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Cuando es mejor no estar juntos

22 de agosto de 2014

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El gobierno británico ha tenido cierto éxito en su política de acoso y de propaganda de miedo para que los escoceses no voten por la independencia en el referéndum al respecto que tendrá lugar en la tercera semana del venidero septiembre.
Londres amenaza con una libra esterlina fuera del alcance independentista, así como que habrá una separación de la Unión Europea y no compartirá los dividendos del estupendo petróleo del Mar del Norte con una Escocia donde se halla el volumen del preciado líquido.
El movimiento independentista es muy variado y abarca muchos campos de la esfera política. Aunque predominan los republicanos, no es así en el Partido Nacional Escocés (Scottish National Party, SNP). que subordina las diferentes opciones ideológicas al principio de independencia.
En las elecciones del 2003, los avances del Partido Verde Escocés y el Partido Socialista Escocés condujeron al aumento de miembros del Parlamento escocés favorables a la independencia. Esa entidad llevó a cabo protestas republicanas contra el Juramento a la Reina.
La organización “Yes Scotland” (Sí Escocia), que cuenta con miembros del SNP en su dirección, trabaja para sumar votos por la independencia, mientras que “Better Together” (Mejor juntos), que tiene el apoyo de conservadores, laboristas y liberaldemócratas, hace campaña a favor de la pertenencia al Reino Unido.
La realidad muestra que a Escocia no le ha ido mejor con ser parte de Gran Bretaña, aunque los dirigentes gubernamentales escoceses aseguran que si hay separación, eso no significaría el  divorcio total.
El mayor fallo de los independentistas es que les falta homogeneidad, porque es un movimiento articulado alrededor de varios partidos políticos que abogan de diversas maneras por la secesión de Escocia del Reino Unido y su conversión en un estado independiente, tal como fue hasta 1707.
Abarca desde aquellos que quieren un avance gradual hacia la independencia a través de una “devolución” progresiva de autogobierno, a los que desean convertirse inmediatamente en un estado independiente.
ABTECEDENTE MÁS RECIENTE
El Partido Nacionalista Escocés tuvo un notable éxito electoral en la década de 1960, y cuando se encontró petróleo en el Mar del Norte en 1970, pudo contrarrestar los temores acerca de la viabilidad económica de una posible independencia con el lema “Es petróleo de Escocia”. Argumentaron que los beneficios de dicho petróleo, recaudados por la hacienda británica, habían beneficiado poco a Escocia, en comparación con otras partes del Reino Unido (como Inglaterra).
En las elecciones generales del Reino Unido de febrero de 1974, los votantes escoceses eligieron siete miembros del Partido Nacionalista Escocés, que aumentaron a once en las elecciones de octubre de 1974. Esto dio poder al movimiento independentista con propuestas más avanzadas en la Cámara de los Comunes. donde el Partido Laborista formó un gobierno minoritario con el apoyo del Partido Liberal.
Como habían prometido, los laboristas hicieron propuestas para un Parlamento Escocés con una asamblea escocesa semiautónoma con poderes para controlar algunos aspectos de política interna. Pero mientras que la medida tenía el apoyo del Partido Laborista Escocés, algunos miembros (mayoritariamente ingleses) se opusieron a un cambio constitucional sin un mandato claro, y el Parlamento decidió celebrar un referéndum, requiriendo un 40% o más del electorado a favor en vez de requerir una simple mayoría de los votos.
Efectuado el referéndum, un 33% votó a favor y un 31% en contra, con una abstención del 36%, por lo que la propuesta no vio la luz. Los progresos del independentismo se vieron frenados, cuando el Partido Nacional Escocés apoyó una moción de censura contra el gobierno y forzó unas elecciones generales en 1979, que dieron la victoria a la gran adversaria de la independencia, Margaret Thatcher.
SE LOGRE O NO, SEGUIRÁ VIGENTE
La tozudez británica, la campaña de miedo que Londres lleva a cabo, la intransigencia de terratenientes que arrebataron las tierras más fértiles a Escocia desde hace varios siglos, y la infiltración en la dirigencia del movimiento republicano, conspiran contra el latente deseo escocés de independencia.
Pero resulte o no la victoria libertaria, es muy difícil que no vuelva a coger fuerza un independentismo  que desea convertir a la región en un petroestado muy rico.
Los frutos del petróleo del Mar del Norte han volado directamente desde las aguas del noreste de Escocia a las arcas del Tesoro de Londres desde su descubrimiento. Aunque el pico de producción ya ha pasado, dicen los expertos, los yacimientos podrían bombear crudo durante varias décadas. Imagínese lo que podrían hacer los escoceses con estos recursos en un estado soberano.
Pero, ¿qué pasa, entonces, con Gran Bretaña? Un Reino Unido sin Escocia podría necesitar un nuevo nombre, pues ese ha sido históricamente el nombre de la unión de las coronas de Escocia e Inglaterra. La separación podría ser una ruptura menos dramática. En una reciente conferencia en Londres, Salmond, el primer ministro escocés, presentó una visión muy pragmática y flexible del Reino Unido, describiendo al país como un conjunto pluralista y diverso de sistemas políticos. Un arreglo más flexible daría cabida a las aspiraciones escocesas —desarrollando políticas de bienestar y del mercado de trabajo diferentes—, al tiempo que permitiría una cooperación panbritánica y, quizás, algún tipo de unión política, dijo.
Cómo resulte todo esto dependerá de que los políticos de Londres respondan positivamente al enfoque crecientemente pragmático y flexible de los nacionalistas escoceses.
Pero se hace difícil creer esto, por la forma en que han arremetido contra las aspiraciones independentistas. De sofocar estas, derrotándolas con turbios manejos en el referendo de agosto, solo extenderá el plazo de la ruptura de Gran Bretaña y la emergencia de una Escocia independiente.

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