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Vivir la realidad

6 de marzo de 2015

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her-movie-posterAcabo de escuchar una sinopsis de un reciente filme norteamericano titulado Her y que aparentemente es de ciencia ficción, pero que no lo es tanto, porque trata de un tema real sobre la relación del hombre y la tecnología, o tal vez es mejor decir, la comunicación del hombre con su PC, tablet, Ipod, en fin, con los maravillosos e increíbles inventos -que cada día cambian- para trabajar, organizar su vida, comunicarse con otras personas, informarse, estudiar, acceder a cualquier tipo de conocimiento, invento y otros muchos usos.  En particular este filme trata de un hombre que alejado de contacto humano verdadero, establece una dependencia total con su secretaria virtual, llegando al amor, con lo que se hace una crítica a la deshumanización que trae sustituir los contactos entre humanos -con el calor afectivo que esto lleva- por una patológica relación fácil (porque así está programado) con un ser digital e inexistente, pero que no presenta la complejidad, ni las contradicciones humanas, por lo que resulta de mayor facilidad relacionarse con un invento que accederá a comportarse como queremos. Parece ficción, pero creo que está más cerca de la realidad que lo que nos imaginamos, y de hecho, existen personas adictas a las PC, los juegos, que se aíslan de las personas, incluso pierden sus trabajos, sus matrimonios, enferman por falta de sueño, por no alimentarse adecuadamente, porque no quieren alejarse de la computadora. Entonces la pregunta es ¿resulta perjudicial el avance arrollador de la tecnología de este tipo? Si la respuesta fuera afirmativa, nos estaríamos comportando como los que a principios del siglo 20 decían que era mejor mantenerse transportándose en coches con caballos que en automóviles, porque con estos últimos había mucho más riesgo de morir en un accidente, o los que criticaron el uso de la electricidad en el alumbrado de casa y calles por el riesgo a electrocutarse.  Conclusión; que los cambios y las innovaciones siempre tienen dos caras, la positiva, del avance, de la ganancia en mejorar la calidad de vida, y la negativa de los peligros que conlleva, por el manejo que le da el hombre, pero  de ninguna manera se debe renunciar a lo nuevo, porque de hacerlo no pasaría mucho tiempo en que nos veríamos de regreso a las cavernas. Si en los ejemplos que les puse, el riesgo está en el peligro para la vida, en el momento actual, éste estriba en la despersonalización y la tendencia a un autismo sobre impuesto de los seres humanos, o sea, la pérdida de la esencia humana, porque para nadie es secreto que las personas somos seres sociales y nos convertimos en tales, no solo porque nacemos, sino también porque nos formamos  en sociedad. Los demás nos enseñan, nos educan, nos aman, nos guían, nos odian, nos agreden, y en cualquiera de estas circunstancias, buenas o malas, lo central es que nos mantenemos en contacto, transmitiendo no solo la experiencia, sino  -de forma singular y superior- intercambiamos afectos. Y la palabra “intercambio” es fundamental, porque damos y recibimos -con las maravillosas contradicciones que esto trae-  mientras que con la máquina solo damos e interpretamos lo recibido de la forma que lo deseamos, y aquí incluyo también las relaciones a distancia que se establecen con otras personas a través del chat, las teleconferencias, etc. El asunto no está, de ninguna manera en lo dañina que puede ser la tecnología, sino que se ubica al propio del humano como responsable, no siendo capaz de enfrentarse a la realidad, por miedos, incapacidades, por facilismo, llegando al conformismo de vivir una fantasía creada a imagen y semejanza de sus necesidades insatisfechas. No me cabe la menor duda que vivir la vida real resulta mucho más complejo, difícil, contradictorio, y en ocasiones, frustrante, que amar a un objeto diseñado para satisfacernos, que comunicarse solo a distancia con alguien que dice lo que queremos oír o lo que ella o él cree son atributos, ideas y posturas apetecibles amorosamente para otro. Sin embargo, vivir es un proceso que solo se da en la realidad, y no virtualmente, por lo que está en las manos que cada persona mantenerse como un ser humano, desarrollarse como tal, utilizando para sus interés ésta o aquella tecnología y evitar a  toda costa convertirse en esclavos que algo que a fin de cuentas creó otro ser humano. Nada sustituye el intercambio que otro ser humano tiene con cada uno de nosotros, y si lloramos por un amor perdido, o nos enojamos por el jefe que nos trató injustamente, o el hijo adolescente nos preocupa por las amistades que tiene, es parte de la maravilla de vivir a plenitud y en la realidad contradictoria, difícil, pero pletórica de afectos y humanidad.

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