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Jorge Oliver: “La historieta sirve hasta para plantar raíces”

27 de agosto de 2015

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(Entrevista realizada por Magda Resik, en el espacio “Encuentro con…”, en el marco de la Feria Arte en La Rampa, el 3 de agosto de 2015).

jorge oliverMAGDA RESIK. Muy buenas tardes. Bienvenidos al espacio “Encuentro con…” que, como ustedes saben, es una idea que animan siempre la Asociación Hermanos Saíz y el Fondo Cubano de Bienes Culturales. Especialmente durante la feria Arte en la Rampa, los “Encuentro con…” se realizan regularmente cada semana, y me han dado la oportunidad de descubrir a notables figuras del arte y de la literatura cubanas, que también encuentran aquí un escenario propicio para intercambiar con un público mayoritariamente joven. Nuestro invitado de hoy es un hombre del mundo de la creación, y no lo digo por gusto porque su espectro de realización personal es bien amplio: desde los medios de comunicación ha contribuido mucho a la formación y valoración de un público que sabe discernir, en el universo de la realización audiovisual; su programa “Cuadro a cuadro” todos sabemos que ha contribuido mucho a esa formación, pero que también marca pautas en la propia realización audiovisual que el espacio propone y supone.
Por otra parte, es un historietista reconocido, dibujante, un hombre que ha ideado personajes de la literatura infantil cubana que son símbolos, son mitos de la literatura infantil. Si hablamos del Capitán Plin, enseguida todos lo reconocemos, porque además es un personaje que ha recorrido ya dos generaciones, podríamos decir
– eso, sin ofender a mi invitado –, y también personajes cargados de mucho humor, que nos retratan como cubanas y cubanos. Es un hombre también del ejercicio del criterio, de la crítica, y tiene aportaciones que a veces nos asombran; por ejemplo, aquellas relacionadas con la reflexión sobre la naturaleza del ser cubano, que exhiben una creatividad, un sentido del humor especial. Y de todos esos temas vamos a estar conversando hoy con Jorge Oliver, a quien mucho le agradecemos que esté en “Encuentro con”.
Bienvenido.
JORGE OLIVER. Gracias a ti, a la Asociación, al Fondo, y sobre todo a los que vinieron a soportar un poco de aire acondicionado, que no estamos acostumbrados a eso (RISAS).
MAGDA RESIK. Generalmente a los niños les gusta dibujar.
JORGE OLIVER. Sí.
MAGDA RESIK. Pero usted era un niño entonces doblemente comprometido con el dibujar y con el disfrutar de las historietas.
JORGE OLIVER. Sí, mi biografía empezaría con una anécdota muy similar a la de grandes hombres; por ejemplo, mi maestra de segundo grado llamó a mi mamá y le dijo: “Es excelente alumno, va a ser lo que quiera en la vida, menos dibujante.” Porque, según ella, yo no…
MAGDA RESIK. No tenía cualidades.
JORGE OLIVER. Y según lo que yo recuerdo, lo que yo dibujaba cuando aquello no me lo iban a publicar ni “Pionero”.
MAGDA RESIK. Porque, ¿qué hacía?
JORGE OLIVER. Aquello era un desastre.
MAGDA RESIK. Garabatos.
JORGE OLIVER. Lo que pasa que sí me gustaba pintar historias en cuadritos. Y entonces, a partir de ahí, me empaté con las historietas, y el culpable fue el viejo mío, que cada vez que yo hacía algo bien hecho, lo que me decía era: “Ve y cómprate un muñequito de los nuevos”. Porque los viejos los vendían a 3 quilos, pero los nuevos eran a 10 quilos y entonces, para empatarse con el nuevo, era más difícil. Entonces el gran estímulo era: “Coge diez quilos para que te compres uno nuevo”.
MAGDA RESIK. ¿En aquel momento era replicar los que leía?
JORGE OLIVER. En aquel momento era aprender cómo era que contaban la historia. A mí la mayoría de las veces me parecía que la historia no estaba exactamente bien contada, lo que te demuestra que yo nací autosuficiente, no fue después; (RISAS) yo lo era cuando nací ya. Pero aprendí muchísimo de eso, de lo mismo que han aprendido muchos de los que están aquí hoy sentados, que es viendo lo que hacen otros artistas, porque alguien dijo que mare nostrum, porque aquí no hay nada nuevo.
MAGDA RESIK. ¿Cómo era esa infancia?
