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Recogiendo tempestades

30 de junio de 2016

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La intensificación y profusión delos atentados terroristas contra centros públicos, militares y recreativos en Estambul, Ankara y otras ciudades de Turquía es una muestra de la equivocada política llevada a cabo por el gobierno de ese país en los últimos años –diría desde mucho más atrás–, que ha aprovechado la ignorancia y superstición para apoyar y crear grupos que tienen guales perspectivas y aprovecharlos para supuestas ventajas.
Porque al mismo tiempo que tres terroristas suicidas, posiblemente del Estado Islámico (EI). dejaban una estela de muerte en el aeropuerto de Estambul, el propio EI desmontaba instalaciones energéticas en el norte de Siria para trasladarlas y venderlas en territorio turco, en una acción similar a otras en las que familiares del presidente Recip Erdogan se han beneficiado económicamente.
Por eso, cuando el mandatario se disculpó finalmente por el artero derribo de un avión militar ruso, su homólogo, Vladimir Putin, aceptó la excusa, pero indicó que ello sería estudiado con detenimiento, conociendo las ínfulas hegemónicas de Erdogan.
Recordemos que en aquella ocasión, Putin declaró que cualquier intento de encubrir el terrorismo debe considerarse complicidad, y señaló que “algunos los consienten y ganan millones y miles de millones de dólares, gracias al comercio ilícito de petróleo y gente por el Estado Islámico”.
Tal política, sin dudas dio pábulo al nacimiento del EI, con consecuencias tan desastrosas como la que propicia que el Imperio lleva al límite una confrontación en gran escala con Rusia, condenar la Organización del Tratado del Atlántico Norte los ataques aéreos rusos al EI y pasar por alto el mencionado derribo por Ankara del avión que perseguía a los terroristas en territorio de Siria.
Y es que EE.UU. y sus socios de la OTAN estaban alarmados por el aprovechamiento al ciento por ciento de la acción aérea rusa, que permitió al ejército de Damasco liberar decenas de poblados de provincias septentrionales y mantener una ofensiva en el sur, además de fortalecer la seguridad de la capital y permitir el regreso de miles de refugiados.
De ahí que el propio imperialismo y sus cómplices vieron fracasados en ese momento el intento de dividir a la nación, fortalecer a los grupos opositores a Bashar al Assad y completar la destrucción de la infraestructura siria, como las instalaciones petroleras que estaba utilizando el EI para financiar su política de terror.
Hay que destacar que el más reciente cambio de postura oficial, ocurre en los momentos en que Binali Yidarim asume el premierato, y con ello se espera que haya un cambio algo más positivoen la política turca.
No sé si ello influirá en el continuado apoyo al EI contra Siria, al que suministra profusamente armas y le entrena mercenarios de diversas nacionalidades, por lo cual intenta reparar las fuertes bajas que le ocasionan el ejército sirio y el apoyo legal de aviones militares rusos.
Pienso que al lector se le hace difícil comprender el manejo de dos líneas diferentes y paralelas en la política turca, pero ello es debido a la siembra de vientos terroristas por Ankara contra Siria, que se ceba primordialmente en la población de origen kurdo, que ha empuñado las armas con firmeza –hombres y mujeres– contra el EI.
Hay que apuntar que no ha habido una prueba alguna, clara e irrefutable –hasta estos momentos– que demuestre que la mano kurda esté detrás de los sangrientos atentados contra el pueblo, como el que acaba de ocurrir en el aeropuerto de Estambul.

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