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La reacción se revuelve contra Siria

18 de junio de 2016

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Cincuenta funcionaros estadounidenses, en su mayoría republicanos, están presionando para que Estados Unidos se involucre aún más en el conflicto que propició e insufló contra el gobierno de Bashar al Assad, luego que el ejército sirio, con el apoyo legal de la aviación rusa, sigue asestando golpe tras golpe al terrorista Estado Islámico (EI) y a la oposición protegida abiertamente por Occidente.
La reacción norteamericana quiere que EE.UU. utilice su fuerza aérea para bombardear a las tropas siras que han recuperado un amplio terreno alrededor de Alepo y anulado la intervención militar turca más al norte, que tiene como fin mantener el apoyo al EI y seguir exterminando a los kurdos sirios.
Desde hace mucho, Estados Unidos y Turquía, aunque mancomunados, tienen sus propias agendas agresivas para derrocar a Bashar al Assad y terminar con el importante apoyo ruso.
Mientras las tropas de Damasco avanzan hacia Rakka, una ciudad declarada capital del EI, la batalla por Alepo continúa y los terroristas toman venganza contra los habitantes que celebraron jubilosamente la llegada del ejército.
El presidente turco, Recip Erdogan, ha tratado de justificar su intervención en Siria, de la que se había beneficiado con el robo del petróleo del país árabe.
La situación sigue siendo difícil, porque tanto el EI como la oposición apoyada casi abiertamente por Occidente, siguen recibiendo pertrechos y el apoyo logístico desde territorio turco y las zonas que aún ocupan en Iraq y Siria.
El objetivo es tratar de unir a una nación dividida por diversas invasiones enemigas, tanto de agrupaciones cuyos integrantes creen estar cumpliendo un mandato divino –tales son los suicidas que asesinan a diestra y siniestra–, como aquellas que se mueven por el poderoso caballero Don Dinero, y que se han beneficiado con el saqueo a las riquezas petroleras y patrimoniales.
Lo cierto, subrayo, es que la nueva ofensiva aérea rusa ha fortalecido al ejército sirio, que está avanzando victoriosamente hacia Alepo, la ciudad más importante del norte.
Tal situación ha hecho aflorar contradicciones entre Estados Unidos y Turquía y entre los elementos opositores, algunos de los cuales se niegan a combatir bajo las órdenes de Al Qaeda y del propio EI.
Preocupado por el avance de las tropas de Damasco, Arabia Saudita ha seguido apelando a todos los factores que sostiene económicamente en la región, mientras las conversaciones de Ginebra acerca de la situación no han tenido un significativo avance, por lo cual no se puede ser optimista al respecto.
En estas circunstancias, la presión ahora de los funcionarios norteamericanos se ha unido a la de los congresistas que intentan una mayor intervención de EE.UU. en Siria.
Y e que se trata de evitar el aniquilamiento de los opositores e impedir que tal ofensiva siga poniendo los nervios de punta a Turquía, Arabia Saudita y el resto de sus aliados.
Mientras, Siria, la gran perdedora, se sigue desangrando y millones de sus hijos han tenido que desplazarse, una gran parte de ellos fuera de la zona, en una odisea en la que muchos mueren en el cruce del Mar Mediterráneo.

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