JORGE OLIVER. Muy buena, mis recuerdos son muy buenos, incluso hasta después que nació mi hermana, porque mi hermana nació siete años después. Ella es bonita y, bueno… siempre oía a alguien que decía: “Pero él es inteligente, saca buenas notas.” (RISAS) Siempre se escapa. Pero la bonita era ella.
MAGDA RESIK. ¿Y en qué lugar se desarrolló esa infancia? ¿Y cómo eran esos padres? ¿Cómo era esa casa?
JORGE OLIVER. Yo soy habanero, a diferencia –no sé– de gente que dice ahora que es habanero y no es de aquí; aunque, en medio de la campaña por el 500 aniversario, hay mucha gente que te explica que son realmente de Santiago, no hay problema con eso.
Yo nací en La Habana en un barrio residencial en la actualidad.
MAGDA RESIK. ¿Mucha relación con otros niños de su edad en este camino de las historietas? ¿Les contaba historias a los amigos?
JORGE OLIVER. Según mi mamá, mi cuadra estaba llena de muchachos; éramos muchos. Yo era flaco, usaba espejuelos, me costó algunas broncas.Pero al final tuve buenos socios, gente muy buena.
Tenía otro problema: yo sacaba demasiadas buenas notas, porque a mí siempre me ha gustado estudiar y eso te trae ciertos problemas, porque la gente te dice: “Tú te pasas el día en esa bobería, deja el librito”. Eso tenía su cosa. Pero tenía una ventaja: yo dibujaba. Porque ya, a partir de segundo grado, cogí eso con lucha y en el cuarto o quinto ya lograba hacer cosas que se parecían. Y entonces ya era una tarjetica para la “jevita”, darle una caricatura para la maestra; o sea, siempre obras de nivel, lo mío siempre fue…
MAGDA RESIK. Lo suyo siempre fue Da Vinci.
JORGE OLIVER. Bueno, terminé haciendo muñequitos, que para mí no forma parte de la cultura; es la base de la cultura. Los egipcios pintaban muñequitos, no sé si usted lo sabe; los jeroglíficos son muñequitos.
MAGDA RESIK. Sí, está buena la fundamentación esa. ¿Y cuándo entonces la profesión fue en serio?
JORGE OLIVER. Lo primero que yo publico fue en “P’adelante”. Entro en el primer llamado del Servicio Militar. Alguien se equivoca y a nosotros nos llaman en diciembre, y el llamado entra en abril. Yo he tenido muchos problemas con eso de la organización en mi vida; o sea, las personas dan pasos normales y a mí no me salen muy bien. Eso trajo un problema: en la unidad adonde yo fui no me querían aceptar porque yo era ilegal, porque me llamaron a los 16 años y la ley dice que a los 18. De todas maneras, dije que me habían mandado del Comité Provincial de la Juventud con un grupo de militantes, y no sé por qué me dejaron; estuve como tres meses que no aparecía en ninguna lista. Yo “escapo” porque inventaron un mural, y como inventaron un mural, dije: “Ahora sí”.
MAGDA RESIK. En la unidad militar. Es decir, usted concibe eso como el primer momento profesional de su vida.
JORGE OLIVER. Fue la primera vez que dibujé algo y más tres o cuatro personas venían y decían: “Oye, qué bueno está esto, ese es igualito que el sargento”. Eso funcionó, eso funcionó.
La primera página la publico en “Verde Olivo”, que le pusimos, los primeros 45 días, dos páginas de humor militar. A la mayoría de la gente les pareció bien, menos a los jefes; pero lo publicamos. Después publiqué en “Palante”.
Lo primero que publico allí, con José Delgado, que después fue subdirector de la revista, al cabo de los años –teníamos entonces16–, fue una parodia del Spirit. O sea, que parece que eso de “Cuadro a cuadro” hace rato que yo lo traigo.
Ahí empezó mi vida profesional. A partir de ahí, me demoré como unos diez o doce años para que me pagaran algo; porque normalmente uno publicaba porque “hace falta esto”, “hace falta lo otro”, y en esa época nos dio por esa bobería y entonces no pagaban. Ahora pagan, un poquito, pero pagan.
MAGDA RESIK. ¿Y el estudio en serio?
JORGE OLIVER. Yo estudié un año en Economía. Eso fue muy bueno, porque cuando fui a matricular en la Universidad, al Curso para Trabajadores, la única carrera que había era Economía. Y me fue bastante bien, como que logré aprobar con 70, raspando.
Después matriculé Historia del Arte. En Historia del Arte es más fácil. Tuve mis problemas, hubo cambio de programas, como en toda la educación cubana, siempre por mejorar el sistema educativo. Y por ejemplo, a mí me tocó dar tres veces el mismo semestre sobre el Renacimiento. Yo me sé el nombre de las calles de Venecia y de Florencia de memoria, en La Habana Vieja me pierdo.
