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Difícil pronóstico en el limbo español

24 de junio de 2016

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España deberá elegir este domingo un nuevo presidente entre los cuatro que representan a sus agrupaciones respectivas y que las encuestas no dan un claro ganador, e incluso ofrecen dudas al situar a los principales entes de derecha (Partido Popular-PP) e izquierda (Unidos Podemos) en calidad de favoritos.
La nación ibérica ha sido resquebrajada en los últimos tiempos por la corrupción y dificultades económicas, que causaron el descalabro del hasta hace poco gobernante Partido Popular y su presidente Mariano Rajoy, quien, pese a todo, mantiene favoritismo, gracias a su fuerte ascendente en áreas rurales, antaño bastiones del franquismo.
Alternando en las preferencias en las encuestas aparecen la fuerza progresista que integran Podemos e Izquierda Unida, que avala a Pablo Iglesias, seguido de otro tradicional, el socialdemócrata Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con Pedro Sánchez. El último lugar es para el derechista Ciudadanos, que empodera a Albert Rivera.
Esas elecciones son repetitivas, al no lograrse formarse gobierno tras anteriores comicios, signados en una depresión económica y la petición de más sacrificios al pueblo español, que castigó en ese momento al régimen de Rajoy, propugnador de la política de austeridad que ha disparado los índices de desempleo, desalojos y miseria, lo cual elevó el número de suicidios, sobre todo entre quienes han perdido sus viviendas.
Posteriormente, se comprobó que la mayor parte de los parlamentarios del PP y PSOE tenían importantes inversiones en el sector inmobiliario, alcanzando en algunos casos hasta 20 propiedades. Otras informaciones periodísticas revelaron numerosas complicidades de los gobiernos central y autonómicos con el sector bancario (la prensa internacional expresó sorpresa por el indulto del número dos del Banco Santander, Alfredo Sáenz, quien había sido condenado a prisión por delitos de falsificación documental). Al mismo tiempo los principales partidos estaban fuertemente endeudados con los bancos.
Contrastando fuertemente con otros países como Irlanda, la única nacionalización de importancia fue tardía. Previamente, el gobierno había fomentado con dinero público una concentración bancaria. Dado que España tenía la red de oficinas bancaria más densa de Europa, esto llevó a un gran número de empleados “sobrantes” a aumentar notablemente el desempleo.
En este contexto es que surgen fuerzas emergentes, como Podemos y Ciudadanos, que, de una manera u otra, han capitalizado votos que han hecho insostenible la continuación de la política bipartidista que ostentaban el PP y el PSOE.
Rajoy, sin dudas, tiene experiencia, conserva popularidad en una derecha que es fuerte en España, a pesar de haber despertado la inconformidad con la aplicación de la austeridad y el capitalismo salvaje neoliberal, principales puntos que encendieron la mecha popular.
Protestas contra la austeridad y los rescates bancarios se han desarrollado por todo el país, colocando a las manifestaciones en un importante punto de inflexión.
Lo que caracterizó a las protestas españolas, que devinieron en el castigo popular a la derecha, fue que al final intentaron crear un gobierno que resolviera los problemas, pero esto se hace difícil en un sistema que se dice democrático y que al final se burla de todos, sin importar cuántos votos fueran arrojados a las urnas.
De todas maneras, han quedado al desnudo las pocas diferencias entre los grandes partido tradicionales, por lo que ahora se debe contar con fuerzas emergentes que han llevado a actuar a la propia monarquía.
Ahora resta esperar lo que puede pasar en los comicios de este domingo y si los votantes se deciden ir a las urnas para castigar con más fuerza a los partidos tradicionales que se han plegado al chantaje de las corporaciones que dominan el mundo, y dan su preferencia a la agrupación de Izquierda Unida y Podemos, que lleva consigo a una agotada población escéptica y una juventud cada vez más inconforme.

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