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Para un buen final (II)

6 de noviembre de 2015

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Pre_adolescentes

 

Les hablaba anteriormente de la responsabilidad, el respeto y el ingenio como cualidades muy importantes en la educación de niños y jóvenes, y también les comenté que seguiría con el tema porque es importante pues hay otros aspectos que quiero compartir con ustedes, fundamentalmente, el lugar e importancia de las emociones.
Empiezo diciéndole que Glenn y Brock –a quienes ya les mencioné– consideran que las virtudes de la responsabilidad, el respeto y el ingenio se desarrollan a través de tres percepciones de la afirmación del Yo que son: percepción de su capacidad personal (Yo soy capaz), percepción de su importancia personal (Yo soy importante) y la percepción de su influencia personal (Yo decido), y de cuatro habilidades: habilidades Intrapersonales (autoconciencia, autocontrol y autodisciplina), habilidades Interpersonales (escuchar, comunicar, cooperar, negociar, etc.), habilidades de Método (responsabilidad, adaptabilidad y flexibilidad) y habilidades de Juicio (planificar, identificar elecciones y toma de decisiones maduras). Y lo dicho hasta aquí entra en el campo de las competencias emocionales.
Con la explicación anterior, queda claro la diferencia entre percepción y habilidades. Tener percepción de algo es como uno se ve así mismo, por lo que en este caso sería cómo el niño o joven se ve en cuanto a lo que es capaz de hacer (responsabilidad), la importancia que se auto atribuye como persona (respeto) y en qué medida puede tomar decisiones (ingenio). Por ahí se empieza, o sea, la conformación de la autoimagen; pero no es suficiente, porque eso hay que desarrollarlo en forma de conductas o habilidades que serán en última instancia las que dirán si se asimilaron adecuadamente las enseñanzas y se han convertido en cualidades personales, y que están relacionadas directamente con las competencias emocionales.
Como expliqué antes, entre las habilidades intrapersonales están el autoconocimiento, el autocontrol y la autodisciplina, que significan saber como somos, la capacidad para controlarnos (que no significa reprimirnos, sino saber encauzar las emociones) y que la disciplina sea un conjunto de reglas asimiladas y no impuestas ni represivas, sino que son guías de la conducta. Como complemento importante están las habilidades interpersonales en las que se encuentran saber escuchar, comunicarse, cooperar con los demás y negociar los conflictos, y aunque parezcan muy conocidas y tal vez muchos de nosotros creemos poseerlas, yo les aseguro que no es tan fácil saber escuchar, por ejemplo, ya que si alguien nos dice algo agradable sobre nosotros, seguro somos buenos receptores; pero si es una crítica (y más si no estamos de acuerdo) hablamos al mismo tiempo que el interlocutor, porque queremos imponer nuestros criterios, lo cual nos hace pésimos comunicadores y difícilmente seríamos capaces de negociar los conflictos que tenemos, o lo que es lo mismo, conversar, expresar puntos de vista y llegar a un acuerdo en el que hemos tenido que ceder. Y esto –como la mayoría de las cosas– se aprende de pequeño; si al niño no se le enseña a negociar con los amigos de cómo distribuir el tiempo de juego, permitiendo que todos, él mismo y sus amigos tengan una participación equitativa y acceso a todos los juguetes, difícilmente en la adultez, dentro de su matrimonio, sea un buen negociador en los mil y un problemas que se presentan en esa maravillosa y difícil relación.
Les pongo una situación: al marido le proponen un trabajo muy bueno en otra provincia, pero la mujer también tiene su trabajo y los niños tienen su escuela, sus amigos, además están los abuelos que ayudan, en fin, que hay tantas cosas de las que hablar y tomar decisiones que una sola conversación no es suficiente, y para nada la solución es separar a la familia, ni que algún miembro de la familia se sienta aplastado y traicionado en sus intereses y necesidades. Como verán estas dos primeras habilidades son muy complejas, pero tienen, como padres, muchos años para trabajar en esto; aunque –y me parece lógico– si usted no las posee, empiece por autoeducarse.
El espacio se me acabó, y se me volvieron a quedar cosas que decirles, porque no hablé sobre las otras dos habilidades, así, que ¡sea fiel! y vuelva dentro de siete días.

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