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El último refugio…

11 de septiembre de 2014

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Hace unos años leí y comenté una noticia divulgada por una gran agencia de prensa internacional que, además de parecerme inverosímil, me resultaba cruel y repugnante.
El reporte era de la italiana ANSA y estaba fechado en Washington. Reflejaba que “la venta de fluidos orgánicos como líquido seminal, óvulos jóvenes y robustos para la fecundación artificial y plasma para las transfusiones de sangre se convirtieron en una alternativa para los estadounidenses a fin de paliar la crisis económica, las deudas y la desocupación”.
Era —de verdad— como para no creerlo.
Se decía entonces que “mientras se agudizaba la crisis financiera, los donantes de esperma que tocaron las puertas de los “bancos” para ofrecer su mercancía se triplicaron”.
Cuando la etapa de la mayor crisis de los últimos seis años, en Estados Unidos el incremento del número de mujeres listas para alquilar su vientre se calcula en el 20 por ciento, agregaba.
La acción mercantil, como es lógico, puso precios a los artículos: entre 60 y 100 dólares por un frasco de esperma; 7 000 dólares por óvulo fértil, 200 dólares por una larga cabellera, entre 20 y 50 dólares por el plasma.
El propio despacho noticioso señalaba que algunos jóvenes donantes de esperma con 10 “sesiones” mensuales se pagan el alquiler del dormitorio en el colegio, y algunas jóvenes ofrecen sus óvulos para cubrir algunos gastos universitarios.
Esto, les recuerdo, sucede en el país más rico del mundo; el empeñado ejemplo que quieren imponer al resto de las naciones.
Hoy miércoles 10 de septiembre de 2014, revisando las noticias aparecidas en Internet, una me llamó sobremanera la atención. Es de BBC Mundo.
“Skid Row, es un área de la ciudad de Los Ángeles que cuenta con la mayor concentración de indigentes de todo Estados Unidos. Allí “conviven” miles de personas que carecen de vivienda —y que en muchos casos padecen enfermedades mentales o son adictas a las drogas—. A menos de un kilómetro del centro histórico de la urbe californiana desde hace décadas se encuentra el último refugio de los que no tienen nada.
Refleja el despacho informativo que unos 4000 indigentes duermen cada día en las calles de Skid Row, la mayoría de ellos bajo montañas de cartones y periódicos.
Eso ocurre a pocas cuadras de los opulentos barrios para ricos como Beverly Hills o Bel-Air.
A estos miles de “sin techo” se le aplican, más que medidas encaminadas a encontrar trabajo, vivienda y otros beneficios sociales, el patrullaje policial y la criminalización.
Se calcula que actualmente hay 58 000 personas viviendo en las calles del condado de Los Ángeles, en California, una cifra que representa un 15% de aumento debido a la recesión económica y a la crisis de vivienda.
A esta situación con los indigentes se le ha sumado de manera creciente el hecho de que existen hospitales que abandonan a su suerte a pacientes sin recursos.
Desde 2006 varios centros hospitalarios de Los Ángeles han sido denunciados y sancionados por dar el alta a algunos de sus enfermos enviándolos a las calles de Skid Row, han denunciado organizaciones benéficas.
“Como no pueden pagar, los hospitales los dejan en la calle. Es habitual que un viernes por la noche encontremos a alguien andando por Skid Row vistiendo la bata del hospital y con el brazalete de identificación puesto. En muchos casos están bajo los efectos de algún medicamento y se los ve desorientados”, se recoge en las denuncias.
Y concluyen: El abandono de pacientes es sólo un ejemplo más de la situación extrema a la que deben que hacer frente los que no tienen nada en Los Ángeles, la ciudad de las estrellas en la que el infierno se llama Skid Row.
Finalmente les recuerdo que todo esto ocurre en Estados Unidos, el país más rico del mundo y el que más gala hace de su ¿respeto? a los derechos humanos.

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