MAGDA RESIK. Ese paso por la Historia del Arte tiene que haberle aportado mucho.
JORGE OLIVER. Mira, más me aportó que yo hice mi carrera, que es de cinco años, Historia del Arte, en siete. Porque el problema es que en el primer semestre de quinto año, a alguien se le ocurrió invadir a Angola y los cubanos fuimos a ayudarlos, y yo fui también. Cuando viré, me explicaron que aunque yo había hecho los exámenes en las vacaciones que me dieron, a mí me faltaba la asistencia y que yo estaba injustificado.
MAGDA RESIK. Porque estabas injustificado en Angola.
JORGE OLIVER. Claro. (RISAS)
A ver, es serio. Esa discusión a mí me tocó hasta con el compañero que en ese momento dirigía el Ministerio de Educación. Y nada, tuve que repetir el año. Pero cuando repetí el año, que ya era el sexto año, lo volví a aprobar otra vez; cuando lo repetí, me dijeron que habían vuelto a cambiar el programa de estudios para perfeccionarlo, y entonces faltaban asignaturas que yo no había hecho. Y entonces volví a matricular.
Fue muy cómico, porque una de las asignaturas era Historia del Arte Africano, y cuando yo fui, me presenté a la Facultad, yo dije: “Yo vengo de África”. Y la profesora me dijo: “Yo voy a dar Arte Africano y yo tengo un problema, yo no sé nada de arte africano. ¿Tú me puedes ayudar?”. Porque yo estuve dos años en Angola publicando en la revista “Verde Olivo” trabajos sobre historia de África.
Resultado: yo la ayudé a hacer el programa de Historia del Arte Africano y ella me convalidó la asignatura. Ese fue el séptimo año, me gradué al fin al séptimo año.
Por la mitad del camino me gradué también de Maestro Primario.
MAGDA RESIK. ¿A la par de Historia del Arte?
JORGE OLIVER. Sí. A ver, las cosas a mí no me han pasado normalmente.
Dijeron que iban a dar un curso de Maestro Primario y que los cuadros de los pioneros podíamos presentarnos si teníamos más de preuniversitario. Yo tenía más de preuniversitario, e iban a dar Psicología Infantil y Didáctica, y yo siempre he considerado que para trabajar con los niños hay que ser más inteligente que ellos, y eso es muy difícil; porque en la medida en que tú te pones viejo, te vas poniendo más bruto. Entonces, decidí matricular y, como era por encuentros, fue relativamente fácil. Y por lo tanto, yo soy Maestro Primario. Siempre que me preguntan: título, yo digo: Maestro Primario.
MAGDA RESIK. Pero debe haberle servido de algo, ¿no?
JORGE OLIVER. De muchísimo, de muchísimo. El maestro para mí es un tipo incluso más respetable que el médico; porque el maestro te cura antes; el maestro se da cuenta de que tú puedes llegar a ser muy bruto y que, si él te prepara desde ahora, puedes llegar a ser una gente inteligente; el médico espera a que tú te enfermes (RISAS).
MAGDA RESIK. ¿Desde cuándo usted usa el humor como recurso, primero para burlarse de usted mismo y después para hacer reír a todo el mundo y pasarla bien?
JORGE OLIVER. Mira, el problema es que si te la tomas en serio, es tan cortica que no te da tiempo a reírte (RISAS). Entonces hay que tener eso adelantado, porque de todas maneras las cosas malas te van a pasar, ¿está claro? Por ejemplo, a ver: dos datos en mi vida personal que te demuestran por qué hay que reírse. Yo tengo cinco hijos y todos son de una madre diferente, Y he vivido en quince casas, porque hasta ahora eran catorce; pero ayer, conversando con Tata, me di cuenta de que eran quince, faltaba una casa. Yo he vivido en quince casas.
MAGDA RESIK. ¿Alguno de sus hijos le ha seguido la pista profesional?
JORGE OLIVER. Sí, hay uno que es diseñador, diseñador gráfico; fue al ISDI, pasó escuelas y todo.
MAGDA RESIK. Pero usted tiene otros hijos –déjeme entrar ahí–, que suelen ser las personas a las que usted ha ido formando a lo largo de estos años: esos jóvenes que se han ido acercando a usted, que les ha servido de maestro, porque así ha sido; aunque usted a lo mejor tiene una teoría de que ellos son los maestros de usted. Puede ser.
JORGE OLIVER. Ese es un intercambio.
