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Reviven flor congelada conservada en una madriguera fosilizada de ardillas

17 de octubre de 2014

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2014-10-28 12-00-41_18. Reviven flor congelada conservada en una madriguera fosilizada de ardillasDurante más de 30 000 años, una flor siberiana Silene stenophylla ha permanecido congelada dentro de una madriguera fosilizada que fue excavada por ardillas de la especie Urocitellus parryii, en el  permafrost siberiano a 38 metros de profundidad. A partir de  muestras congeladas de frutos y semillas almacenadas como alimento de esos pequeños mamíferos, biólogos del Instituto de Biofísica Celular y del Instituto de Problemas Biológicos y Fisicoquímicos de la Edafología de la Academia de Ciencias Rusa, han logrado revivir la flor. Estos depósitos se habían mantenido sin tocar durante milenios y a una temperatura en torno a los -7gC.

El permafrost, que significa “permanentemente congelado”, es un suelo que está siempre por debajo de 0gC. Llega a ocupar enormes extensiones en el Hemisferio Norte, especialmente Siberia, Alaska y Canadá. Constituye el principal reservorio natural de material biológico mantenido a bajas temperaturas y da abrigo a una amplia variedad de microbios anaeróbicos y aeróbicos, bacterias formadoras y no formadoras de esporas, cianobacterias y algas verdes, levaduras, actinomicetos, micromicetos y protozoos. En el permafrost, la vida ha sobrevivido, bajo esas condiciones extremas, desde hace miles de años.

Silene es una planta herbácea perenne, que en la actualidad crece en la tundra del extremo oriental de Siberia y en las montañas de las islas más septentrionales del archipiélago japonés. Es particularmente interesante porque es una de las pocas especies beringias que no se establecieron en el norte de América.

Beringia, o también llamado Puente de Beringia, fue un puente de tierra que intermitentemente conectó Asia con América del Norte cuando el nivel del mar subió y bajó, bajo el efecto de las edades de hielo. Abarcaba, Siberia (Asia), Alaska (América) y la mayor parte del actual Mar de Bering, y se formó en dos momentos de la última glaciación en la historia de la Tierra.

Los depósitos de comida almacenados por las ardillas se encontraron entre 20 y 40 metros por debajo de la superficie actual del suelo. Las ardillas enterraron los frutos y semillas en el límite del permafrost, así que se congelaron casi inmediatamente. El muestreo paleobiológico ha recuperado,  en alguna de estas despensas, más de 600.000 frutos y semillas. Explicó uno de los biólogos, coautor de la investigación, “que las ardillas cavaron la tierra congelada para construir sus madrigueras, que tienen el tamaño de una pelota de fútbol, colocaron primero paja y luego pelaje animal para crear una cámara perfecta de almacenamiento a varios grados bajo cero: un criobanco natural”.
En condiciones normales, las ardillas habrían aprovechado sus despensas en el invierno, pero posiblemente, una inundación o algún otro suceso climatológico, hizo que aquella zona quedase intacta y no se haya deshelado desde entonces. Posteriormente, el agua se iría congelando desde la base y toda la despensa quedó incluida en un bloque de hielo.

A partir de los tejidos conservados, los científicos lograron hacer crecer una planta con flores. Estamos pues, en presencia de la planta más antigua que ha sido regenerada hasta ahora. Y lo que más nos sorprende: es fértil y produce flores blancas y semillas viables.

El experimento ha demostrado, que el permafrost  funciona como depósito natural de formas de vida ancestrales. Los investigadores han concluido “que es esencial continuar los estudios del permafrost en busca de genes de poblaciones ancestrales, formas de vidas preexistentes, que hipotéticamente han desaparecido de la Tierra”.

La bióloga responsable del estudio, asegura que la planta regenerada es muy similar a su versión moderna, que aún abunda en la misma área, en el nordeste de Siberia.

¿Seremos capaces de resucitar especies  extintas a partir de restos biológicos?
¿Podremos clonar ejemplares que fructifiquen o se reproduzcan a partir de tejidos vegetales y animales ancestrales que permanecen hoy día en el permafrost?

Todos estamos al tanto del calentamiento global y del deshielo que se está produciendo en los casquetes polares. Uno de los problemas del calentamiento global es, precisamente, el deshielo del permafrost.

¿Perderemos, en las próximas décadas, un repositorio biológico que se ha conservado durante milenios? ¿Podríamos pensar, casi en ciencia ficción, que algunas de las semillas congeladas podrían deshelarse, germinar y dar lugar a una nueva flora? Quizás no tan nueva, pero sí desconocida por los seres humanos actuales.

Recordemos que…”la Naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre”. Sólo hay un modo de que perdure: respetarla y servirla

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