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Argentina: la batalla por la soberanía financiera

26 de agosto de 2014

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La propuesta de ley presentada por la presidenta argentina Cristina Fernández al Congreso de su país,para cambiar a Buenos Aires la sede de los pagos de deuda externa, que actualmente se encuentra en Nueva York, es un paso en la defensa de la soberanía financiera.
Argentina intenta así resolver el conflicto creado por el grupo de firmas de inversión, operadoras de los denominados fondos buitres, que buscan expoliar a naciones con dificultades económicas.
Esas firmas rechazaron las restructuraciones de la deuda externa emprendidas en 2005 y en 2010.
Hay que recordar que ese proceso, encabezado por el entonces presidente Néstor Kirchner, consiguió  importantes reducciones en los pasivos internacionales que asfixiaban la economía del país austral.
Mientras la mayoría de los acreedores se ponía de acuerdo con el gobierno argentino, un puñado de firmas rechazó recibir los pagos proporcionales acordados y acudió a la justicia estadounidense, que nada debe tener que ver con este asunto.
Como era de esperar, un juez gringo decidió a fines de julio pasado reclamar a Buenos Aires que reconsidere el total de la deuda a los especuladores demandantes y prohibió los pagos al resto de los tenedores de bonos –la gran mayoría– que se cumplían puntualmente en Nueva York.
Es decir, el fallo favoreció a las firmas tiñosas y desconoció todos los acuerdos que en materia de reestructuración de su deuda había conseguido Argentina de manera soberana.
El asunto pone en primer plano la vulnerabilidad de países latinoamericanos que ha colocado grandes cantidades de bonos en mercados financieros extranjeros, por supuesto, en los bancos del llamado Primer Mundo.
O como afirmó un editorial del diario mexicano La Jornada:  “se han puesto a merced de especuladores oportunistas e inescrupulosos que se amparan en tribunales de otros países para tratar de sacar un provecho desmesurado e ilegítimo de las vicisitudes económicas coyunturales”.
Este asunto me hace recordar cuando el presidente Hugo Chávez decidió hacer regresar a su país la mayoría de las reservas en oro que Venezuela tenía en bóvedas de grandes bancos de Estados Unidos, Gran Bretaña y otras naciones de Europa Occidental.
En esta perspectiva, la propuesta de la mandataria argentina va en la línea de defender y hacer valer la soberanía financiera de su país.
Con tales premisas, la presidenta Cristina debería recibir el decidido apoyo de los gobiernos latinoamericanos y caribeños. Es un buen asunto para las cancillerías, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y otros organismos de integración regional y continental.

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