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¡Vaya usted a saber!

1 de agosto de 2016

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Corre-corre de última hora. En la Convención Demócrata habla un expresidente, la actual Primera Dama y, por supuesto, Barack Obama, el mandatario que encabeza la campaña para evitar que el republicano Trump siga ganando escalones en su carrera por la Casa Blanca.
Las acusaciones son mutuas y —lo confieso— entre más leo, menos encuentro las diferencias entre uno y otro partido, esos eternos “baluartes” en los que se asienta la democracia en Estados Unidos.
Evidentemente es muy difícil comprender el término democracia en el caso que nos ocupa. A no ser la “democracia del dinero”, donde el mérito fundamental de un candidato es el de tener más millones de dólares que el otro.
La reciente Convención Demócrata se trató de convertir en un concilio a favor de la unidad del partido. El show mediático escenificado clamaba, una y otra vez, por conseguir obviar que prevalecieran las diferencias entre la nominada Hillary Clinton, Bernie Sanders y otros muchos afiliados a esa agrupación política que no estaban de acuerdo en que este último tirara la toalla a favor de la Clinton.
Unos días antes, la Convención Republicana no tuvo otra alternativa —ni otro candidato— que no fuera el más polémico de todos los aspirantes a la silla presidencial, Donald Trump.
Trump fue cuestionado hasta último momento durante el cónclave republicano por quienes, en su partido, ven en él una amenaza al futuro de la nación norteña.
Tanto el ahora nominado, como el Comité Nacional republicano, no pudieron lograr durante la campaña y en la Convención misma, la unión en el liderazgo del Partido.
Pareciera que Trump, a última hora, fue la única opción y el Partido Republicano no podía quedar sin un ¿líder? que lo represente en los comicios de noviembre venidero.
De todas formas, si en el lado demócrata, tanto el actual mandatario como la candidata nominada han emprendido una marcha veloz rumbo a las elecciones; Trump no se queda atrás y sigue imponiendo su voluntad y sus millones, en el bando republicano y, quizás, vaya moderando sus discursos de manera que pueda ir convenciendo a quienes en su partido lo rechazan por sus posturas extremas.
Trump, sin embargo, sigue cosechando el favoritismo en un sector de la sociedad norteamericana que siempre ha apostado y ahora lo hace con mayor vehemencia por la mano dura, no importa que fracture al Partido o que constituya una mayor amenaza dentro de la política local y externa.
De igual manera, los calurosos meses de agosto, septiembre y octubre, hasta llegar al advenimiento de noviembre, serán de jornadas tensas, de acusaciones mutuas, de discursos y más discursos, sin que se sepa a ciencia cierta, cuáles son las diferencias entre los dos candidatos, la demócrata Clinton o el republicano Trump, ¡vaya usted a saber!.

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