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Por caminos diferentes…

29 de febrero de 2016

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Para entender la política que ha aplicado y sigue aplicando Estados Unidos contra Cuba, solo bastaría monitorear, en primer lugar lo que dice el Presidente y, paralelamente, lo que se hace cotidianamente por las dependencias del Gobierno y las empresas de ese país.
Obama, presidente electo por la democracia norteamericana desde hace ocho años, ha propuesto, insistido y asegurado en uno u otro discurso, que el bloqueo contra Cuba es obsoleto, que lo único que ha logrado es crear penurias para el pueblo cubano; que va contra las leyes norteamericanas; y que es hora de abolirlo.
Eso es lo que dice y reitera el mandatario de la mayor potencia del planeta Tierra; el hombre que tiene poderes para declarar guerras, enviar tropas a donde así lo considere; y otras muchas prerrogativas.
También el Presidente –por ley– tiene autonomía para eliminar distintos aspectos contemplados en el bloqueo; y de esa forma, al menos, disminuir sus efectos y a la vez cumplir con sus promesas y con el anhelo de la mayoría de los norteamericanos y la totalidad del mundo.
Cuando este fin de semana leí la noticia de que Estados Unidos acaba de imponer una multa de 304 706 dólares a la compañía estadounidense Halliburton, por “violar las regulaciones del bloqueo a Cuba”, me pareció vivir en dos mundos; el de las promesas de un Presidente y la realidad de lo que hace su gobierno.
O andan por caminos diferentes o el mandatario de ese país no tiene potestad para hacer realidad lo que promete.
Pero la propia noticia tiene otros elementos sobre cómo Washington aplica las leyes del bloqueo. Se trata que la sanción a la Halliburton es porque esa compañía prestó bienes y servicios para explorar petróleo y gas en la provincia de Cabinda, en Angola, donde, fruto de la colaboración cubana, a través de la empresa Cupet, la nación antillana posee un 5% de los intereses.

Varias preguntas se imponen:

¿Se ha preguntado usted, amigo lector, cómo es posible que un país tan poderoso como Estados Unidos, disponga de hombre y medios para vigilar milímetro por milímetro, la extensión del territorio planetario, para que a nadie se le ocurra una posible colaboración o negocio donde pueda haber el más mínimo resquicio de participación cubana?
¿De dónde sale ese ensañamiento vil contra Cuba, que afecta incluso intereses norteamericanos con terceros países con los cuales Washington tiene excelentes relaciones de todo tipo?
Recordemos que muy recientemente –con solo tres días de diferencia con esta multa– el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó por motivos parecidos a la compañías francesa CGG Services S.A. y que meses antes lo había hecho contra otras entidades francesas y norteamericanas.
Un ejemplo de que en Estados Unidos lo que dice el Presidente va por un lado y lo que se hace como política oficial va por otro, digamos que desde el 17 de diciembre del 2014, fecha en que se restablecieron las relaciones entre los dos países; el gobierno norteamericano ha multado a ocho entidades, tres extranjeras y cinco norteamericanas, por un valor acumulado de 2 836 681 581 dólares.
Y para mostrar la verdadera cara de esa política, hay que destacar que durante el gobierno de Barack Obama (2009-2016), Washington ha impuesto 49 multas por supuestas violaciones de su política de bloqueo contra Cuba y el valor acumulado de esas penalidades ya asciende a 14 397 416 827 dólares.
Por tanto, queda por ver cómo, las buenas intenciones del mandatario Barack Obama, pueden imponerse para que la política de ese país se encarrile por una sola vía: la del raciocinio y las relaciones de amistad y colaboración entre países, sin interferencia y sin bloqueos.

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