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Aspectos relacionados con mujeres en los Versos libres de José Martí

6 de marzo de 2015

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De izquierda a derecha: José Martí, José Francisco Martí y Carmen Zayas Bazán.

De izquierda a derecha: José Martí, José Francisco Martí y Carmen Zayas Bazán.

Como parte de la variada obra poética de José Martí se encuentran sus Versos Libres, escritos fundamentalmente en 1878, aunque algunos están fechados en 1882.
Muy diversa es la temática, la extensión y la forma de estos versos, que no fueron publicados hasta varios años después de su muerte, cuando Gonzalo de Quesada y Arostegui dio a conocer en las Obras Completas de Martí una gran parte de poemas, cartas, trabajos periodísticos y discursos.
En la introducción de sus Versos Libres, Martí expresó el significado que le concedió a lo que calificó como tajos de sus propias entrañas o como sus guerreros.
Él señaló que estos eran sus versos y que a  nadie los pidió prestados y que mientras no pudo encerrar íntegras sus visiones en una forma adecuada a ellas, las dejó volar.
Igualmente comentó al respecto que la poesía tiene su honradez, y que él había querido siempre ser honrado.
Significó que recortar versos sabía hacerlo, pero que él no había querido y  precisó que así como cada hombre tiene su fisonomía, cada inspiración trae su lenguaje.
Sobre la poesía expuso cómo le agradaba más al detallar que amaba las sonoridades difíciles, el verso escultórico, vibrante como la porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava.
Más adelante manifestó que el verso ha de ser como una espada reluciente, que deja a los espectadores la memoria de un guerrero que va camino al cielo, y al envainarla en el Sol, se rompe en alas.

Los Versos Libres  de Martí tienen una estructura irregular. Algunos son muy extensos, con más de cien líneas, como el titulado Banquete de tiranos. El más pequeño lleva por nombre Crin hirsuta. Sólo tiene ocho versos.
Sobre cómo le nacieron estos poemas Martí expresó: que ninguno le había salido recalentado, artificioso, recompuesto, de la mente; sino como las lágrimas salen de los ojos y la sangre sale a borbotones de la herida.
“No zurcí de este y aquel –añadió-, sino sajé en mi mismo” y de inmediato aseguró que iban escritos, no en tinta de academia, sino en su propia sangre.
También afirmó que lo que lo “aquí doy a ver lo he visto antes (yo lo he visto, yo), y  he visto mucho más, que huyó sin darme tiempo a que copiara sus rasgos” y seguidamente manifestó: “De la extrañeza, singularidad, prisa, amontonamiento, arrebato de mis visiones, yo mismo tuve la culpa, que las he hecho surgir ante mí como las copio.”
Y también afirmó en la parte final de la introducción que le hiciera a sus Versos Libres: “Todo lo que han de decir, ya lo sé, y me lo tengo contestado. He querido ser leal, y si pequé no me avergüenzo de haber pecado.”
Entre las temáticas que trató Martí en sus Versos Libres algunas guardan relación con las mujeres.
Por ejemplo en la parte inicial del Verso Libre titulado Pomona, Martí, expresó:

 
Oh ritmo de la carne, oh melodía,
Oh licor vigorante, oh filtro dulce
De la hechicera forma! ¡No hay milagro

En el cuento de Lázaro, si Cristo
Llevó a su tumba una mujer hermosa…

 
Hay otro Verso Libre que se identifica como ¡Oh, Margarita!. Es uno de los más breves poemas. En dicha obra expresó:

 
Una cita a la sombra de tu oscuro
Portal donde el ariecillo nos convida
A apretarnos los dos, de tan estrecho
Modo, que un solo cuerpo los dos sean:
Deja que el aire zumbador resbale,
Cargado de salud, como travieso
Mozo que las corteja, entre las hojas,
Y en el pino
Rumor  y majestad mi verso aprenda.
Sólo la noche del amor es digna.
La soledad, la oscuridad convienen.
Ya no se puede amar, ¡oh Margarita!

 
También como parte de sus Versos Libres aparece uno titulado precisamente Mujeres.  Se trata de un poema estructurado en cuatro partes y es bastante extenso. En su parte inicial detalló:

 
¡Esta, es rubia; ésa, oscura; aquella, extraña
Mujer de ojos de mar y cejas negras;
Y una cual palma egipcia, alta y solemne,
Y otra como un canario gorjeadora.
Pasan y muerden; los cabellos
Echan, como una red; como un juguete
La lánguida beldad pone al labio
Casto y febril del amador que a un templo

Con menos devoción que al cuerpo llega
De la mujer amada; ella, sin velos
Yace, ¡ay a su merced!, él, casto y mudo,
En la inflamada sombra alza dichoso
Como un manto imperial de luz de aurora.
Cual un pájaro loco en tanto ausente
En frágil rama y en menudas flores,
De la mujer el alma travesea.
Noble furor enciende al sacerdote,
Y a la insensata, contra el ara augusta
Como una copa de cristal rompiera.
Pájaros, sólo pájaros: el alma
Su ardiente amor reserva al universo.

 
No sólo en sus Versos Libres, sino también en sus Versos Sencillos, así como en otros poemas creados por José Martí se hace referencia a determinadas mujeres y a las féminas en sentido general.

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