MAGDA RESIK. Usted ahora me explica cómo se da esa relación con ellos, porque además usted los lleva como cola detrás; ellos van adondequiera que usted aparece, donde está su obra, lo siguen; hay un efecto ahí de atracción muy potente. ¿Y qué ha intentado enseñarles?
JORGE OLIVER. A ver: lo primero es eso. Yo no he intentado enseñarle a nadie nada, porque… Vamos a empezar de atrás, y muy en serio. A mí me tocó empezar a trabajar profesionalmente con una generación de… bueno, como estamos en privado, de “animales”. O sea, a mí me tocó… Yo entré en el ejército y empecé a publicar en la revista de la DAAFAR y en la máquina de al lado se imprimía el periódico “La Marina”, y el que hacía las caricaturas para el periódico era Juan Padrón. O sea, Juanito es mi hermano de profesión. Juanito es genial. Y lo vi todos los días. En esa misma generación, pero con unos años antes, estaba Tulio Raggi, estaba Roberto Alfonso… A mí me tocó vivir entre gente increíble, y traté de aprender de todos ellos lo más que pudiera. Todavía sigo aprendiendo de las cosas de ellos.
Después me aparecieron nuevas personas. No creo que haya sido que me haya clasificado como maestro; algunas de las cosas que digo me las tienen que creer porque me da la gana, porque tengo más edad que ellos; otras cosas son porque a veces tengo la razón.
La mayoría de las veces he trabajado con gente mucho más joven que yo y traen una visión nueva, traen otra manera de ver el mundo, y me doy cuenta de que lo más estúpido es decir eso de que todo tiempo pasado fue mejor. Esa es una estupidez total. Y lo demuestran ellos. Hoy en el Grupo de Dibujos Animados del ICAIC hay gente sorprendente con menos de 30 años, increíble, que en mi generación nunca la tuvimos. Hoy salen de escuelas preparados con un nivel profesional formidable; a nosotros nos costaba cinco años hacernos historiador del arte, que todavía no sé para qué sirve eso. Así es que eso de maestro es relativo.
MAGDA RESIK. Hay personajes que usted nos ha legado que prendieron en las generaciones de las que veníamos hablando. Son personajes que se convierten como en una especie de hilos conductores de un grupo importante de historietas, de cuentos, de relatos. O sea, a mí me interesaría ahora hablar de esos tipos de personajes a los que usted les ha ido creando un mundo, y si concibe que ese universo de la historieta, del dibujo animado, exige de esa tipificación, en un personaje bien construido, bien recreado.
JORGE OLIVER. Uno realmente nunca se da cuenta de que está haciendo ese tipo de personaje; uno empieza a parir cosas, tipos, tarecos, personajes, historias, que empiezan a nacer. Y de pronto, de diez hay tres que la gente, que son los que saben, dicen: “Estos son los buenos”, y de las otras siete no se acuerdan nunca más. A lo mejor tú le tienes mucho cariño a la quinta que hiciste, pero la gente no la escogió. O sea, antes de Plin hubo muchos proyectos que a mí me hubieran gustado mucho. Plin fue un gato desnudo primero, por eso es que hay un capítulo en el que Rui La Pestex dice que es un gato “desnúo”. El que le puso ropa fue Juan Padrón, un día que vino y me dijo: “Ayer le tuve que hacer un cuento a mi hijo, y cogí el gato tuyo y le puse una espada y dije que el tipo era espadachín”, y le dije: “¡Esa idea está volá!”, y a partir de ahí se convirtió en el Capitán Plin. Así que tampoco es mío completo. Pero me sorprendió que funcionara. Cuando le hice el cuento a la gente en “Zunzún” fue increíble, las primeras historietas funcionando, y bueno, hasta el día de hoy, que el error lo arrastran, porque incluso en el ICAIC están haciendo un muñequito con Plin. (RISAS)
Casi todos han nacido por un encargo. Esa es una discusión muy vieja, de que si el artista trabaja por encargo, que si no trabaja por encargo. Yo pienso que sí, todos trabajamos por encargo. Yo creo que no fue un pintor loco que pasó un día por una iglesia que estaban reparando y miró para arriba, para el techo, y dijo: “Aquí debíamos pintar…” y se le ocurrió pintar la Capilla Sixtina. Eso no fue así. Alguien lo llamó y le dijo: “¿Cuánto tú me cobras?, ¿cuál es el presupuesto?, ¿qué tiempo te demoras? ¿cuál es el tema?”. El encargo existe; y cuando no existe directamente, se lo pone uno mismo, se lo pone el tiempo en que tú vives, se lo pone lo que tú quieras decirles a los que vienen atrás.
