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Talentos y bondades

12 de junio de 2015

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Aunque generalmente achacamos el control de los medios de comunicación al poder de los entes que aun tienen a la mayor parte del mundo inmerso o dependiente del capitalismo, ahora en su forma más salvaje, neoliberal, no hay que negar que su manejo está al tanto de gente de talento, que sabe lo que está haciendo y sus fines y vuelve la espalda cuando se les demuestra el mal que causa a la humanidad.
Ello hace aun más peligroso al talento que esté al servicio del mal, tan común en la información mediática, inteligentemente manipulada bajo el velo de la falsa objetividad.
Sin embargo, han existido periodistas talentosos que, aunque lejos de pensamientos de izquierda, enfrentaron y pararon en seco a quienes desde el poder llevaron a crear pánico e incertidumbre a quienes intentaron decir la verdad.
Un ejemplo de ello fue Ed Murrow, quien desde su espacio informativo hilvanaba al final su despedida Buenas noches… y buena suerte, luego de vencer entuertos de toda Índole para denunciar y hacer detener la dañina cacería de brujas anticomunista del senador Joseph McCarthy en la década del ’50.
Como Murrow hay otros colegas inteligentes que, de una u otra manera, se han opuesto a mientras, calumnias y tergiversaciones.
Pero estos buenos ejemplos, no porque sean menos, apenas trascienden en una sociedad infestada por poderes de comunicación sabiamente dirigidos con los más modernos medios tecnológicos
Cierto, hay ruindades como la que presentó como verídicas pruebas de que un avión comercial malasio había sido derribado por Rusia en territorio ucraniano, con el fin de aumentar el odio a Moscú y mejorar la imagen de una Kiev cuyo gobierno tiene elementos notoria y comprobadamente fascistas.
No obstante lo mal presentado, ello valió para sanciones económicas y políticas, incrementar el sentimiento antirruso y presentar a Vladimir Putin como el mayor enemigo de los pueblos.
En nuestro continente, la estructura monopólica mediática ha tenido que ver con situaciones golpistas en Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador, con mayores éxitos en Honduras y Paraguay. Hoy el territorio argentino ha sido sacudido por el paro del transporte, eminentemente político.
Nada es tan malo como la propiedad de la prensa en manos de personas sin escrúpulos que se hacen de la vista gorda y hasta propugnan genocidio, racismo, desapariciones y torturas hasta la muerte, que llegó a su máximo nivel durante el denominado Plan Cóndor, aplicado para entronizar dictaduras en Sudamérica, y que, de una manera u otra, tuvo su remake en Iraq, Libia, Ucrania y Siria, donde aun no ha podido triunfar.
.El método es sencillo: se trata de acusar de dictador a todos los gobernantes no afines, y hacer pensar a la gente que “algo hay que hacer”, y si se hace, mediante la violencia y la muerte, llevar la idea de que “por fin, ya quitamos a ese dictador”.
Esa fórmula se trata de utilizar ahora contra Nicolás Maduro, Evo Morales, Daniel Ortega, Rafael Correa, Cristina Fernández, Dilma Roussefff y, por supuesto, Raúl Castro.
Esas armas de guerra ideológica se han posesionado en todo el continente, y actúan con elementos de afuera en forma rápida y coordinada.
Por ejemplo, el Grupo Prisa, de España, elabora la nota al efecto, y esta se reproduce por CNN. en Estados Unidos, Televisa en México y Clarín en Argentina.
Pero a veces ese talento es tan manoseado que se vuelve chapucero, y personas también de talento, pero bondadosas, logran identificar las mismas estructuras semánticas y sintácticas en diferentes discursos edulcorados y difundidos por la reacción. Como cuenta el periodista y docente peruano Héctor Bernardo:
“Cuando ganó las elecciones en México, Peña Nieto dijo:’Hemos sembrado una semilla, de la que crecerá un árbol, de la que tendremos los frutos’ Esa es la misma frase que dijo en Venezuela Enrique Carriles, cuando perdió las elecciones frente a Hugo Chávez; y también en Argentina, en Tigre, Sergio Massa, quien dijo exactamente la misma frase en uno de sus discursos: ‘Estamos sembrando una semilla, de la que crecerá un árbol, de la que tendremos los frutos”.
Probablemente no consultaron con Mario Vargas Llosa, quien, previo pago, naturalmente, hubiera disfrazado mejor el mensaje.

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