lo que nos puede pasar… Aquí todo el mundo cree que si Cuba pierde, va a ser dueño de la bodega del tío y va a vivir como en Miami, y no va a vivir como en Miami. Cuba es un país del Caribe que no tiene petróleo, que lo que tiene son cuatro playas, que no tiene recursos; que el recurso más valiosos que tenemos somos nosotros mismos. Esa es una verdad como un templo. ¿Qué nos quedaría para virar, para que mis bisnietos sean como mis bisabuelos? Justamente que se apliquen en Cuba un grupo de políticas que ya sabemos cuáles son, que hacen, por ejemplo, que República Dominicana, que es el país macroeconómicamente de mayor crecimiento en América Latina, tenga niveles de pobreza verdaderamente escandalosos.

Entonces mi compromiso es por convicción. Esa es la primera cosa que siempre dejo claro, que se lo dejo claro a quien sea. Esa es mi convicción. Así pienso. Si estoy equivocado, perfectamente lo acepto, ya lo dirá la vida. No se lo impongo a nadie, no hago proselitismo, pero esa es mi convicción, yo creo eso. Ya fuera de eso, sí creo que hay que vivir tendiendo puentes. La verdad es que el que se atrinchera es verdad que se fanatiza, y la única manera en que tú quitas el fanatizaje –y el fanatismo ya sabemos que es veta podrida–, la única cosa es tender puentes, es ser capaz de compartir con otras verdades que no son las tuyas, pero que al final terminan enriqueciéndote, porque tú vas a esa persona, y esa persona también va a ti; ser capaces de intercambiar, de convencer.

MAGDA RESIK. ¿Y qué es lo que nos une, qué es lo que nos aglutina?

ISRAEL ROJAS. ¿Tú dices a los cubanos?

MAGDA RESIK. Todas esas verdades diversas en qué punto confluyen.

ISRAEL ROJAS. Ah, ahí voy. Yo creo que lo que debe ser, como bien tú dices aglutinador, es la esperanza de que podemos construir algo mejor, es la esperanza de que podemos ir hacia un sitio mejor, desde este país. Porque coger y emigrar, se puede emigrar de muchas maneras, se puede emigrar cambiando de país y se puede emigrar cambiando de realidad, emigrar para adentro, como dicen algunos amigos. Hay gente que se desconecta de la realidad desde Cuba para el carajo, y es como emigrar. Yo conozco gente que hace más por Cuba desde Miami, desde Nueva York, desde España, desde cualquiera de los muchos lugares a donde va a dar nuestra gente, que gente que está aquí. Yo tengo verso de una canción de esas que nunca ha terminado siendo canción que dice que por desgracia a veces, o por suerte, admiro más a quien se va de aquí detrás de su utopía que a quien se queda y solo ve la mierda de estar en Cuba libre.

Yo pienso que, si te vas a quedar, tienes que conectarte con tu realidad, tienes que tratar de legarle a tus hijos un cachito de realidad mejor, un cachito de vida mejor, un pedacito de vida un poco mejor que la que te tocó a ti, que alcanzablemente tú seas capaz de lograr. Porque eso solamente se hace sembrándole valores. Porque ya sabemos que tu papá te puede dar un televisor Samsung o LG y dentro de diez años eso es un tareco; pero un valor es imperecedero. Eso va a estar contigo toda la vida. Y de la única manera que tú legas eso, se lo legas a tus hijos y se lo legas… Hay muchas maneras de tener hijos, hay hijos biológicos e hijos espirituales. A veces tus hijos biológicos son tus hijos, pero increíblemente tú influyes más en otro que a lo mejor es del barrio, el condenao ese del barrio que vive jodiendo y haciendo bulla afuera, pero que cuando tú le hablas, tú le das un consejo, cuando tú le regalas una pelota…

MAGDA RESIK. Y tú tienes muchos hijos espirituales, que cantan…

ISRA EL ROJAS. Bueno, eso intentamos. En mi barrio trato de todos los días influir en ellos para cargarlos de valores, que sean capaces de entender que solo conectados con su tiempo y con su realidad es posible transformar las cosas. Eso es lo que aprendí de Martí, y eso es lo que trato de hacer todos los días.

MAGDA RESIK. ¿A medida que pasa el tiempo te vuelves más exigente? Es decir, el público exige, exige nuevos discos. Eso es como un látigo, ¿verdad?

ISRAEL ROJAS. Es un látigo.

