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Sin diferencia

11 de marzo de 2015

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La crisis política permanente desde hace años en Bangladesh se ha acentuado desde principios del 2015 y continúa con altibajos en este marzo, donde se enfrentan gobierno y oposición con relativamente iguales matices ideológicos y centrados en la permanencia o asunción del poder, respectivamente.
Cerca de 8 000 activistas sindicales han sido arrestados por quienes cumplen las órdenes de las empresas que controlan la economía del país, principalmente el textil, mientras se eleva a más de 200 el número de muertos y 3 000 el de heridos, incluidos mujeres y niños, por ataques con bombas incendiarias contra autobuses y trenes, así como por los disparos de las fuerzas militares.
No hay mucha diferencia, subrayo, entre la presuntamente centrista alianza gubernamental que dirige la Liga Awami, y el opositor grupo conservador BNP-Jamat.
Mientras se esgrimen cifras que hablan de la reducción de la miseria del 57% al todavía elevado 31%, y avances en los sectores de la educación, realmente hay signos inequívocos de que ambas partes y los entes que las alientan coadyuvan a la estadía del dominio explotador, la corrupción, las torturas masivas y el genocidio.
La única diferencia es que son dos agrupaciones feudales y capitalistas burocráticas distintas que representan a un imperialismo o expansionismo diferente. Con el dominio repetido de ambas agrupaciones, los campesinos han sido expulsados de sus tierras, las cosechas no consiguieron elevar su nivel de vida, y los obreros no reciben un salario mínimo para el sustento.
Por el contrario, los ricos locales son aun más ricos, y han recibido beneficios por haber ayudado a aumentar los beneficios y el expansionismo de grandes compañías extranjeras, las cuales son responsables de daños medioambientales, principalmente an la región de los Sundarbans.
PRESIÓN ESTADOUNIDENSE
En este contexto se intensifica la presión de Estados Unidos -que suele proporcionar entrenamiento a las fuerzas armadas- para que Dacca acepte el establecimiento de una base militar, luego que sus compañías aceleraron la expropiación de la mayoría de los campos de gas. El Banco Grameen es un lacayo de EE.UU., así como numerosas organizaciones autodenominadas no gubernamentales.
Pero también persisten otros graves problemas: la amenaza de catástrofes naturales por la escasa altura media del país respecto al Océano Índico (y sus tsunamis y monzones), la falta de infraestructuras de electricidad y transporte, la rampante corrupción política, la escasez de mano de obra calificada y el todavía excesivo aumento de la población, lo que alimenta problemas como el rechazo, entre social y racista, a la minoría musulmana que retorna desde Myanmar.
Estados Unidos y el oeste de Europa occidental son grandes mercados para la industria de confección bangladeshi, por lo que son responsables, junto a las autoridades y empresas locales, de los más sonados desastres en ese sector que, a pesar de ser pujante, no alivia la pésima situación laboral de los trabajadores, con bajísimos salarios y malas condiciones de salubridad y seguridad, como han demostrado los recientes y mortales incendios en varias de sus 5 000 fábricas.
Entre el 2005 y el 2012 se habían contabilizado 600 muertos y el número crece con nuevos desastres, como el hundimiento el 24 de abril del 2013 de un edificio que albergaba cinco fábricas con 5 000 obreros, y que provocó 1 127 muertos, 2 438 heridos y 98 desaparecidos.
En respuesta, las principales multinacionales textiles apoyaron un acuerdo para mejorar las condiciones laborales en seguridad de los edificios, prevención de incendios, condiciones sanitarias y atención a los trabajadores, pero todo es a cuentagotas y no se vislumbra una solución, como la mayoría  de las cuestiones en una nación donde persisten inescrupulosas ambiciones entre las altas esferas oficiales y de oposición.

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