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La Capilla Aspuro en el Cementerio de Colón

12 de febrero de 2016

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Ubicación: N.E. Cuadro No. 4. Zona de Monumentos de Primera

 

1-Capilla Aspuro

Capilla Aspuro

 

 

El 18 de Junio de 1917, fue adquirida la parcela de terreno en la necrópolis habanera, donde se erigió la capilla Aspuru para guardar los restos de esta familia. El Monumento fue ejecutado por la reconocida Casa Marmolera “Casella”. Sobriedad y elegancia caracterizaron esta construcción de marcado eclecticismo, donde sobresale de manera admirable la puerta de bronce con un ángel en ascensión.

 

Capilla Aspuro

Capilla Aspuro

 
Entre los miembros de la familia Aspuru venidos desde España, se encontraban Juan Aspuru e Isasi, quien se convirtió en reconocido comerciante una vez radicado en La Habana en 1870; fue el propietario de la renombrada Ferretería “Isasi”, donde en 1890 se produjo el lamentable incendio que cobró la vida de bomberos, agentes del orden público y vecinos curiosos; hombre muy acaudalado y poseedor de cuantiosas propiedades, que legó a su familia, entre ellos a su sobrino Manuel Aspuru, dueño de varios centrales azucareros en la isla, quien además inauguró una fábrica de papel de bagazo y otra de caramelos en la década del ’40 del pasado siglo XX.

 

Capilla Aspuro

Capilla Aspuro

 
El monumento funerario se levantó sobre una planta rectangular con cuatro bóvedas hacia los laterales, un osario “contra frontalmente” y la capilla en el centro de la composición. La puerta, firmada por el escultor Rafaello Romanelli en Firenze, Italia, se realizó con la técnica del vaciado en bronce. La forma del arco ojival insinúa la división en dos hojas, con sus respectivos remaches y aldabas, mas la presencia de un ángel en ascensión al centro, desmiente tal simulación, que alcanza otra dimensión cuando la presencia de un ser perfectamente visible en la distancia, crea la ilusión de que no hay puerta.

 

Capilla Aspuro, detalle puerta

Capilla Aspuro, detalle puerta

 
En los muros laterales y posteriores, aparecen ventanas ojivales adinteladas, quedando atrapados en su interior, los vitrales con las representaciones policromadas de San Isidro, Santa Eulalia, San Ezequiel, Santa Elizabeth y San Fernando. Un querubín remata el rosetón de cada ventana.
Los trabajos de restauración emprendidos en la necrópolis habanera llegarán a este monumento que presenta algunas patologías a subsanar, como grietas y humedad, propias del deterioro a consecuencia del paso del tiempo.

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