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Sionismo salpicado

14 de enero de 2015

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Sin importar escándalos anteriores por igual motivo, nuevos hechos de corrupción ligados a la construcción de asentamientos en los territorios palestinos ocupados salpican al régimen sionista de Israel.
No importa que personeros del gobierno hayan sido arrestados, porque se duda mucho de una real aplicación de la justicia, cuando, además del robo de tierras, prosigue indemne la permanente violencia contra los palestinos, como la tortura, ejecuciones extrajudiciales, asesinatos y el castigo colectivo de la desnutrición organizada.
Es decir, son violaciones de los derechos humanos más elementales que no reciben castigo, porque son avalados por su predominante control en diversas esferas norteamericanas y una Europa que le garantiza ventajas en el libre comercio.
La impunidad campea en el campo del sionismo, como se demostró la liberación del hasta hace poco canciller Avigdor Lieberman, un ex portero de clubes nocturnos, notorio por sus desplantes y arrogancia y ex aliado de la coalición gobernante Likud, quien ya había tenido que esperar para asumir la cartera hasta ser exonerado de acusaciones de tráfico de influencia.
Lieberman era el único ministro de un país que vive en otro, pues tiene residencia en uno de los asentamientos paramilitares israelíes en Jerusalén, cuya construcción es considerada un crimen de guerra por la IV Convención de Ginebra.
Millones de ciclos, la divisa israelí, de fondos públicos fueron transferidos a entidades ligadas al partido Yisrael Beitenu, cuya plataforma se basa en la anexión a Israel de los territorios palestinos.
Todavía se espera algunos alejamientos de cargos públicos sin que se recupere el dinero birlado en uno de los más importantes hechos delictivos de soborno en los más de 66 años transcurridos desde la fundación del Estado de Israel.
A principios de este mes, el primer ministro Netanyahu despidió a la titular de Justicia, Tzipora Livni, y al de Finanzas, Yair Lapid, opuestos a su moción de proclamar a Israel Estado Judío, por considerar que aislará al país y será perjudicial en las actuales circunstancias políticas internacionales.
Ambos también son partidarios de la anexión de los territorios ocupados, pero de una manera paulatina que no provoque el fortalecimiento del apoyo internacional a la demanda de los palestinos de terminar la ocupación en el plazo máximo de dos años.
De todas maneras hay algunos estados europeos que reconocen a Palestina, pero esto es una cuestión nominal muy por debajo del acuerdo de libre comercio que existe desde junio del 2002 entre Israel y 27 países de la Unión Europea que absorbe el 62% de las exportaciones israelíes.
En ese acuerdo, el artículo 2 (es el mismo en todos los tratados de libre comercio) dice: la condición para que el acuerdo sea válido es que las partes contratantes respeten los derechos humanos.
Es decir, toda una burla de este sionismo abusador salpicado de muchos males y muy difícil de cambiar en las elecciones que el escándalo de corrupción y despidos ministeriales antes citados anticiparon para marzo venidero.

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