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Ernesto Lecuona-Epistolario (XVIII)

16 de octubre de 2015

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En librerías de la capital y provincias cubanas se encuentra a la venta la segunda edición de nuestro libro Ernesto Lecuona: cartas, que,  publicada por la editorial Oriente, de Santiago de Cuba, se diera a conocer en la más reciente edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana.
Y para que los lectores de esta sección aprecien el contenido del aludido título, continuamos en De Ayer y de Siempre la inserción de gran parte de las epístolas que integran la aludida obra.
El 5 de agosto de 1947 se realizaron elecciones en la Sociedad General de Autores de Cuba para seleccionar una nueva junta directiva, y como resultado de ellas Ernesto Lecuona sería depuesto de su cargo de presidente de la entidad.

Cuatro días después, el diario Prensa Libre informaba a los lectores acerca del resultado de tales comicios en la sección «Babel», del periodista Mario Kuchilán: «La Sociedad General de Autores celebró elecciones el martes destituyendo a Lecuona y nombrando a Julio Brito, presidente; Blanco Leonard, vicepresidente, y Faustino Miró, secretario. A presencia de los delegados de Trabajo y del Gobierno Provincial».
De tan escueta forma conocía la opinión pública cubana acerca de tales cambios, con los cuales lograban sus objetivos miembros de la Sociedad General de Autores de Cuba que exigían la renuncia de Lecuona a la presidencia de la entidad como paso previo para resolver la crítica situación de sus afiliados en lo correspondiente al cobro de los derechos de autor, la cual empeoró después de ser relevado el maestro.
Tras la lectura de la anterior información periodística, Gonzalo Roig escribió a Lecuona el 10 de agosto de 1947:

 

Sr. Ernesto Lecuona
Playa Santa Fe
Término Municipal de Bauta

 

Mi estimado amigo y compañero:
A los hombres pueden distanciarlos las ideologías políticas, los credos religiosos, el concepto de grupos, etc., pero no debe distanciarlos, jamás, el espíritu de justicia. Tú, inexplicablemente, respaldaste con tu silencio la campaña de publicidad maliciosa que se hiciera a raíz de mi renuncia como presidente –entonces– de la Federación Nacional de Autores, y hasta permitiste que se invocara tu nombre como un nuevo Radamés que venía desde tierras norteamericanas a hacerse cargo de la reorganización de la sociedad antes mencionada; eso, a la vista y concepto del gran público (ignorante siempre de la verdad suprema), representaba la salvación de una institución que, dejado el asunto a la interpretación de los más, quería significar el arreglo de cosas mal hechas por tu antecesor. Todo esto, que no fue justo ni decente y que no obedecía al esclarecimiento de la verdad, me dio innúmeros motivos para cancelar definitivamente la invariable amistad que siempre he tenido por tu persona; no lo hice, y hoy me alegro mucho de haber procedido así, porque todo ello me ha permitido que, en una de las últimas actas de la Corporación Nacional de Autores, que presido, haya dejado constancia personal, y también de dicha Corporación, de nuestra protesta por el tratamiento de que has sido objeto por medio también de publicidad, y por unos individuos irresponsables tanto como músicos y como personas; y ahora, leyendo el periódico Prensa Libre, correspondiente al sábado 9 pasado, me apresuro a enviarte esta carta, como constancia, otra vez, de mi protesta, por el tratamiento de que eres víctima, por medio de la prensa, y significarte mi repulsa a esa irrespetuosa campaña que se le hace a un representativo de mi país, como lo eres tú, y que solo merece respeto y consideración por parte de todos los cubanos, y muy especialmente por los elementos de nuestra clase, ya que dignamente la representas en nuestra patria y fuera de ella, para orgullo de todos.
A los hombres, pues, pueden distanciarlos las ideologías políticas, los credos religiosos, el concepto de grupos, etc., pero no debe distanciarlos, jamás, el espíritu de justicia.
Te saluda cordialmente
Gonzalo Roig

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