El encargo puede salir de cualquier lugar. Y lo único que he hecho durante toda mi vida es tratar de cumplir con esos encargos.

capitan plinMAGDA RESIK. ¿Qué pasa con los dibujos animados y dibujar hoy?, porque las nuevas tecnologías están suplantando de alguna manera la habilidad del dibujante, y usted tengo entendido que defiende lo que la mano puede hacer. ¿Cómo se lleva usted con esa relación entre la tecnología más contemporánea y las esencias del dibujo, de la historieta?
JORGE OLIVER. Las nuevas tecnologías son un pincel grueso; o sea, yo empecé a dibujar con plumilla, después aprendí con la gente profesional que existían unos pinceles muy buenos, que son los que usa Juanito y empecé a pintar con ellos, después a practicar… Así, hasta que llegué a la Wacon, ellos llegaron más rápido a la Wacon que yo, pero al final lo que importa es el tipo que tiene la pluma o la Wacon en la mano, y lo demás es cuento.
Las nuevas tecnologías multiplican la capacidad de creación de la gente. En el mismo ejemplo de la animación, hay personas que veinte años atrás no hubieran tenido cabida en la generación del dibujo animado, porque son personas que manejan una red de computación, son personas que son capaces de crear un fondo de 3D; son personas que hacen eso posible porque manejan una nueva tecnología. Veinte años atrás esa tecnología no existía para hacer un dibujo animado, entonces no… Pero si se ha multiplicado, si ha sido en contra, si hay que defender las viejas maneras, eso es tonto.
MAGDA RESIK. ¿La historieta y el dibujo animado qué ingredientes deben tener, según Oliver, para ser de verdad competentes?
JORGE OLIVER. Hay que contar un cuento. Si tú cuentas un cuento da lo mismo que logres escribir una novela o que logres hacer el dibujo, pero tiene que haber un cuento. Para mí todos los experimentos son eso, experimentos, y los respeto como tales.
MAGDA RESIK. O sea, que la dramaturgia es algo esencial.
JORGE OLIVER. Hay que contar algo. Si usted tiene un cuento en la mano, si usted tiene algo que decir, usted puede hacer una historieta, un dibujo animado, algo, depende de su capacidad, de lo que se le haya ocurrido.
MAGDA RESIK. Dicen que ya a las niñas y a los niños no les gustan las historietas, los dibujos animados. ¿Usted qué ha percibido? ¿A usted qué reflexión le merece eso que algunos comentan?
JORGE OLIVER. Hoy yo le decía por la mañana a un amigo mío que iba conmigo en el carro: “¿Tú sabes por qué a ti te gusta todavía el dibujo animado?”. Y le dije: “porque el famoso niño que todo el mundo dice que se muere y no se muere, uno lo cuida, pero uno lo esconde; pero el tipo está ahí, se acuerda del dibujo animado que más te gustó”. Hay un sitio en Internet que se llama “Muñequitos rusos en Cuba”, que todo el mundo visita.
MAGDA RESIK. Que todos recordamos. Claro.
JORGE OLIVER. A quién se le olvida eso.
El Elpidio que está puesto allá afuera no es porque quedó bonito, no, es porque Elpidio es de nosotros. Entonces eso de que el niño hoy día… Eso es cuento. El niño es niño, el niño es más inteligente que todos nosotros. Y si está bien hecho el cuento, te lo va a aceptar. Cuando el cuento está mal hecho, no voy a poner ningún ejemplo, pero a ver: en los mismos estudios nuestros, o en “Zunzún”, en cualquiera de los dos lados, hemos hecho cosas que no han pegado, que las hemos hecho con todo el cariño, con todo el esfuerzo, con todas las ganas, incluso con gente muy buena profesionalmente en lo individual, pero esa historia no funcionó.
Te voy a poner un ejemplo en positivo. Ese compañero con el que fui a visitar los estudios, era la primera vez que él entraba, se paró delante de un cartel de “Pubertad”, y me dijo: “Yo me acuerdo de eso, yo vi eso”. Ni hace dibujos animados, ni hace historietas, ni nada de eso, y tiene casi cuarenta años. Y le hice la historia de “Pubertad”: eso lo hace Piña, bla, bla, bla. Eso funcionó. Y el tipo no está en Secundaria Básica, ni tiene problemas con las relaciones sexuales antes de la pubertad, no. Pero le llegó, esa historia está bien hecha, está bien contada, está hecha con ganas, y le llegó al público. Es que funcionó con el público que queríamos, funcionó con los muchachos de Secundaria.