MAGDA RESIK. Y sin embargo eres un hombre que desecha mucho de lo que haces, ya nos lo venías explicando, porque cada vez te vuelves más exigente. ¿Cómo aplicas esa filosofía? ¿Cómo sostener esa productividad creativa?

ISRAEL ROJAS. Trabajando muy duro todos los días. Yo realmente no tengo tiempo, te lo digo de verdad. Tú no te imaginas la cantidad de gente que yo pierdo, que yo me pierdo porque no tengo tiempo; amigos que podían ser mucho más amigos, gente a la que yo quisiera acompañar más, estar más cercano. Y realmente no puedo porque tengo muy poco tiempo. Yo me acuesto a las dos y tres de la mañana todos los días trabajando, escribiendo, preparando cosas, que me pongo metas con mis músicos de presentarles al siguiente día para poder trabajar, para reinventarnos, para crear algo distinto, porque esto es apasionante, esto es esclavizante pero es apasionante. Y no hay, de verdad que no hay algo mejor como cuando nosotros terminamos un tema y lo miramos y decimos: ¡Deja que esto salga mañana! Esto a nosotros nos llena de tanta emoción y nos llena de tanta alegría. Y tenemos unos cuantos temas –yo sé que van a pensar que es un comercial barato–, tenemos ya casi el disco que viene terminado, y estamos tan entusiasmados con ese trabajo, realmente tan entusiasmados con ese trabajo, que no queremos –lo que tú decías– bajar la parada.

Tampoco asimilamos la creación como Sotomayor, ¿eh?, los cuarenta y pico. No. Porque si lo ves así, hay un momento en que hay un límite de posibilidades. Lo vemos más como ir acompañando al tiempo que nos ha tocado vivir, y hacer en cada momento lo que en cada momento pudimos sacar mejor de nosotros. Y es la única manera en que hemos encontrado una fórmula de no parecer repetitivos, y a la vez evolucionar hacia nuevas áreas creativas que sean convincentes para nosotros y para nuestro público.

MAGDA RESIK. La última mía, por desgracia, pero, bueno, tengo que darles chance a ustedes. Vamos a evolucionar con ese tiempo. Buena Fe fue al principio el nombre, pero Buena Fe sigue siendo el nombre. Y la Buena Fe en su explicación debe haber ido evolucionando en el tiempo también. Una periodista hoy aquí, que es de aquí, se pregunta: ¿Por qué Buena Fe? ¿Por qué de buena fe?

ISRAEL ROJAS. Bueno, tú tienes razón. Comenzamos porque no teníamos más que una guitarra y dos voces y mucha buena fe. Era lo único que teníamos. Yoel decía en aquel momento, cuando yo le dije: “Mira, vamos a ponerle Buena Fe”, y le di mis razones, él decía: “Chico, me gusta, porque yo en la Iglesia, en la Biblia he leído en el versículo tal que la buena fe es la esperanza de lo que no se ve y la certeza de lo que no se ve”. Algo así, algo muy bonito que él siempre explica muy bien porque él es el que se lo sabe. Y yo me acuerdo que le dije: “Ahora cada vez que hablemos, tú no vayas a meter un versículo de esos aquí…” (RISAS) Pero me gustó ese espíritu, me gustó esa manera de él.

Y luego arrancamos a trabajar. Cuando las cosas empezaron a ir a mejor y a funcionar mejor, siempre pensábamos eso. ¿Pero sabes qué? El nombre, que al principio fue complicado, se ha vuelto un concepto al que defender, se ha vuelto también un prisma por el cual se puede tocar cualquier temática, ya sea de cualquier índole, política, social, humorística, de pareja, de lo que sea, por el cual mirar la vida, y esa va a ser la brújula por la cual marcar el destino, por la cual debemos trabajar de hacer sendero. Y así fue como el nombre también sin querer, el concepto, se fue volviendo para nosotros importante, y definitivamente hoy ese concepto de la buena fe es la brújula que guía nuestro trabajo. Yo sé que eso no está muy de moda, o sea, ahora la onda de ser transgresores de la realidad, de toda esta historia, hace que a veces las cosas, cuando les pones demasiada buena fe, pierdan el espíritu o digamos el interés comercial. Pero para eso estamos aquí: para encontrar, incluso adonde parece que no hay, filones comunicacionales a las temáticas, de manera que cuando la gente se asome todavía pueda encontrarse cosas interesantes.

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