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Señal de la música cubana en el recurso fonográfico

1 de abril de 2016

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Fue tal el prestigio de la música y los intérpretes cubanos, adquirido en las primeras décadas del siglo XX en el recurso discográfico continental, que el hecho le dispensó un indudable y sólido prestigio a Cuba. Esto valió para que, importantes firmas fonográficas extranjeras, acudieran a significativas figuras de nuestra música para que se desempeñaran con carácter de representantes de sus sellos en nuestro país.

Como ejemplo, entre muchos que pudiéramos citar aquí, tenemos al maestro Jorge Anckermann (1877-1941), quien desde el goce de una sólida posición artística, desempeñó loables actividades como representante y promotor ante los sellos Columbia y Odeón Récord, como importante figura artística y de la creación musical.

Como proyecto de suma importancia, resulta la gestión de Anckermann por traer a La Habana al cantador y virtuoso guitarrista santiaguero José “Pepe” Sánchez (1853-1918), progenitor del bolero cubano –si no lo fue al menos definió el estilo y trayectoria de este género que ya se escuchaba en La Habana– y su Quinteto de Trovadores Orientales, todo un formato típico nunca antes visto en la capital, y con ellos organizar un programa de grabaciones en diez caras de discos con boleros, canciones, barcarolas y guarachas.

Esta presentación de grabaciones salvó para la discografía cubana, no tan solo muestras de la hermosa voz de barítono de Pepe Sánchez en los segundos que le hacía a Pepe Figarola, sino también sus pulcras y virtuosas destrezas melódico/armónicas en la guitarra.

Para esta historia, también han quedado atrapadas en discos las excelencias vocales de la cantante habanera Angelita Bequé, el insigne trovador santiaguero Sindo Garay, Marcelino Arean, Floro Zorrilla, Juan Cruz, Juan de la Cruz, Claudio García, Pancho Baz, Blanca Becerra, Adolfo Colombo; los reconocidos dúos de las tiples Luz Gil y Hortensia Valerón, para esos años excelentes artistas del teatro Alhambra, enclave teatral que para entonces, había asimilado en su repertorio musical la canción, el bolero, la clave, el danzón y la rumba (esta última en un estilo propio para el teatro) con valiosos arreglos y orquestaciones de Manuel Mauri Estévez y Alberto Villalón.

Al igual que hiciera la disquera Víctor en 1904, la Columbia también se agenciaba la búsqueda de un representante comercial en La Habana. Gracias al maestro Anckermann, esta responsabilidad recayó en la firma comercial Hermanos Giralt. A partir de entonces principal rival de Humara y Lastra, indiscutible pionera en el país en la importación y distribución en Cuba de fonógrafos, gramófonos, discos, cilindros, pianolas y rollos fonográficos.

Fue así como estas y otras acciones extramusicales emprendidas por importantes músicos cubanos –entre los que no pueden ser olvidados Luís Casas Romero, Ernesto Lecuona, Manuel y José Mauri–, asistieron a la consolidación de una fuerte actividad fonográfica en las primeras décadas del siglo XX cubano.

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