Y tú quieres tema más escabroso que la famosa educación sexual que está de moda, y funciona. Pero que está difícil de explicar… Eso es increíble. Hay una gente nuestra que lo hizo. Yo no sé si alguien más en el mundo lo ha hecho. Y no es de los proyectos más difíciles de hacer en el ICAIC. A ver, sí fue difícil llegar a tener el proyecto, pero realizarlo desde el punto vista de producción no es de las cosas que han sido más difíciles allí.
MAGDA RESIK. ¿Qué les diría usted a los que piensan que el dibujo animado o la historieta son como géneros menores dentro de la creación, diríamos, literaria, audiovisual; son géneros que no llegan a tener el nivel del arte más consagrado?
JORGE OLIVER. Eso es más viejo que andar a pie. Lo que pasa es eso de darle importancia en la vida a algo porque sea más chiquito o más grande, bueno, incluso en la vida personal uno sabe que el tamaño que se tenga no es realmente lo que… (RISAS) Es igual. Entonces, eso de si hay arte mayor o si arte menor, si la historieta es el noveno arte, es el séptimo, es el cuarto arte, es una tontería. Para mí comunica, le da valores a la gente, provoca intercambio entre el que hace y el que recibe, funciona, sirve hasta para plantar raíces. Eso para mí es arte, y funciona. Y si no le quieren decir que es arte, no importa, que le den el carné de identidad y basta; no importa. No hay lío.
MAGDA RESIK. Hay un programa de televisión que usted nos regala que se llama “Cuadro a cuadro”… Ahí hay un tratamiento de la imagen diferente, se está usando un poco el recurso de la historieta dentro de la propia visualidad del programa, porque usted aparece en escenarios, espacios, montado sobre escenas del filme que se proyectará. Es decir, el programa tiene en una capacidad creativa y de imaginación impresionante. ¿A quién se le ocurre todo eso?
JORGE OLIVER. A un piquete enorme de nosotros. Sabes que para hacer un programa de televisión lo que hay que ver es la lista de los créditos, hay mucha gente que participa. Y nosotros somos cuatro.
MAGDA RESIK. Y eso parece increíble, pero es cierto.
JORGE OLIVER. Lo que pasa es que esos cuatro no hacen el programa; esos cuatro lo terminan. O sea, aquí hay sentada un montón de gente que hacen “Cuadro a cuadro”.
La idea inicial semilla de “Cuadro a cuadro” es de Migdalia Calvo, que era asesora en la redacción cinematográfica de la televisión, que un día me tocó a la puerta –nos conocíamos porque trabajábamos en la Juventud juntos–, y me dijo: “¿Tú crees que sería posible hacer algún programa para un verano que tuviera películas, personajes de historietas, o personajes famosos de la literatura, pero que fueran de aventuras?”. Y le dije: “Sí, yo pienso que sí”. “¿Y puedes hacer este comentario?”. “Sí, sí, vamos a hacerlo”. Entonces hicimos el primer “Cuadro a cuadro”.
MAGDA RESIK. ¿Para qué te resulta útil Cuadro a cuadro?
JORGE OLIVER. Mira, para lo primero que me resulta útil es que yo me divierto mucho, porque me pasan cosas… Incluso aprendo muchas cosas. Por ejemplo, hay una persona de mucha edad en mi edificio que siempre me dice: “Qué buenas son las películas que tú haces”. Y mi mujer varias veces le dice: “Él no hace las películas”. Pero esa es una persona mayor.
Pero mi hijo el diseñador, Yuri, cuenta que, estando en una casa de visita, había un cumpleaños y todo el mundo estaba tomando cerveza y gritando como hablamos los cubanos en las fiestas, y de pronto el televisor estaba encendido y una muchacha que ya había terminado el Pre llegó al balcón y dijo: “Se pueden callar, porque está el programa del papá de Yuri y yo quiero verlo”. La gente bajó la voz, ella terminó su programa, fue al balcón de nuevo y le dijo: “Yuri, verdad que las películas que hace tu papá…”. Y se hizo un silencio, todo el mundo la miró. Y él le dijo: “Mira, tú estás clara en que él no hace las películas”. Y ella le dijo: “Ah, no, ¿me lo vas a discutir a mí, tú, que lo que estabas era tomando cerveza y yo vi el programa completo?”. (RISAS) No, tú logras ese nivel de comunicación que es extraordinario.
MAGDA RESIK. Pero hay un comentarista ahí que está enviando ciertos mensajes, detrás hay una capacidad de reflexión sobre la necesidad de formación de un gusto estético, de una apreciación audiovisual. ¿Cuáles son esos propósitos?
