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Problemática guatemalteca

22 de septiembre de 2015

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Byron Lima, el militar guatemalteco que guarda prisión por el asesinato de monseñor Juan José Gerardi, fue trasladado a la Torre de Tribunales, para una audiencia por otro delito: falsificación de un diploma.
Aprovechando la coyuntura electoral, Lima habló sobre cómo conoció a Jimmy Morales y por qué considera que sería mejor opción a Sandra Torres en la Presidencia. Asimismo, habló sobre su amistad con Otto Pérez Molina, y dijo que ya le había advertido que estaba rodeado de “mulas”, cobardes y delatores.
Precisamente, Morales y Torres son los dos únicos sobrevivientes de los 14 candidatos que se presentaron en primera vuelta a la Presidencia de Guatemala, quienes dirimirán el 25 de octubre en segunda fase; y Pérez Molina fue depuesto de la presidencia por estar seriamente implicado en varios escándalos de corruptelas, uno de ellos ligado a la aduana, a causa del cual guardan prisión la ex vicepresidenta Baldetti y otros funcionarios de alto nivel.
Lo inesperado de todo esto es que fue tanta la malversación, que llegó a dañar intereses de transnacionales, lo cual explica la pronta actuación judicial, algo sin precedentes.
Jimmy Morales es un comediante no ligado a partidos tradicionales, por lo cual una cuarta parte del electorado lo consideró el voto de castigo ideal contra el partidismo tradicional, rechazado e impopular por lo corrupto y la impunidad con que delinque.
Es decir, no tiene una trayectoria política, carece de la experiencia en ese aspecto, pero sí mantiene fuertes nexos con el ejército, y es un gran amigo del depuesto mandatario Pérez Molina, quien además de estar señalado como corrupto, es sindicado como uno de los militaras de alta graduación que en estas últimas décadas ha estado implicado en el asesinato de 250 000 guatemaltecos. En este contexto, fue juzgado el ex dictador Efraín Ríos Montt, a quien no se le señaló culpabilidad, gracias a jueces venales.
Volviendo a Morales, a este se le acusa de racista y de tener prejuicios contra la mujer, lo cual se agrega a lo señalado anteriormente.
No obstante, una fuerte campaña mediática a su favor está tratando de dar aire a supuestos dones y borrar sus “pecados”, y sacar a la luz los presuntos de Sandra Torres, primera dama durante el gobierno de Alvaro Colom, de quien se divorció en el 2011. Hace solo unos días volvieron a comprometerse para casarse nuevamente en noviembre venidero, después de los comicios.
A Sandra se le acusa del desvío de dos millones de dólares para financiar las campañas de su partido y de haber encubierto fechorías comprobadas de su hermana, Gloria, pero ambas cuestiones no han podido ser demostradas.
Su campaña se basa en el compromiso de hacer transparentes los tejemanejes de todos los partidos políticos, para lo cual deben mostrar de donde provienen los fondos que manejan; y la depuración del sistema judicial, un ente demostradamente venal.
Independientemente de lo que suceda, es justo reconocer que con Álvaro Colom se restablecieron las relaciones con Cuba y se vivió un proceso de integración; Sandra Torres, quien impulsó importantes proyectos en materia de reforma del sistema nacional de educación primaria, jugó un papel muy importante en la consecución del programa cubano Yo sí puedo, que alfabetizó a decenas de miles de guatemaltecos, incluso en idiomas aborígenes.
Y esto es grosso modo el panorama que presentan estos dos candidatos a la presidencia guatemalteca, cuya elección pudiera conllevar a un cambio necesario, algo que no se presenta fácil, porque deben primar voluntad, decisión y coraje para encarar a las fuerzas retrógradas que hasta ahora marcan el derrotero de la nación centroamericana, donde, a pesar del alto crecimiento del Producto Interno Bruto, el 71% de su población vive en el umbral de la pobreza y 6 000 personas son asesinadas mediante la violencia que genera el narcotráfico.

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