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La impunidad se llama Israel

23 de febrero de 2015

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No nos confundamos con quienes califican de avance el mayor reconocimiento internacional al Estado palestino: Israel sigue contando con el silencio cómplice en Naciones Unidas, el apoyo y avituallamiento de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y el decisivo respaldo de Estados Unidos y Europa y sus grandes corporaciones, que realizan negocios bélicos y colonialista a costa de la sangre derramada.
Ello se ve en cuestiones como la reciente expulsión de árabes y destrucción de sus casas en Jerusalén para convertir el lugar en un basurero y la continuación de ataques selectivos para eliminar dirigentes o masivos como los que ocurren regularmente en la Franja de Gaza.
En el orden económico no puede ser más cruel que la congelación de más de cien millones de euros recaudados por la Autoridad Nacional Palestina, como primera respuesta en represalia a su solicitud de adhesión a la Corte Penal Internacional y preparar el camino para enjuiciar a Israel por comprobados crímenes de guerra.
La amenaza sionista iba más allá: “Si la Autoridad Palestina no retrocede, creo que tendremos que tomar medidas más severas”, afirmó el ministro de Asuntos Estratégicos Yuval Steinitz, refiriéndose a una “disolución gradual” de la Autoridad.
Y algo verdaderamente cínico: Israel anunció que estaba a punto de pasar de la “defensiva a la ofensiva”.
Esta situación tiene su antecedente en noviembre del 2012, cuando Naciones Unidas aceptó a Palestina como estado observador, y en respuesta Israel congeló otra gran partida de fondos palestinos y anunció la construcción de 3 000 casas en áreas sensibles de las ocupadas Cisjordania y Jerusalén, donde se realizó precisamente, y con la mayor impunidad, la más reciente humillación.
Lo más sintomático es que ello ocurre cuado el presidente palestino, Mahmoud Abbas, había propuesto la formación de un comité árabe encabezado por Kuwait para el regreso al Consejo de Seguridad con una nueva propuesta de resolución con el fin de poner término a la ocupación israelí de los territorios palestinos, luego que la anterior fuera vetada por Estados Unidos.
Desde su creación en 1948, Israel ha estado ampliando la construcción de asentamientos en los territorios palestinos ocupados, política que ha sido una de las principales razones para que sean infructuosas las conversaciones de paz entre las dos partes.
Pero en Gaza no ocurre así, porque Israel ha retirado a todos sus ciudadanos para tener las manos libres y no equivocarse en sus asesinatos indiscriminados.
Lo más triste de todo esto es que el sionismo ha utilizado la técnica del miedo para producir olvido y complicidad o consenso con el crimen.
Así, con la muerte de tres jóvenes colonos israelíes en Cisjordania, se justificó el más reciente genocidio contra el pueblo palestino en Gaza., pero nada se dijo del adolescente palestino quemado vivo por los colonos.
Recordemos hechos simlares: “En Iraq hay armas de destrucción masiva/Gadafi bombardea a su pueblo/Siria tiene armas químicas y el presidente es un dictador/en Venezuela no hay libertad… pero, curiosamente, en todos estos “casos” que la prensa capitalista no cesa de publicitar, hay mucho petróleo en el subsuelo.
Crear el “caso” para justificar la guerra y usurpar territorios, como Gaza, es objetivo prioritario para los sectores más feroces del sionismo.
Y es que el terror impune cumple con varios objetivos: une a la población de un estado en decadencia –Israel- a través del delirio paranoico inducido y provoca enormes daños al pueblo palestino: más de 900 presos, muchos jóvenes y niños asesinados, bombardeos constantes, muerte y destrucción para una población que ya está confinada en ese enorme campo de concentración que es Gaza.
Es muy difícil que no vuelva a suceder, cuando predominan razones económicas y de poder político, claramente expresadas por Tel Aviv, siempre impune en sus crímenes.

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