JORGE OLIVER. Sí, deja ver. Ahí hay dos o tres propósitos gordos. Es el porqué. Primero, y lo ponemos siempre en todas las discusiones, porque nosotros creemos que la televisión necesita un balance, y ese balance pasa también por los niveles de contenido. La televisión necesita, para comunicarse con todo el público, un noticiero, que no se hace con humor; la televisión necesita un ciclo de cine francés, para que la gente sepa que existe un cine francés, y la televisión necesita un “Cuadro a cuadro”, donde hablemos de que hay películas de aventuras, películas de super héroes, donde podemos decir todos los descosidos que le encontremos a esa ropa, las cosas de valores que pueden tener, y que no hay por qué echarle 25 años a nadie porque le parezca que Superman a lo mejor es de verdad. Eso no tiene nada que ver, porque es bobo. Eso funciona, y esa puerta hay que dejarla abierta.
Y lo segundo fue algo que mencionaste, que es lo que intentamos muchos de los que hacemos programas de comentarios en la televisión, que es tratar de llamar a las personas a que piensen un poquitico más adelante, a que no es solo que con Mortadelo y Filemón te puedes reír; esa es la puerta para entrar. No hay lío, yo también me río, y vamos a reírnos todo el mundo. ¿Te fijaste en el segundo chiste, pensaste? Eso es lo que intentamos. A veces nos queda bien, a veces nos queda mal; a veces la gente nos acepta el consejo, a veces el consejo está mal hecho. Eso nos puede pasar. Ese es el objetivo que hay detrás.
MAGDA RESIK. Cubanos, cubanos. ¿Con qué peso se lleva el ser cubano? Yo he escuchado y he disfrutado en un audiovisual una de las definiciones de cubanía más interesantes que he visto en mi vida, que son de la autoría de este señor que tenemos hoy aquí invitado. Y sé que él nos ha pensado, no solo desde la creación de la historieta y los personajes que ha concebido, que también tienen una raigambre cubana muy fuerte; él nos ha pensado mucho en cómo somos, incluso es pródigo también en criticar el cómo somos, porque lo hace desde el mismo, cubanos.
JORGE OLIVER. Mira, a todo el que ha salido al exterior le pasa esto. Hay personas que salen al exterior y se quedan a vivir; hay personas que salen y regresan; hay personas que van por motivos personales, o por motivos políticos; otros, por problemas económicos, y estén parados donde estén parados y de pronto suena una música cubana…
MAGDA RESIK. ¿De qué se duele Jorge Oliver cuando piensa en nosotros los cubanos, en las capacidades que deberíamos desarrollar, en lo que debemos emplear mejor de nosotros mismos, en lo que quiere para su país?
JORGE OLIVER. Yo creo que estamos parados en el río, que llegamos de pie, que eso es importante, y que seguimos de pie. Y de ahí para alante… Yo creo que si alguien tiene orgullo de ser, somos nosotros. Yo creo que nos hemos equivocado. Bueno, el refrán dice que el que tire la piedra, que jamás su tronco endereza, pero… (RISAS). Evidentemente ser mejor que nosotros, eso va a ser difícil, porque nosotros no somos autosuficientes…
MAGDA RESIK. No, nosotros somos Jorge Oliver.
JORGE OLIVER. Pero somos cubanos. Tú le dices a un cubano: “Te equivocaste”, y cuando se ve pegado a la pared se vira y te dice: “Me equivoqué bien. ¿Y qué?” (RISAS). Yo creo que con eso podemos ir a cualquier lado.
MAGDA RESIK. Ya sabemos qué es lo que emociona a Jorge Oliver. Por lo menos yo me di cuenta de que Cuba lo emociona mucho, el tema de lo cubano. Pero, ¿qué cosa es lo que entristece a Jorge Oliver?
JORGE OLIVER. Hay unas cuantas cosas que me entristecen. Una de las cosas que me entristecen es que la vejez se acaba. O sea, yo estoy de acuerdo con ser viejo, pero que dure más.
MAGDA RESIK. Pero que dure más. Por esa experiencia y poder hacer mucho.
JORGE OLIVER. Claro, para poder seguir haciendo.
Lo otro que me pone muy triste, muy triste, es cuando yo tengo un reto y no se me ocurre nada. O sea, nos sentamos en el trabajo, en cualquier lado, y decimos: “Hace falta hacer algo con los vasos estos para poderlos vender en la feria Arte en la Rampa, pero que dé cubanía, que se pueda llenar, y que no tenga no sé qué”. Y yo estoy en el grupo y digo: “Vamos a hacerlo”.
