Thomas Merton y la comparsa santiaguera

22 de mayo de 2015

Una foto de Ralph Eugene Meatyard arma el paisaje, otro será el rostro y otro el territorio. La conga escrita en el Monasterio de Getsemaní -Kentucky, Estados Unidos- adquiere sentido, entendimiento y razón. Vibra el silencio.

La comparsa en Oriente
(una conga)

Los tambores despiertan al amanecer,
a la montaña preñada de minerales
y al cañaveral.
Allá, en el Cobre,
los tambores están llamando.

Uno toca un cencerro con un clavo,
uno lleva las mangas adornadas con plumas,
otro parece tener pájaros en los brazos,
y a ese le salen por la boca altas llamaradas,
es luz y no palabra lo que se le asoma.

Uno lleva en el sombrero una hoja de tabaco
y toca su tambor cual campana,
con las claves hace descender a los santos del cielo;
en las faldas de la colina,
iluminada aún por las estrellas,
un ángel negro golpea una quijada de burro,
otro, blanco,
(tac, tac, tac, tactac)
golpea las claves
mientras la cofradía de la Virgen Santísima
le sigue detrás,
cargando flores.

Cinco ángeles hacen música con sus bongoes
y los santos responden con campanas,
todos visten trajes
a los que le cosieron billetes
y zapatos adornados con caracoles.
Se les escucha como a una caja
llena de monedas de cinco centavos
sobre la que arde una torre de velas:
ellos danzan con la solemnidad de los sabios,
templos de papel en el aire.

Los chequeré levantan las luces
cual pájaros que salen detrás de las cañas,
cuando la comparsa avanza hacia los llanos
llenando de fuego todas las bocas.
Ahora también de palabras:
diez ángeles hacen sonar cencerros
mientras la comparsa convoca
a cobreros y peregrinos
que la siguen arroyando hasta Camagüey.

Ora por nosotros, Madre de Jesús,
Caridad, Mercedes, Reina del Cobre
y de las tres torres que vigilan sobre Camagüey.
Ora por nosotros
pues los diez ángeles
otra vez hacen sonar sus cencerros
y la comparsa ya se va.

Poema escrito entre 1940 y 1942 con título originalmente en español.

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