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Erdogan, controvertido

26 de agosto de 2014

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Sin  dudas, Recep Tayyip Erdogan sigue siendo la figura más popular de Turquía, ayudado por la fuerte maquinaria propagandística de su partido AKP y las divisiones de la oposición que le han ayudado a que venciera en los recientes comicios directos –los primeros de su tipo allí- que lo ratificaron como Presidente de la República de Turquía.
Algunos de sus simpatizantes lo comparan con el padre fundador de la República, Mustafá Kemal, el Ataturk, quien, para su tiempo, fue una figura progresista, aunque sí se le señala actuaciones autoritarias que, se asegura, eran indispensables para mantener a raya a los enemigos del país, principalmente en el sector militar.
Los kemalistas acérrimos, que son republicanos y laicos hasta la médula, no pueden ni ver a Erdogan, aunque todavía hay acusaciones serias sobre la actuación del Ataturk contra los kurdos y, sobretodo, los armenios -víctimas de un imperdonable genocidio-, dirigidos estos dos pueblos por dirigentes aliados de los imperialistas que se estaban repartiendo el territorio turco.
Por eso tampoco lo podían ni ver los ingleses, franceses e italianos, a quienes expulsó de su país, deteniendo sus planes imperialistas, tras la Primera Guerra Mundial.
En el caso de Erdogan, este ha utilizado un islamismo considerado moderado y la fuerte unidad en quienes le apoyan para vencer handicaps en su contra, como el de recibir fiasco tras fiasco por sus concesiones en busca de la entrada en la Unión Europea y hacerle el juego a la política imperialista de Estados Unidos en la región.
Asimismo, ha apoyado la política del sionismo, a pesar de la agresión israelí contra una flotilla humanitaria que viajaba hacia Gaza, donde murieron varios ciudadanos turcos, lo cual ha tratado de “remendar”, más que enmendar, en estos días con protestas y recepción de gazatíes heridos, en el contexto del genocidio de Tel Aviv en la Franja.
Cuando se tiene aparentemente segura la comida de cada día y se realizan avances en la economía en general, a pesar de la generalizada recesión, le es más fácil a una figura inteligente como Erdogan capitalizar los proyectos realizados hasta ahora, y combinar estabilidad y carisma.
Fue capaz de mantener la fidelidad de sus bases, combinando su popularidad y sus diferentes ventajas políticas. El éxito económico del pasado todavía le sirve para hacer frente a la actual recesión económica, y ha sabido compensar esto con políticas sociales que han favorecido a su electorado.
También ha aprovechado cierto “culto a la personalidad”, que, unido a su capacidad de comunicar o la implementación de políticas en cultura o educación. le ayudaron para atraer a nuevos votantes.
La falta de experiencia y unidad de sus contrarios, algunos de ellos vistos como “conservadores sunnitas”, hicieron desaprovechar en su contra las acusaciones de corrupción, la ruptura con el otrora aliado, Fethullah Gul, las negligencias en el accidente de una mina de carbón y la ocupación y secuestro de la delegación consular en Mosul por el hoy preocupante Estado Islámico (EI).
Precisamente, la política antisiria de Erdogan coadyuvó al envío de armas a mercenarios y terroristas, muchos de nacionalidad turca, que combaten el gobierno de Bashar al Assad y respaldan al EI, que fundó un “califato” en gran parte de Iraq y zonas de Siria.
Ahora bien, al Presidente de Turquía, además del reto que representa mantener una posición consecuente contra el ya mencionado genocidio de Israel en Gaza, tiene también cierta oposición de mérito en el camino de la gobernanza, se apunta en la página digital de Rebelión.
Se trata del kurdo Selahattin Demirtas, quien logró un salto cualitativo importante, pues a su base kurda añadió a otros sectores progresistas de Turquía. Con un discurso de clase (“la población sufre las desigualdades creadas por el sistema capitalista del AKP”) ha sido capaz de doblar el porcentaje de apoyo logrado en anteriores elecciones municipales.
Si es capaz de superar las reticencias y obstáculos que surgirán en el futuro, puede ser la esperanza para una nueva generación en Turquía y Kurdistán, en la que considero, no se puede contar con el controvertido Erdogan.

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