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Barbarie en el Siglo XXI

4 de febrero de 2015

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Muath al-Kaseasbeh, era un joven jordano que cuando niño añoró ser piloto y se graduó como tal. Sus padres —de seguro— estaban orgullosos del hijo que muy pronto se hizo fotos junto a la nave aérea que guiaba, para que su familia la tuviera en casa.
Antes de la misión para combatir a los grupos extremistas del llamado Ejército Islámico (EI) en Siria, en diciembre pasado, fue la última vez que familiares y responsables de su unidad militar tuvieron contacto con él.
Luego se supo que su avión caza fue derribado el 25 de diciembre por los terroristas del EI, en la provincia Al Raqa, en territorio sirio.
Un mes después un video comenzó a “invadir” las redes sociales del Planeta: los extremistas habían quemado vivo al joven piloto jordano.
Unos días antes, también los propios terroristas habían decapitado a dos ciudadanos japoneses, de la misma forma que un mes antes lo habían hecho con otros ciudadanos norteamericanos y europeos.
La barbarie se convertía en centro de una guerra viciada por la injerencia extranjera y por la polarización religiosa, como expresión de la exacerbación de las mismas debido a las invasiones y ocupaciones de países de esa región.
La religión, en este caso el islamismo, son estigmatizados y utilizados por quienes apuestan a la guerra y aportan armas y grandes recursos financieros.
Siria ha perdido a más de 200 000 de sus hijos a consecuencia de las acciones terroristas de grupos que una vez fueron armados y financiados por Washington y que aun hoy reciben bastante dinero de varios estados cercanos a Siria.
En Irak los muertos y heridos suman más de un millón por las mismas consecuencias y lo peor de todo es que la invasión y ocupación de aquellos territorios petroleros, solo ha dejado más inestabilidad, ingobernabilidad y crisis social en una nación rica en recursos energéticos.
El desarrollado y “culto” Occidente, es el máximo responsable de que la barbarie desplace a las soluciones civilizadas y la convivencia pacífica.
Otro ejemplo que involucra a los mismos actores occidentales ocurre en Ucrania. ¿Cuál es la última noticia? Nada menos que un bombardeo por parte de las fuerzas armadas gubernamentales contra un hospital en la región de Donest, con un saldo preliminar de varios muertos y heridos y una instalación de salud convertida en ruinas.
Recordemos que ese mismo ejército ucraniano el año pasado pero en este mismo siglo, fue responsable de la muerte por asfixia y metralla de decenas de civiles encerrados en un edificio de Odessa para huir de la masacre emprendida por un gobierno con ribetes fascistas.
Estas acciones —una en pleno Oriente Medio y la otra en Europa—, son solo dos botones de muestra de cómo la barbarie se abre paso en el Siglo XXI del que todos esperamos un fin de guerras y confrontaciones y una paz digna a la que tenemos derecho todos los seres humanos.

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