MAGDA RESIK. ¿Y?
JORGE OLIVER. ¡No sé qué coño hacer con el cabrón vaso! (RISAS)
Eso a mí me entristece mucho, cuando no se me ocurre nada.
Me pasa también cuando estoy imaginando algo que dura mucho; por ejemplo, un cuento para un libro; una historia que tenga más de ocho o diez páginas; un animado, que se meten un montón de meses para terminarlo, por la mitad del camino a mí se me empiezan a ocurrir otros finales y otras cosas que se pudieran hacer. Entonces me gusta mucho, cuando tengo tiempo de hacerlo, cuando el cuento todavía no se ha entregado a imprenta, pero cuando ya lo tienen en imprenta estoy embarcado. Pero cuando el libro sale y tú le preguntas a la gente: “¿Y qué te pareció el segundo cuento? ¿Y qué tú crees del personaje tal?”. Y la gente dice: “está bien”, y tú dices: “tremenda m…”, y la gente se lo cree. Y ya no se puede arreglar. Eso me da mucha, mucha tristeza. Esas son dos cosas que me dan tristeza.
MAGDA RESIK. En la vida profesional, que ya dijimos que queremos larga vejez, cuáles diríamos que son los valores que para su propia obra Jorge ha querido defender.
JORGE OLIVER. Hay uno que ya tocamos, o dos que ya tocamos. El primero, que se sepa que nacimos en Cuba. Yo siempre he tratado de coger de todos los demás, de aprender de todo el mundo –nosotros no somos el ombligo del mundo, pero estamos cerquita–y trato de que se sepa siempre que es un cubano el que lo está haciendo. Sin temor al panfleto, hay veces que sale el panfleto y funciona, pero también eso depende del momento en que estemos. Esa es una de las primeras cosas.
Y lo segundo es que invite a la gente a seguir imaginando. O sea, que el final esté ahí, porque a mí eso de los finales abiertos me parece que está muy cómodo para el autor, el autor está ocupado y debe darle un final; pero que a partir de ese final yo siga pensando. O sea, lo que nos pasa a nosotros con un Elpidio, o lo que nos pasa a nosotros después que leímos cuando jóvenes “Robinson Crusoe”, o cuando suspiramos cuando nos leímos “Corazón”, cuando nos pasa eso, que uno se queda pensando en ese personaje y ese personaje se incorpora, y uno lo recuerda y se lo dice a un nieto o a un hijo o lo comenta con un amigo, eso que sigue, que por la mitad del camino ya tú no sabes si exactamente el libro era así, o si la gente le está empezando a agregar cosas. Si tú logras que alguna obra tuya la gente la comente de esa manera, eso para mí es increíble. Si se logra eso, es increíble.
MAGDA RESIK. ¿Cuál es el pendiente mayor?
JORGE OLIVER. Bueno, yo tengo unos cuantos pendientes. Por ejemplo, una de las cosas pendientes en este momento es acabar el capítulo 2 de la serie de Ortografía.
Terminar un montón de cosas que tenemos que hacer en los estudios, esa es una de las cosas que quiero. Y la otra es, lograr empatarme con el tipo que vende el tiempo, a mí me falta el tiempo, yo tengo problemas con el tiempo, yo duermo apurado. Yo se lo digo a mi mujer: “¿Ya es hora de dormir? Tenemos que dormir porque yo tengo que dormir apurado”. Porque se me tiene que ocurrir algo mañana. Y entonces estoy apurado; estoy apurado, por ejemplo, porque estamos preparando un libro de cuentos de “Cantar y contar”, que lo hacemos todos los años para el ICAIC, yo acabo de terminar el último dibujo, pero el otro dibujante, que es Luis Ernesto, que está aquí, no ha terminado y hay que entregar, y tú sabes que en el Instituto del Libro, para hacer la Feria del Libro primero hay que ir a una reunión que se hace seis meses antes; que antes de esos seis meses antes tienes que presentar el libro completo, que lo tienes que escribir casi un año. Vaya, cuando te lo publican, ya tú no quieres que salga el libro. Nosotros lo estamos intentando, me hace falta eso. Necesito tiempo.
Ahora se cumplió el aniversario de Plin, un aniversario cerrado, 35 años de Plin, y yo debía haber terminado un libro de 120 páginas de historietas del capitán Plin para las nuevas generaciones; o sea, un poco de dónde nació el tipo, quién era y hacer cosas nuevas. Lo que pasa que tú no sabes lo que se demora uno haciendo una página de historietas.

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