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Valoración de Martí acerca del poeta José María Heredia

25 de diciembre de 2015

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Como un poeta que ha puesto en sus versos la sublimidad, pompa y fuego de su naturaleza, calificó José Martí a José María Heredia. Destacó que él era volcánico como sus entrañas y sereno como sus alturas.
Resumió así, en forma simbólica la trascendencia de este poeta cubano cuyo nacimiento tuvo lugar en la ciudad de Santiago de Cuba el 31 de diciembre de 1803.
Heredia tuvo una vida muy breve ya que falleció el 7 de mayo de 1839. Entre sus méritos se encuentra el haber reflejado en sus creaciones las ansias de libertad del pueblo cubano, incluso atendiendo a ello se le considera como el primer cantor de la independencia cubana.
Heredia se vio obligado a vivir alejado de su tierra natal. Precisamente por su participación en la conspiración identificada como Rayos y Soles de Bolívar tuvo que salir de Cuba y vivir en los Estados Unidos de América. En el territorio norteamericano visitó las Cataratas del Niágara, lo cual motivó uno de sus más significativos poemas.
Martí sintió una gran admiración por Heredia quien fue considerado como uno de los mejores poetas latinoamericanos de su tiempo. En un discurso que pronunciara en el Hardman Hall en Nueva York el 30 de noviembre de 1889 hizo referencia a la trascendencia de la vida y la obra de este singular poeta cubano.
Comenzó este discurso señalando con modestia que con orgullo y reverencia empezaba a hablar desde ese puesto que de buen grado hubiera cedido, por su dificultad excesiva, a quien, con más ambición que la suya, y menos temor de su persona, hubiera querido tomarlo por él, y aclaró que estaba allí por el mandato de la patria que en ese puesto le mandaba estar en ese instante.
Precisó de inmediato que muchas pompas y honores tiene el mundo, solicitados con feo afán y humillaciones increíbles por los hombres y manifestó: “… yo no quiero para mí más honra, porque no la hay mayor, que la de haber sido juzgado digno de recoger en mis palabras mortales el himno de ternura y gratitud de estos corazones de mujer y pechos de hombre al divino cubano, y enviar con él el pensamiento, velado aún, por la vergüenza pública, a la cumbre donde espera, en vano quizás, su genio inmarcesible, con el trueno en la diestra, el torrente a los pies, sacudida la capa de tempestad por los vientos primitivos de la creación, bañado aún en las lágrimas de Cuba el rostro”.
En esa intervención Martí destacó la trascendencia de la vida y labor creativa de José María Heredia y al evocar el lugar de Cuba donde había ocurrido el nacimiento de ese gran poeta, expresó en forma metafórica y simbólica: “Donde son más altas las palmas en Cuba nació Heredia: en la infatigable Santiago”.
En ese discurso resaltó como desde la niñez Heredia evidenció su sensibilidad y al respecto afirmó que era como si el último oro del país saqueado le ardiese en las venas o como si a la luz del sol del trópico se le revelasen por merced sobrenatural las entrañas de la vida.
Se refirió Martí a las características de la familia de Heredia. Acerca de su padre, por ejemplo, dijo que con su mucho saber, y con la inspiración del cariño, ponía ante sus ojos ordenados y comentados los elementos del orbe, los móviles de la humanidad, y los sucesos de los pueblos.
También detalló cómo fue apreciando Heredia la lucha de los pueblos de América Latina por su independencia y la labor específica de figuras relevantes como fue el caso de Simón Bolívar.
Y comentó al respecto: “Oyó decir de Bolívar, que se echó a llorar cuando entraba triunfante en Caracas, y vio que salían a recibirlo las caraqueñas vestidas de blanco, con coronas de flores”.
Martí ofreció otras valoraciones acerca de cómo se desenvolvió la labor de Heredia en Cuba antes de tener que salir hacia el extranjero al ser descubierta una conspiración en la cual estaba involucrado.
Igualmente trató sobre la estancia de Heredia primero en los Estados Unidos y después en México.
Acerca de cómo Heredia fue recibido específicamente en este último país señaló: “México lo agasaja como él sabe, le da el oro de sus corazones y de su café…”
Martí expresó que Heredia en México siguió sufriendo por la situación que padecía Cuba bajo el dominio colonial español y acerca de ello afirmó que padecía porque el déspota estaba en pie, restallando el látigo mientras que muchos cubanos estaban arrodillados.
Y comentó seguidamente: “De este pesar de la grandeza inútil, de la pasión desocupada y de la vida vil, moría, hilando trabajosamente sus últimos versos, el poeta que ya no hallaba en la tierra más consuelo que la lealtad de un amigo constante”.
Martí opinó en el discurso pronunciado en Nueva York en 1889 no sólo sobre la poesía sino además en relación con la prosa de Heredia. Y dijo: “En su prosa misma, resonante y libre, es continuo ese vuelo de alas anchas, y movimiento a la par rítmico y desenfrenado”.
Y acerca de la impresión que tuvo el poeta en su encuentro con las Cataratas del Niágara, Martí se refirió en el discurso citado, al exponer: “…y cuando, como quien se halla a sí propio, vio despeñarse a sus pies, rotas en luz, las edades de agua, el Niágara portentoso le reveló, sumiso, su misterio, y el poeta adolescente de un pueblo desdeñado halló, de un vuelo, el sentido de la naturaleza que en siglos de contemplación no habían sabido entender con tanta majestad sus propios habitantes”.

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