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Al borde del desastre

23 de febrero de 2015

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Molestos, tanto el Fondo Monetario Internacional como la canciller alemana, Ángela Merkel, proclaman por estos días que a ningún deudor se le puede permitir dejar de pagar la deuda, indicando que drásticas medidas económicas serían tomadas al efecto, advirtiendo al actual gobierno de izquierda de Grecia que siga la pauta de su predecesor.
Ni demora, ni reestructuración es la amenaza, con lo que tratan de presionar a las nuevas autoridades a que incumplan sus promesas y traicionen la confianza del pueblo que acaba de dar continuadas victorias a la coalición Tsiriza tanto para que asumiera el Premierato, así como posteriormente la Presidencia.
Pero el asunto de este trabajo no es hablar solamente del caso griego, sino del egoísmo imperante en las esferas dominantes para no ceder ni un ápice en sus intereses.
El desenvolvimiento de las últimas semanas ha puesto nuevamente en claro que los mercados financieros siguen creciendo hasta aplastar las economías, independientemente de que estén fuera de control y devengan en peligro para la sociedad, al no alcanzar un equilibrio, sino todo lo contrario.
Ello se puede ver en Estados Unidos donde os esfuerzos de las compañías para cortar los costos y evitar contratar empleados, han hecho aumentar las ganancias de las grandes empresas hasta el más alto nivel de las últimas seis décadas, mientras se mantienen altas la tasa de desempleo y estancados los salarios.
Ante la perspectiva de otro aumento de la pobreza y la miseria de los endeudados pueblos, como ahora el de Grecia, la oligarquía financiera global ve una oportunidad de seguir enriqueciéndose con la implantación definitiva de un sistema rentista que hace que estos tiempos retrocedan hasta la época de la servidumbre.
O sea, que la inmensa mayoría, por no decir todas, de estas crisis económicas están basadas en deuda impagables.
En este contexto, el periodista argentino Alberto Rabilotta recordaba que en la Antigüedad el escenario peor temido por todos era la crisis de las deudas, a causa de lo cual la gente ordinaria se veían a vender hasta miembros de su familia como esclavos, y a veces hasta ellos mismos.
En lo que concierne a la actualidad, en lugar de crearse una institución para proteger a los cientos de millones de ciudadanos que están aplastados por las deudas, así como a los Estados que se endeudaron al socializar las pérdidas de los grandes bancos e instituciones financieras privadas, dependen de entes como el FMI para proteger a los acreedores.
Es decir, desafiando a la lógica, como hacen con Grecia, no se permite la reestructuración de la deuda o que no pague, lo cual, hace que los deudores sigan patinando por un camino que los conducen al desastre.

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