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Con gracia andaluza

25 de marzo de 2015

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Que a  los andaluces los adornan gracia y salero, que se muestran habitualmente alegres y amantes del bullicio fiestero, son dotes que los caracterizan con respecto a otras regiones y comunidades españolas; algo nada sorprendente en un estado plurinacional con fuertes rasgos propios en cada una de las comunidades que lo integran y sobre la cual pudiera hablarse y escribirse un buen rato y con las más variadas opiniones.

Pero es que Andalucía despunta también como una importante autonomía de puja política, convertida en un termómetro de lo que pudiera suceder en las futuras elecciones municipales y regionales de mayo, en 13 de las 17 comunidades autónomas del país, así como en la controversial Cataluña en septiembre y las legislativas nacionales de fin de año que deberán decidir el futuro gobierno del Estado español.

Andalucía tiene no solo relevancia política sino también económica y tras seis años de crisis aún enfrenta 34 por ciento de desempleo, 11 puntos por encima de la media nacional, lo que colocó a esta elección en un escenario particularmente difícil para el Partido Popular (PP) que gobierna en todo el país pero también situaba en posición incómoda al gobernante local, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)  que, no obstante, actuaba en su bastión político y electoral tradicional y logró recuperarse en buena medida obteniendo de nuevo la presidencia comunitaria, esta vez con 47 diputados de un Parlamento regional de 109, el desvanecido PP llegó a 33, perdiendo 17.  La nueva fuerza electoral Podemos alcanzó 15 escaños, a pesar de ser su primera liza en territorio andaluz y el centroderechista Ciudadanos logró 9.

Aunque no existe todavía una alteración decisiva del mapa político español, hay ciertas tendencias  que ya se advierten y que, -según los analistas,- estarán también relacionadas con el curso que tome la crisis económica profunda que aún enfrenta el país y las posibilidades reales que tengan formaciones emergentes como Podemos y Ciudadanos de poner fin,- por distintas razones y desde diferentes puntos de vista, -al bipartidismo PSOE-PP que acogota a España desde la transición post-franquista hace 40 años.

En cuanto a los altos niveles de corrupción y los sucesivos escándalos que han afectado a altas figuras gubernamentales, hay que admitir que se han enseñoreado dentro de los dos grandes partidos que hasta ahora alternaron en el gobierno, tanto dentro del PSOE como dentro del PP.

Sin embargo, si aplicamos un orden cronológico a los desafueros vemos que los más recientes y aún conmueven hoy a la opinión pública, son los involucrados con el PP, y en especial el conocido como “los papeles de Bárcenas”, que salpicó al propio presidente hasta cierto punto e involucró directamente a ex tesoreros y es gerentes del PP, como Luis Bárcenas, siendo reos de financiación ilegal en beneficio de ese partido y contra los cuales el juez investigador solicita abrir proceso judicial, acaba de informar la Audiencia Nacional.

A pesar de todas estas coincidencias fatales para el PP, la prensa ultraderechista, -como es buena parte de la prensa española actual,- emplea los más duros calificativos contra la dirección de ese partido y califica los resultados andaluces como “descalabros”, “hundimiento” y pésimos resultados “sin matices ni paños calientes”

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